Hoy a las mujeres nos quitan la calma,  nos sembraron miedo, nos crecieron alas.

Nos roban amigas, nos matan hermanas, nos desaparecen

No olvides sus nombres, por favor señor presidente

Que resuene fuerte. ¡NOS QUEREMOS VIVAS! ¡ que caiga con fuerza el feminicida!

Soy la madre que ahora llora por sus muertas

Y soy esta que te hará pagar las cuentas

¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!

Vivir Quintana “Canción sin miedo” (fragmento)

 

Hace ya una semana las madres de víctimas de feminicidio, de las desaparecidas, de las acosadas y hostigadas sexualmente, de las mujeres y niñas violadas en México, tomaron las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ubicadas en República de Cuba No. 60 y lo hicieron para EXIGIR JUSTICIA. No lo hicieron por revoltosas, ni por delincuentes. Lo hicieron lisa y llanamente movidas por el hartazgo de la indiferencia institucional, lo hicieron movidas por el dolor, la rabia y la desesperanza. Lo hicieron de forma pacífica, como forma de presión y como ejercicio de su derecho a la libre manifestación. No hace falta que las autoridades o que la sociedad lo entienda, solamente las mujeres, las madres podrán hacerlo. Son mujeres que cansadas de guardar silencio y de no obtener justicia hoy alzan la voz. Que se atreven a luchar por sus derechos.

En México asesinan a 11 mujeres al día y el Presidente sigue negando no solo las cifras del feminicidio, sino en general la violencia sistemática que en este país viven las mujeres. Con independencia de filias y fobias políticas me avergüenza escuchar al presidente de mi país con un discurso de desprecio, intolerancia e indiferencia ante un tema que ha sido objeto de reclamo por décadas. ¿Cómo se atreve a decirle a estas mujeres víctimas que son provocadoras y que son movidas por su conservadurismo? Son madres que exigen justicia por sus muertas. Son madres empoderadas entre si, enfurecidas y rabiosas que no van a volver a pedirle permiso a nadie para exigir justicia. No son colectivas, no son conservadoras, no están siendo manipuladas con fines de desestabilización, no son delincuentes, no necesitan representación, no necesitan partidos políticos, no necesitan nada y no necesitan a nadie. Son madres, son mujeres a quienes les mataron a sus hijas y que tienen todo el derecho de quemar y romperlo todo. Y si las autoridades no pueden hacer nada para hacer justicia y reparar el daño que dejen de estorbar. Tienen derecho de hacer todo el “despadre” que quieran y estimen conveniente para llamar la atención. ¡Calladitas no se ven más bonitas! Quienes hoy ocupan el espacio de la CNDH son mujeres tan fuertes que habiendo sido todas ellas violentadas, se mantienen en lucha, resisten, persisten y se mantienen vivas.

 

Son madres que exigen justicia. Madres cansadas de guardar silencio, madres con nombres y apellidos, con rabia y dolor, madres que como Yesenia Zamudio, no van a detenerse hasta que se haga justicia, hasta que no haya ni una más, ni una menos. Ellas ya rompieron el silencio y si a las autoridades no les gustan las formas que se pongan a trabajar, y si el gobierno considera que a estas madres les violaron y asesinaron a sus hijas, para desestabilizar con su conservadurismo las buenas políticas de prevención, atención y no repetición es que verdaderamente no han entendido nada. Si las autoridades, desde el presidente hasta la ausente titular de la CNDH van a hablar de alguna de estas mujeres, qué hablen de todas; pero que hablen de todas las mujeres y niñas que diario son violadas, acosadas y hostigadas (en el espacio público y en el privado), de todas a las que les avientan ácido, de las niñas que violan en sus cunas. Y que entiendan que si tocan a una nos tocan a todas.

Lo que las autoridades no entienden (y desafortunadamente tampoco lo hace un importante sector de la sociedad), es que estas mujeres exigen justicia por ellas, por sus hijas, por sus familias y por todas las mujeres que nadie nombra, que integran cifras y que ya hasta en las cifras pretenden desaparecerlas. Porque todos los días asesinan a una y otra y no resuelven ningún caso. Se suman y se acumulan los casos con rostro, con nombre solo para sus madres. Se trata de madres que no perdonan ni olvidan. De madres que claman justicia, demandan verdad ante feminicidios, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y homicidios dolosos. De madres dispuestas a todo, o como ellas mismas dicen: “insistir, persistir, resistir y nunca desistir

Estas valientes madres rebautizaron la CNDH como “OKUPA, Casa de Refugio, Ni una menos México” y con ello buscan presionar a las autoridades para aplicar medidas urgentes y efectivas contra la violencia de género. Y de verdad que se necesita ser cínico e indiferente para ver las imágenes y los videos de la toma de la CNDH, de los reclamos de las madres, de las pintas y de las intervenciones a los cuadros de los héroes patrios, sin que se te ponga la piel chinita y se te haga un nudo en la garganta. Son mujeres que no quieren dinero, que no forman parte de ningún partido político. Son madres a quienes les mataron, violaron y desaparecieron a sus hijas. Lo único que quieren es JUSTICIA, algo que se les ha negado por años. ¿De verdad vamos a venir a decirles que esas no son formas? Cuando lo cierto es que durante años la paz de las protestas no obtuvo respuesta.

 

Y no señor Presidente, nadie quisiera ser conservadora si esa fuese la definición de buscar justicia por la violación, desaparición o feminicidio de una hija. Y claro que todas estas madres y muchas más han alzado la voz y le han reclamado a sus antecesores, le han reclamado a Fox, a Calderón, a Peña y a todos los mexicanos por permanecer siempre callados e indiferentes. Y siempre lo hicieron por las vías institucionales, lo hicieron de forma pacífica durante más de diecisiete años; pero no fue sino hasta que se atrevieron a gritar, a rayar, a romper y a quemar algunas COSAS (así con mayúsculas porque son solo eso) que empezaron a escucharlas. Por que lo cierto es que como sociedad se nos ha endurecido la piel. Crecimos escuchando hablar de las mujeres asesinadas en Juárez (no son las muertas de Juárez), y desde entonces no se han más que sumado nombres a las miles de mujeres violentadas y víctimas de violencia sexual y feminicidio. Pongámosle nombre, hablemos de Norma Andrade y de su hija Lilia Alejandra García, de Irinea Buendía y Mariana Lima, de Karla, de Ingrid, de Abril, de Fátima, de Maria Elena, de Claudia, de Esther, de Fabiola, de Valeria, de las madres que lloran por sus muertas y de tantos casos más que si quisiéramos nombrarlas a todas en estas líneas no alcanzaría el ejemplar entero de la revista para poderlo hacer. Son los nombres que las valientes feministas escribieron en la plancha del zócalo capitalino el pasado 8M para recordarlas y que las autoridades limpiaron con toda una cuadrilla como si les molestara que les recordaran su ineptitud. Por ello personalmente yo no veo vandalismo, más bien veo un Estado ausente e indiferente que ha destrozado vidas por la impunidad. Veo mucho dolor, veo duelo, veo lucha, veo resistencia, veo exigencia, veo mucha sororidad. Lo que estas valientes mujeres están haciendo hoy es inspirador porque a pesar del dolor han decidido alzar la voz y clamar justicia.

En esta semana por ejemplo se cumplieron 3 años del feminicidio de Mara Castillo y  un año del ataque con ácido que sufrió Maria Elena Ríos, evidentemente ambos casos siguen impunes. Como sigue impune el feminicidio de Marichuy y tantos otros porque lo cierto es que en México se viola, mata, tortura, agrede, quema y desaparece a  mujeres en total impunidad. Y sin embargo nos siguen doliendo más los cuadros, las paredes, las letras de cobre y las instituciones que la vida de nuestras niñas, de nuestras mujeres, de nuestras hermanas y de sus cuerpos ultrajados, vejados, violentados, desechados.

México deber rendir cuentas sobre 73 recomendaciones del Comité de la Convención para la Eliminación de Discriminación Contra las Mujeres y las Niñas (CEDAW), donde más de la mitad fueron de carácter urgentes y piden actuar especialmente sobre la violencia de género, el feminicidio, las violaciones sexuales entre otras. Y me pregunto ¿qué va a informar si no ha cumplido? Las observaciones fueron conocidas y examinadas por la actual administración en una reunión en el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) en diciembre de 2018 y se creó una Comisión de Seguimiento de las Observaciones del Comité CEDAW, presidida por la SRE como responsable de implementar el Sistema para el Seguimiento de Recomendaciones Internacionales en Materia de Derechos Humanos cuyo objetivo es: integrar los avances en relación con el cumplimiento de la agenda de igualdad internacional y, sobre todo, en la prevención, atención y sanción de las múltiples violencias contra mujeres y niñas.

Este es el contexto actual y real, del cual por cierto, el presidente parece no estar ni enterado, México tiene obligación de presentar en este 2020 el llamado informe de Medio Camino para dar cuenta de las acciones emprendidas para atender el grave problema de violencia contra las mujeres, rendir cuentas sobre avances en dos de las recomendaciones más importantes de la CEDAW (la 19 y la 35), ambas enfocadas en prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres, con especial atención en el feminicidio, sus protocolos de investigación y su adecuada sanción. ¿Que vamos a informar? Hablarán de los recortes presupuestales a la CONAVIM, al INMUJERES, del cierre de refugios, de la desaparición del programa de estancias infantiles, en fin de la carencia de perspectiva a de género en la asignación de recursos públicos. ¿Irá Marcelo Ebrard a hablar de la solidaridad familiar de las y los mexicanos?

Frente a esta desoladora realidad yo le digo a mis hermanas que ocupan la CNDH ¡Que retiemble en su centro la tierra al sonoro rugir del amor! Y si hay que quemarlo todo para que sea haga justicia, que lo quemen todo y las mujeres resurgiremos como el ave fénix de entre las cenizas de este México que derrama la sangre de sus mujeres y niñas impunemente. ¡Nunca más silencio! alcemos la voz por todas nuestra hermanas violentadas, vamos a gritar fuerte hasta que nos escuchen, hasta que nos escuche el presidente, hasta que nos escuche el mundo. ¡Ni una más! ¡Ni una menos! Vivas nos queremos. ¡México no olvides los nombres de tus mujeres!