La encrucijada
Con la consolidación de las modificaciones a las fechas de la jornada electoral en las entidades federativas para coincidir con la fecha de la realización de la jornada electoral federal, los comicios del año entrante implicarán que al tiempo en el cual se sufrague por la nueva integración de la Cámara de Diputados, se sufragará por —al menos— algún cargo en cada una de las partes integrantes de la Federación.
En Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Sinaloa, San Luis Potosí, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas habrá renovación total de mandatos, al elegirse los poderes ejecutivo y legislativo y los ayuntamientos. En Aguascalientes, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, México, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán se elegirán el poder legislativo y los Ayuntamientos. En la Ciudad de México el Congreso local y las alcaldías. En Coahuila de Zaragoza y Quintana Roo los ayuntamientos y en Durango e Hidalgo el poder legislativo.
En la misma jornada electoral, con períodos que parcialmente coincidirán para la realización de precampañas y de campañas, la ciudadanía votará por 300 diputaciones federales de mayoría relativa, 15 poderes ejecutivos locales, 621 diputaciones locales de mayoría relativa, 1907 presidencias municipales y 16 alcaldías; adicionalmente, 200 diputaciones federales y 406 locales de representación proporcional.
Es un escenario donde la participación e interés locales estarán al máximo en casi la mitad de la República, muy acentuados en tres entidades y presentes en otras cuatro; todas conviviendo con las votaciones distritales para la renovación de la Cámara de Diputados. Cabría considerar esos ingredientes para establecer que, en gran parte, habrá un conjunto de elecciones locales que generarán una influencia propia en la federal.
En la dinámica local gravitará la motivación específica del partido en el poder ejecutivo local, primero donde se renueva a su titular (15 entidades) y luego donde se votará por la legislatura local (otras 15 entidades), por la trascendencia del Congreso para dar mayor viabilidad al despliegue y ejercicio del programa de gobierno.
En la dinámica nacional la motivación girará en torno al interés del Gobierno Federal por refrendar la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y al interés contrapuesto de las oposiciones por lograr el conjunto de triunfos uninominales y porcentajes de votación que permitan una asignación de diputaciones de representación proporcional para alcanzar —en conjunto— la curul 251.
Desde el punto de vista estrictamente electoral, la encrucijada descansa en el proceso de planeación y de articulación de acuerdos estratégicos para plantear una alternativa nacional viable en un universo en el cual han de plantearse las propuestas y las alternativas locales de forma congruente y convergente.
¿Es válido plantear la reflexión sobre el panorama local —en sus distintas y, a veces, contrastantes expresiones— con base en lo que ocurre u ocurrirá en el panorama nacional? Se trata de una cuestión que conviene apreciar y valorar en la coyuntura: sin la posibilidad de asumir con otra visión —la del contrapeso de las oposiciones al Ejecutivo de la Unión— el proceso presupuestario y la definición de prioridades de asignaciones con base en la posibilidad real de ejercer su control y fiscalización, las propuestas y las alternativas para el ámbito local enfrentarán obstáculos prácticamente insalvables.
Por sus características y procesos, en las Cámaras del Congreso General es posible observar, a veces con recurrencia, la convergencia de los grupos parlamentarios de las oposiciones. Con objetivos coincidentes, se establecen y desarrollan estrategias claras de contrapeso que, sin diluir las diferencias de pensamiento, acercan a sus integrantes en torno a un objetivo compartido: la alternativa, la contención, el contrapeso y la oposición al Gobierno Federal y su mayoría. Ayudan la naturaleza de las funciones parlamentarias y la fluidez de su forma de trabajo.
Esta convivencia democrática cotidiana entre grupos parlamentarios con ideas y propuestas distintas, pero cuyos integrantes ya no compiten ni competirán, en esencia, entre sí por los encargos públicos, es más difícil y compleja en el plano de los entendimientos electorales para concurrir y competir en los comicios, y con mayor razón en las entidades federativas en las cuales por lustros se formó un bipartidismo local cuyos componentes son ahora expresiones de las oposiciones a Morena y el gobierno emanado de la coalición que encabezó.
Conciliar diferencias y avenir a quienes se han visto siempre como adversarios ideológicos y políticos requiere madurez para coincidir en un objetivo superior, y generosidad para que quienes se han confrontado puedan ahora caminar juntos.
Es parte de la política: motivar los puntos de entendimiento estratégico sin renunciar a los principios, y construir acuerdos en aras de alcanzar propósitos que los preserven para el futuro en el cual podrán desarrollarse.
Con la reforma electoral de 2014 se establecieron normas rectoras de la conformación de las coaliciones electorales, dirigidas a la homologación de criterios para los comicios federales y locales, así como a identificar la votación para cada partido integrante y prevenir la transferencia de votos, pues equivale a querer alterar la voluntad de quien sufragó.
La posibilidad de que las oposiciones logren la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en 2021 transita por el análisis y los ejercicios de planeación en torno a la conveniencia de celebrar —o no— una coalición formal y de qué tipo —total, parcial o flexible— en el proceso federal y los procesos locales; determinar, en su caso, ámbitos como coalición y ámbitos sin ella; concertar entendimientos estratégicos sin coligarse; y definir a qué formación política y sobre qué bases, le corresponde realizar la postulación para elección de mayoría relativa de que se trate y con qué metas y las consideraciones tácticas específicas.
¿Qué reconocimiento se otorgará al gobierno en turno surgido de la postulación de alguno de los partidos susceptibles de coligarse o de convenir un entendimiento? ¿Qué valor se otorgará a los resultados electorales precedentes para el cargo de que se trate u otros que permitan valorar la fuerza electoral de cada formación y sus candidaturas para el 2021? ¿Qué espacio requieren personalidades reconocidas de la sociedad que carecen de militancia partidista, y bajo que siglas participarían? ¿Qué sinergias pueden lograrse entre las oposiciones en una demarcación donde se elegirán representantes populares para distintos órdenes de gobierno y cuyas metas de votación sean relevantes para las asignaciones de representación proporcional?
La estrategia electoral es una extensión esencial de la estrategia política general. Atañe a decisiones cuya claridad para convocar a las ciudadanas y los ciudadanos a las urnas se mide finalmente en los resultados obtenidos.
Reflexionar, decidir y actuar a partir de propósitos electorales específicos, que se traduzcan en votos para refrendar la vigencia de la pluralidad política y el contrapeso efectivo a la voluntad hegemónica.

