La historia es infinita. Otro camino distinto al de la partidocracia, es posible. También es viable una victoria fuera de los anquilosados esquemas ideológicos del siglo XX y la Guerra Fría.

Se escribe en El País: “El movimiento popular que impulsó este referéndum no está liderado por partidos o sindicatos, así que ninguna fuerza política puede arrogarse un triunfo que, sobre todo, ha protagonizado la ciudadanía”.

Considero que esta idea correcta, debe matizarse. Es un fenómeno más complejo e insólito lo ocurrido, Rebasa el concepto estrecho y limitado de “ciudadanía”. La rebelión chilena es pionera. Estamos ante un proceso mucho más lejos de la tradicional visión del antiguo “Estado Democrático”, basado en los “partidos” y sin embargo es también una expresión de la cultura política gestada en la democracia.

Chile súbito, iracundo, insospechado, brota debajo del asfalto, ¡Chile despertó! ¡Chile despertó! Entonan como cántico los jóvenes que se concentran en Plaza Nuñoa. Esta rebelión es completamente atípica. La lectura con ojos del pasado no sirve absolutamente para nada. Efectivamente, es una rebelión contra la desigualdad, es una rebelión contra un modelo llamado neoliberal, pero es eso y mucho más.

Lo que está debajo del asfalto y que llevó adelante esta revuelta, es la esperanza, de una rebelión de jóvenes que va más lejos de los parámetros de entender las revueltas, las rebeliones, las revoluciones, bajo los esquemas de las izquierdas anacrónicas del castrismo-estalinismo o del chavismo en el polo “revolucionario” y en el polo antagónico, las de la derecha intolerante, ligada a las iglesias y las religiones.

En Chile se está inaugurando un mundo de revuelta, de revolución que recoge tradiciones, que recupera formas de lucha, pero que va más allá.

Las anteriores palabras las dije hace un año, en plena rebelión. Mi esperanza ha sido rebasada con mucho al ganar por casi un 80 por ciento la opción de elaborar una Nueva Constitución y elegir a un Constituyente totalmente nuevo, surgido de las elecciones por voto universal, directo y secreto.

Una rebelión que comenzó con los pingüinos, estudiantes secundarios contra los incrementos al transporte público; se expandió rápidamente a los asalariados y extraordinariamente a los millones de excluidos, al precariado.

Una rebelión que mezcló las inmensas movilizaciones de millones de personas en Santiago, en Valparaíso, en el Norte y en el Sur de Chile con las fogatas y danzas rebeldes en las plazas llenas con jóvenes de todas las clases, las opciones de género y los sueños de cambio.

Eso se dio a pesar de que Chile es un país, con niveles de pobreza mucho menores a los de México y no se diga a nuestra dramática desigualdad.

Por supuesto que en Chile está la esperanza de construir otro camino.

Esto no es resultado de una explosión mágica.

En ese maravilloso país se construyó un movimiento obrero y de trabajadores hace más de un siglo. Tenía tradiciones comunistas, socialistas arraigadas en las masas capaces de construir sus propios sindicatos autónomos y unirlos alrededor de la Central Única de Trabajadores. Incluso la democracia cristiana era una corriente poderosa entre los trabajadores.

El fenómeno es semejante entre los estudiantes cuya organización nacional tiene más de un siglo, tuvo la capacidad de sobrevivir durante la dictadura de Pinochet.

Es inolvidable el proceso político social, previo que consiguió el triunfo de la Unidad Popular que llevó a la presidencia al doctor Salvador Allende el 4 de septiembre de 1970. Después de varios intentos fallidos.

Tuve la inmensa fortuna de estar en Chile en 1964, participando como delegado del II Congreso Latinoamericano de Juventudes (II CLAJ), un encuentro promovido por el entonces cautivador proceso de la revolución cubana, encabezado por Fidel Castro.

Gracias a eso, presencie la gestación del castrismo en el seno de las Juventudes Comunistas, que luego forjaron los grupos guerrilleros en casi todos los países de América Latina.

Junto a los castristas, viví también la ruptura en los partidos comunistas, de lo que luego fue la corriente maoista.

En reuniones paralelas al II CLAJ tuve ocasión de reunirme con el embrión de Sendero Luminoso escisión del Partido Comunista Peruano, que fundó el Partido Comunista del Perú, ese juego aparente de palabras, implicaba en rigor un fenómeno político, social y cultural de consecuencias trágicas.

En Santiago participé en actos políticos, que parecían sacados de la literatura, la cinematografía y el romanticismo comunista, surgidos de la Revolución Rusa de Octubre: asambleas sindicales dentro de las fábricas; manifestaciones que salían de la boca de las fábricas y se adueñaban de las calles de Santiago; debates insólitos por su contenido y duración en las asambleas estudiantiles.

Todo ello como preludio al gran triunfo de la Unidad Popular. Lo que no evitó la derrota del FRAP Frente de Acción Popular de comunistas, socialistas, cristianos de base y los gérmenes del MIR, ante la Democracia Cristiana que llevó a la presidencia a Eduardo Frei, en 1964.

Posteriormente, el gobierno de Allende (1970), derrocado de manera criminal por los golpistas militares aliados y protegidos por los gringos, hoy comienza a ser estudiado y por ello también desmitificado.

La lucha heroica de millones contra la dictadura exige un análisis despojado de atavismos. Donde se examinen los aciertos y errores de los partidos fundamentales de la Unidad Democrática: el comunista y el socialista; del heroísmo y cierto aventurerismo del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR y los del conjunto del movimiento popular.

Seguramente que todo ese proceso está detrás de la gran victoria de la rebelión chilena, lograda en estos días.

Los jóvenes mexicanos deben escudriñar y aprender las lecciones de la rebelión chilena.

Cito parte de una excelente entrevista publicada en El País, a la historiadora chilena Sol Serrano Pérez:

“La polarización, el crispamiento y la rabia revivieron desde nuestros alcantarillados como si fuera 1973. Es el ’73 el que está profundamente vivo. En las manifestaciones vuelve la misma música, las mismas consignas resignificadas. El ’73 es la memoria histórica de estos jóvenes que representa la derrota que los poderosos le infligieron a los sin poder. Es un ícono de la memoria más que de la historia…”.

Sin embargo, la propia Sol Serrano responde a la pregunta:

– “¿Traerá una nueva Constitución la paz social a Chile? ¿O el país deberá aprender a convivir con conflicto y violencia?

– “R. Con conflicto se vive siempre, pero no con violencia. La violencia va a terminar, no con el plebiscito sino por su evidente desgaste. El problema lo veo en cómo lidiar con el crispamiento social y la polarización política. A veces creo que solo el miedo a perderlo todo nos obligue a defender algo. La democracia y su capacidad de procesar el conflicto para no quedarnos estancados y gastar la energía y la creatividad solo en pelearnos. Miro con mucho interés la nueva generación política de la derecha y de la izquierda…”.