La tarea del educador moderno no es talar selvas
sino regar desiertos.
S. Lewis

La Universidad ha sido, desde sus orígenes, receptáculo por antonomasia del conocimiento universal que allí se ha generado y/o promovido y/o difundido. En ella se ha gestado o potenciado buena parte de las revoluciones sociales, artísticas e intelectuales que han hecho caminar a la humanidad hacia delante, sin tampoco dejar de sufrir los otros tantos problemas ––cuando no de ser crítica acérrima de ellos–– que han acarreado el mal uso y el abuso que consuetudinariamente hemos hecho de esos avances, del propio medio ambiente, con lo cual se han propiciado de igual modo, como escribió Lévi-Strauss, enormes dolor y sufrimiento, paradójico retroceso. En otras palabras, el llamado “malestar en la cultura” del que hablaba Freud.

Parte de mis mejores años los he pasado en la Universidad, primero como estudiante y después como docente. Nuestra universidad pública ha sido por otra parte, como una de nuestras instituciones más nobles ––si no es que la más­­––, espacio de justa movilidad social, entorno en el cual se han potenciado múltiples genios y talentos en las más diversas áreas. Pero en el camino la Universidad también se obnubiló con ese progreso, con ese nuevo universo del saber especializado, y en el propio transcurso fue perdiendo parte de su original esencia humanística, creativa. Sin embargo, las propias crisis le han hecho tener que volver la mirada atrás, darse cuenta que su tiempo está necesariamente en el presente y en el futuro, pero de igual modo en el pasado, porque no se trata sólo de avanzar en un progreso que ya no se puede detener, sino además de sanar y regular la relación del ser humano con sus congéneres, con las otras especies y con el medio ambiente, porque el equilibrio ecológico y por ende la vida misma están de por medio.

La Universidad Autónoma de Chihuahua ha decidido dar este impostergable paso con su llamada Renovación UACH Desarrollo Sostenible, resultado de varios años de concienzudos análisis y diagnóstico de qué aspectos de su plan académico y de estudios no coincidían ya con esta realidad de un mundo cada vez más complejo y globalizado, que exige incorporar los avances de un progreso científico y tecnológico que innegablemente oferta bienestar y confortabilidad, pero igual impone una más sensible y creativa manera de recuperar lo que de igual modo se ha perdido en el camino. Los objetivos y acuerdos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU exigen personas no sólo más y mejor formadas en su específico ámbito del saber, sino además conscientes y sensibles con el medio ambiente, con un sano equilibrio ecológico, con la igualdad y la inclusión, con un respecto irrestricto a los derechos humanos y de las demás especies, comprometidas con la construcción de sociedades más justas y democráticas, en otras palabras, con una visión más completa y panorámica.

El maestro Luis Alberto Fierro, quien por cierto se ha formado en áreas humanísticas, encabeza esta cruzada que pone a la UACH a la vanguardia en la construcción de un modelo más actual e incluyente, porque en la Universidad se deben formar mejores personas y seres humanos, involucrados con su contexto y el mundo en los que les ha tocado vivir y tomar parte protagónica de un inminente cambio. Este nuevo modelo pone al individuo y sus peculiaridades en el centro de la escena, en el entendido de que cuanto construye el ser humano deberá estar a su servicio y no al revés, pero también con la clara conciencia de que lo que nos deberá mover no serán el homocentrismo y el usufructo, el utilitarismo y la vanagloria, sino el equilibrio y el bien común, el respeto a la vida y a la integridad. En este sentido, habrá que darle otra vez peso específico a la creación y el arte, que en los estadios y de frente a los personajes más ilustres de la ciencia y la tecnología han jugado un papel fundamental.

Con el nuevo modelo educativo UACH-DS se busca abrir nuevos horizontes y espacios, ofertando innovadores esquemas de formación universitaria a través de programas de estudio flexibles, que les permitirán a los alumnos desarrollar competencias y habilidades para potenciar su acción en el campo laboral. Al erradicar la antigua y nociva inercia de carrera trunca, el alumno tendrá ahora oportunidad de aprovechar lo aprendido durante las etapas que conforman todo el ciclo, pues la UACH le expedirá un documento que valide todos esos avances y aprendizajes progresivos. Sin modelos preestablecidos, cada alumno podrá ir construyendo su propia curricula, de acuerdo con sus personales intereses y habilidades, talentos y facultades, con lo cual se propicia la integración de un individuo más satisfecho en el mundo productivo en que se incrusta, en el más amplio sentido del término.

La renovación UACH DS busca proveer a los alumnos de conocimientos para ayudarlos a pensar y a decidir mejor, para que contribuyan a mejorar su entorno y el mundo que los rodea, poniendo especial énfasis en las circunstancias propias de la región y en un desarrollo más justo y equitativo de la misma; “Pinta tu aldea y serás universal”, escribió el genio de Tólstoi. Se busca que cada estudiante transforme cada momento de su vida en un espacio vital de aprendizaje, porque en la medida en que la Universidad atienda y le dé valor a cada individuo, le podrá proporcionar las herramientas necesarias para conocerse y aprender a vivir mejor, sin duda la materia más trascendental de todas. Y en este proceso, el libro y la lectura por placer tendrán que volver a jugar un papel fundamental, porque ha sido el vehículo natural de transmisión de conocimiento y de experiencia acumulada, de creación y recreación del mundo y la realidad, en la consecución de universitarios más conscientes y sensibles, más agudos y creativos, más críticos y propositivos. Una educación distinta, para tiempos distintos. ¡La suerte está echada!