Ante la muerte y la vejez suele ocurrir lo que nos dice Erasmo de Roterdam: “Tu muerte será buena si lo ha sido tu vida …aunque debemos estar prevenidos ante lo que también nos advierte Erasmo …quienes se complacen en oír y contar milagros y mentiras prodigiosas…”.
De esa manera se construyen falsas memorias.
Guillermo Soberón, rector, que lo fue de la UNAM, ha muerto.
Durante su gestión de 1973 a 1981 se produjeron hechos muy convulsos en su vida política y hechos al interior de la estructura institucional.
Algunos escribirán en torno a su trayectoria como médico, investigador, político oficial y demás rasgos de su biografía, a lo largo de 95 años de vida; quiero comentar algunos de los momentos que tuve ocasión de actuar durante su rectorado.
En el libro El Médico, el rector , editado por el Fondo de Cultura Económica que realizó Guillermo Soberón con la colaboración de Larissa Adler- Lomnitz, Mauricio Ortíz y José Cuauhtémoc Valdés Olmedo, escribe: La llamada huelga que cerró la Universidad entre octubre de 1972 y enero de 1973 fue el principio del fin de una costosa cadena de usos y costumbres, según la cual los trabajadores de la Universidad interrumpían las actividades colocaban barricadas en las vías de acceso de la institución , ponían banderas rojinegras y montaban guardias en las dependencias , sin que todo eso implicara la retención de pagos, el riesgo de calificación o descalificación técnica por parte de la autoridad laboral y la posible pérdida de derechos”.
Fue un adversario de los Sindicatos, directo, sin ambages. Paradójicamente llegó a ser rector como consecuencia de la huelga del STEUNAM que no supo o no pudo resolver el rector Pablo González Casanova y por ello renunció.
Lamentablemente al llegar a la rectoría de la UNAM, Guillermo Soberón dio un viraje en la misma. Cambió la ruta diseñada por González Casanova para construir otra universidad basada en los Colegios de Ciencias y Humanidades como opción paralela ante la vieja universidad napoleónica, positivista establecida desde su creación por Justo Sierra. Condición que no pudo modificar ni su Autonomía en 1929, ni la lucha en defensa de la Libertad de Cátedra en los años treinta, al contrario, la Ley Orgánica expedida en 1945 (¡¡¡vigente hasta el día de hoy!!!) consagró una estructura vertical de sus formas y métodos de gobierno y además una estructuración basada en la existencia de Facultades y Escuelas, con cierto complemento en la Investigación mediante sus Institutos.
Guillermo Soberón, sin embargo, fomentó el mayor crecimiento de la UNAM, tanto en sus Campus, surgieron las entonces llamadas Escuelas Nacionales de Educación Superior ENPS hoy denominadas Facultades de Educación Superior FES y una expansión espectacular en su matrícula y singularmente el crecimiento de sus profesores. La UNAM, desde entonces, no ha crecido.
Ante la huelga del SPAUNAM y su mismo surgimiento, el rector Soberón impulsó la creación de un sindicalismo patronal a través de la Asociación Autónoma del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México AAPAUNAM.
Ante el inminente riesgo de perder la mayoría entre los académicos por parte del SPAUNAM ante las AAPAUNAM en la primera revisión del Convenio Colectivo, emprendimos una serie de pláticas con los dirigentes del STEUNAM y gracias a Evaristo Pérez Arreola y a Eliezer Morales del SPAUNAM, vencimos a las corrientes más sectarias del Partido Comunista Mexicano y del Consejo Sindical para construir un Sindicato único de Trabajadores y de Académicos al que llamamos STUNAM.
El STUNAM se fundó en marzo de 1977 y estalló una huelga en junio de ese mismo año y ante la misma, el rector Guillermo Soberón consignó a los afiliados y huelguistas del STUNAM como reos del delito de despojo, inspirado por Diego Valadés.
La PGR nos consignó e inició un proceso y con ello consiguió la intervención de la policía para arrestar a los autores del “despojo” el día 7 de julio de 1977. Miles de trabajadores fueron detenidos en el campus de Ciudad Universitaria, algunos fueron golpeados como fue el caso de José Woldenberg, César Chávez, Humberto Parra, Selma Beraud y Cecilia Montante y llevados a diversos centros de detención.
El STUNAM evitó ser dividido y logró su reconocimiento, la salida de la policía de las instalaciones universitarias y se cancelaron las acusaciones de “despojo” contra todos los trabajadores y los dirigentes del STUNAM.
Antes de la creación del STUNAM y de su huelga, Soberón en complicidad con Porfirio Muñoz Ledo entonces, secretario del Trabajo, pretendieron crear un Apartado C del Artículo 123 de la Constitución para limitar los derechos de los trabajadores universitarios.
Logramos derrotarlos. Conseguimos reformar el Artículo Tercero y establecer ahí los derechos laborales de los universitarios y además elevar a rango Constitucional la Autonomía Universitaria.
Curiosamente el esquema de “Titularidad Compartida” del Contrato Colectivo que impulsó Soberón, asesorado entre otros por Ignacio Carrillo Prieto, pudo ser el ensayo de un “modelo” diferente al monopolio sindical dominante en el país gracias al cual se sometió a los trabajadores a un control corporativo, el cual ha sido uno de los factores fundamentales del sistema autoritario mexicano y sobre todo de la debilidad de los trabajadores ante los empresarios y fuente esencial de los bajos salarios, la pobreza y la desigualdad.
Seguramente Soberón no tenía en su diseño, conscientemente, lo avanzado e incluso subversivo de un diseño de pluralismo sindical, pero tampoco lo teníamos en el sindicalismo universitario, ni mucho menos en el conjunto del sindicalismo bajo influencia de las izquierdas. Todo lo contrario, éramos y la mayoría de los grupos y dirigentes sindicales siguen siendo defensores del sindicalismo corporativo, de la unicidad sindical, de la titularidad única de los contratos colectivos, de las cláusulas de exclusión de ingreso y separación de los trabajadores que han depositado en manos de los líderes charros o blancos incluso en los “contratos de protección” el control de los trabajadores. Mientras todo ese andamiaje corporativo permanezca, no se podrá hablar de una real democratización del país.
Sin libertad sindical la desigualdad, los bajos salarios, el desempleo y la pobreza seguirán siendo el rostro lamentable de un país sometido a la demagogia y opuesto a las verdaderas transformaciones capaces de impulsar un nuevo camino.
Soberón seguramente presionado por el presidente Echeverría lo invitó el 14 de marzo a “inaugurar los cursos” de la UNAM, en ese grosero acto de provocación, el doctor Guillermo Soberón recuerda “la ceremonia comenzó como se pudo… iba a intervenir el líder del sindicato, Evaristo Pérez Arreola, pero se hizo a un lado quien agarró el micrófono fue Joel Ortega… que se soltó a despotricar contra el gobierno…”.