El Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), evolucionó en unos cuantos lustros de ser un examen estandarizado más a convertirse en la referencia mundial sobre el avance de la educación mundial. Cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) da a conocer sus resultados desata debates acalorados en bastantes países, miembros o no, de ese organismo intergubernamental. La prensa y los medios destacan los rankings, sirven para bendecir o maldecir, depende del lugar que se ocupe en la escala.
En la academia surgen otro tipo de disputas, que trascienden menos, no se difunden en masa, pero van más al fondo de los asuntos porque PISA es mucho más que los rankings, aunque éstos sean lo más visible. También ofrece información sobre tramas que la OCDE utiliza para incrementar su influencia sobre muchos gobiernos. Además, sirve para prender alertas sobre cuestiones cruciales, como el incremento de las desigualdades y las brechas en el aprendizaje entre estudiantes de escuelas favorecidas y de desfavorecidas (la OCDE evita el lenguaje de clases sociales) y las causas que las originan.
El martes 29 de este mes la OCDE dio a conocer el Volumen V del examen PISA de 2018, Effective Policies, Successful Schools (París, 2020). En el boletín de presentación del volumen, el Directorio de Educación de la OCDE acentúa que la pandemia de Covid-19 provocó el cierre de escuelas y obligó a docentes y estudiantes de todo el mundo a adaptarse rápido a enseñar y aprender en línea. Este informe revela grandes disparidades, tanto entre países como dentro de ellos, en la disponibilidad de tecnología en las escuelas [lo cual es evidente, aun sin necesidad de estudios profundos] y en la capacidad de los profesores para utilizar las tecnologías de la información y comunicación de manera eficaz. [lo que también es conocido]; la novedad está en los números: “En promedio, en los países de la OCDE en 2018, había casi una computadora disponible en la escuela con fines educativos por cada estudiante de 15 años. Sin embargo, en muchos países, los directores de escuelas informaron que las computadoras no eran lo suficientemente potentes en términos de capacidad informática, lo que afectaba a uno de cada tres estudiantes en todo el mundo”.
El informe compara aspectos clave de las políticas escolares y la equidad. En general, los resultados de PISA 2018 revelan disparidades considerables entre escuelas favorecidas y vulnerables por la insuficiencia de personal docente y recursos materiales, incluidos los acervos digitales. PISA muestra que, ya antes de la pandemia, muchas escuelas enfrentaban escasez de medios para la enseñanza a distancia; claro nadie esperaba una plaga de tal virulencia.
Permítaseme dar cuenta breve sobre dos hallazgos que al parecer contradicen creencias comunes.
Primero, el parte PISA 2018 revela que los estudiantes que asisten a escuelas con más computadoras por estudiante obtuvieron una puntuación más baja en la evaluación que sus pares en escuelas con menor porcentaje (p.116). “En promedio en los países de la OCDE, una computadora adicional por estudiante en una escuela se asoció con una caída de 12 puntos en los puntajes de lectura antes de tener en cuenta otros factores, y con una disminución de 6 puntos después de tener en cuenta el perfil socioeconómico de estudiantes y escuelas”. Esta asociación negativa entre computadoras por estudiante y la puntuación de los estudiantes en lectura fue significativa (-15 puntos o más) en 14 países o regiones participantes, entre ellas México.
¿Qué implica este punto? En primer lugar, que más computadoras por escuela, aún en zonas favorecidas, no implican per se una ventaja si el personal docente no tiene capacidad cognoscitiva para —o no desea— utilizarlas. En segundo lugar, si no hay un ambiente de clase que empuje a un uso adecuado de la tecnología, la computadora es un distractor, no un activo para la enseñanza.
Segundo, la situación cambia si la computadora está conectada a internet y esa conexión es de calidad. Como era de esperarse, las escuelas con ventajas socioeconómicas tienen mayor proporción de computadoras conectadas a la red. En Argentina, Colombia, Líbano, México, Perú y Filipinas, la proporción de computadoras conectadas a internet fue de más del 40% mayor en las escuelas con ventajas (más del sector privado) que en las desfavorecidas.
Con ese quebranto de partida, la pandemia vino a agrandar la brecha digital. Por ello, aun antes de que concluya el programa Aprende en Casa II, es factible pronosticar que la desigualdad crecerá, tal vez a ritmos acelerados.
Contrario a cómo lo documentan los estudios de educación comparada e internacional, en México PISA no es motivo de grandes debates en la plaza pública. La influencia de la OCDE en la política educativa de gobiernos anteriores no fue debido a esa prueba, sino a estudios puntuales, fueran ya en sugerencias generales derivadas de los Panoramas educativos anuales, ya por encargo del gobierno.
Empero, desde el gobierno de Vicente Fox, PISA penetró profundo en el hacer del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación; inspiró pruebas nacionales a su semejanza y el elaboró perfiles educativos específicos para México, bajo el influjo de la metodología de ese organismo. Pero dudo que haya tenido una influencia mayor; las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación fueron eficaces en disminuir su ascendiente sobre el gobierno. Incluso, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación exige al gobierno que se retire de PISA y de la OCDE. Estimo que México seguirá en la organización, abandonarla sería muy costoso, pero sus ejercicios serán menos apreciados.
Por una parte, el gobierno muestra menos dependencia del exterior. Pero, por la otra, ratifica que desconfía del conocimiento, cualesquiera que pueda ser su utilidad.


