Los malabares del circo de varias pistas y las mil y un mañaneras, siguen narcotizando a millones, es decir consiguen adormecerlos con un sonsonete y una reiteración de “parlamentos” y recursos histriónicos más bien semejantes a los pastelazos de Viruta y Capulina, ni siquiera cercanos a la primera etapa de Cantinflas o a los momentos geniales de Germán Valdés Tintan.

En un panorama tan sombrío e hilarante, se requiere no perder el rumbo y escudriñar por dónde se pueda, a los actores colocados fuera de este tinglado putrefacto.

La cuestión no se puede afrontar con sacar del baúl de los lugares comunes y las “fórmulas” casi teocráticas del mundo “comunista” en extinción.

Tampoco de la nostalgia y la melancolía.

Para variar un poco y no repetir las inevitables críticas al gobierno actual, pueden parecer casi “rezos” ante el “confesor” de parroquia, contaré un episodio ocurrido hace casi diez años.

Ahora que presenciamos la riña en Morena por su dirección aparente, que además es una especie de espectáculo semejante a las luchas libres, sin la calidad, destreza y recursos deportivos que tienen los luchadores, tanto los enmascarados como los de larga cabellera, los “técnicos “ y los “rudos”; vienen a mi memoria estampas donde Marcelo Ebrard era un simple asistente de Manuel Camacho Solís que tomaba notas, la “minuta”, de las reuniones en su “Texas instrument” (antecedente de los iPad y demás gadget)

Hoy es el Secretario de Relaciones Exteriores más despistado de la historia diplomática o al revés el más tramposo, además desautorizado para ser “portavoz” por el mismo presidente; pero al mismo tiempo en plena frenética disputa para convertir a su pupilo Mario Delgado en presidente de Morena.

Delgado fue secretario de Educación del gobierno de Miguel Ángel Mancera.

Hace casi diez años, cuando estaban por cumplirse los 40 años de la Matanza del Jueves de Corpus en San Cosme, sucedida el 10 de junio de 1971; Salvador Martínez Della Roca me insistió en acudir a una reunión con varios veteranos del 68 y algunos participantes en la Manifestación del Jueves de Corpus; para “organizar los actos de recuerdo de esa represión”. Intenté evitar asistir porque soy repelente a esos actos tipo “Ramadán”, como los que se realizan con toda ritualidad por Tlatelolco y bajo la consigna “Dos de Octubre no se olvida”, pero El Pino me convenció y argumentó que cambiarían la fecha, para que yo pudiese asistir.

La reunión se realizó en una oficina ubicada en Avenida Chapultepec, casi frente a Televisa, supongo que era una de tantas oficinas que suelen tener las secretarías gubernamentales o de sus similares como se ha visto con la de la CNDH en las calles de Cuba, una de varias que tienen en la Ciudad de México y que ha sido tomada hace varias semanas por las feministas de diversas corrientes.

El hecho es que acudieron varios miembros del llamado “Comité 68”, entre ellos Raúl Álvarez Garín. Esa ocasión El Pino propuso “poner una estatua del escultor Sebastian” (sin acento) en la entrada del metro Normal. Seguramente era algo convenido previamente, porque sin falta se inauguró la escultura (que no estatua) el mero 10 de junio de 2011.

Sigo considerando que las “estatuas” solo sirven de recipiente para las cacas de las palomas, como decía Rebato Leduc, por eso y por no compartir esos rituales no asistí a dicha “ceremonia” solemne y de “homenaje” a los Caídos el 10 de junio.

Todos estos recuerdos vinieron a mi mente, porque hoy se publica una nota en la Sección Ciudad del Periódico Reforma (conservador y fifi) donde la nota principal dice: “Suma irregularidades la obra de Cine Cosmos” (sic).

Es muy revelador del nivel de ineptitud gubernamental. Esa idea se propuso en la reunión efectuada hace 10 años, con el entonces secretario de Educación del Gobierno de la Ciudad de México, Mario Delgado, seguramente el próximo presidente de Morena, designado por “el dedito” del jefe real y único de ese registro electoral denominado Morena.

Las mismas fichas en el dómino, que son 28, solo cambian de jugador después de hacer la “sopa”.

Pero ni modo, no me queda otra que comentar algo de los tedioso del panorama político actual.

A estas alturas no queda muy claro cuánto y cómo se incide en impulsar un viraje. Cada día o incluso en tramos más cortos las medidas gubernamentales, van cobrando una inercia hacia el desastre.

Las necesarias críticas a su ruta decadente, tienen una incierta repercusión.

Junto a sus favorables aprobaciones en ciertas encuestas, se presentan resultados desastrosos para su franquicia electoral, como acaba de ocurrir en Hidalgo y Coahuila.

El control apabullante del Congreso de la Unión hace posible aprobar las más delirantes medidas, como la desaparición de los fideicomisos.

La postración del presidente ante los militares y los gringos, lo tiene atrapado en un callejón sin salida. La violencia crece todos los días. Sus “estrategas” son premiados y en lugar de ser sancionados por sus fracasos estrepitosos, son promovidos para gobernar a Estados agraviados, como es el caso de la candidatura de Alfonso Durazo para gobernar Sonora.

La grotesca disputa por la dirección de Morena, no tiene parangón en sus antepasados PRD y PRI.

La tragedia por el Covid-19 y sus consecuencias en el conjunto de la triste catástrofe sanitaria solo puede narrase acudiendo episodios del Apocalipsis o el Infierno de Dante.

La decadencia del conjunto de la Partidocracia ha derivado en un inmenso desprestigio de la política y por supuesto de los políticos. Ese es uno de los datos de los comicios recientes donde la abstención llegó a dimensiones muy superiores a otras semejantes.

La antesala a la debacle económica es incalculable.

La dispersión de los críticos a su gobierno, parece tener un maleficio.

Los intentos de cierto tipo de construcción de un programa alternativo, no logran convocar a fuerzas sociales que permanecen prisioneras de los aparatos corporativos.

Algunas agrupaciones muestran tales debilidades políticas, organizativas y sobre todo recurren a propuestas, frases, consignas e incluso formas estancadas en el pasado y localizadas en regiones y segmentos sociales, que lejos de fortalecer a las tendencias democratizadoras, sirven de coartada al gobierno y sus propagandistas para atribuirse rasgos “transformadores”, a los que se enfrentan “los conservadores” y la “derecha golpista”

Ante la rutina, mediocridad y sistemática demolición de las más elementales prácticas de la política en que está empeñado este gobierno, me pareció más divertido narrar estas anécdotas porque además demuestran que siguen siendo los mismos “actores”, los que con máscaras y disfraces un tanto distintos continúan encaramados en el escenario político sin el menor rubor.

Para intentar escrudiñar lo que está detrás de la detención en los Estados Unidos del General Salvador Cienfuegos, recomiendo la lectura del libro El Segundo Disparo. La Narcodemocracia Mexicana, Eduardo Valle; Océano 1995, México.