Fidel y el Pelusa conmovieron al mundo. Castro y el viejo Maradona los mancharon antes de sus muertes: El poder y la ambición los enlodaron.

Estos personajes legendarios no pueden verse a través de una mirada binaria: los buenos y los malos son eternamente eso: de un lado los libertadores, los ídolos de millones y del otro los defensores del sistema y los criminales.

No es así. Es hora de dejar de mirar la vida, la sociedad, la política y la historia; con el filtro de lentes cuyos colores solo admiten el blanco y el negro.

Fidel encabezó la Revolución Cubana que triunfó el 1 de enero de 1959.

Cuba fue un motor del sueño libertario en millones de jóvenes, no solamente en el Continente sino a nivel mundial.

Es posible que las esperanzas en Cuba y en Fidel expliquen la admiración que aún le siguen teniendo al viejo Castro.

El castrismo no se usa peyorativamente como se usa el término estalinista. 

Castro consiguió, lo sigue haciendo después de muerto, convertir al imperialismo yanqui en el culpable de todas las precariedades materiales de la Isla y también de la justificación de las limitaciones a las libertades.

Sin duda, el bloqueo y otras torpezas e incluso acciones criminales de los gobiernos y capitales gringos han dañado a Cuba, sobre todo a su pueblo. Paradójicamente le han servido a los Castro de coartada, para justificar sus errores en política, en la economía y en la imposición de un estado policiaco. Nada que ver, por cierto, con el socialismo genuino, hoy más vigente que  nunca, para echar abajo un capitalismo voraz y criminal.

Esa generación desde Cuba, es descrita así por Leonardo Padura:

“Creo que en esos años nosotros debimos  de haber sido, en todo el mundo occidental civilizado y estudiantil, los únicos miembros de nuestra generación que, por ejemplo, jamás se pusieron entre los labios  un cigarro de marihuana y los que, a pesar del calor que nos corría por las venas, más tardíamente nos liberamos de los atavismos sexuales… en  el caribe hispánico fuimos los únicos que vivimos sin saber que estaba naciendo la música salsa o que los Beatles (Rolling Stones y Mamas too) eran símbolo de la rebeldía y no de la cultura imperialista… los menos enterados de la herida física y filosófica que habían producido en Praga unos tanques más que amenazadores, de la matanza de estudiantes en la plaza mexicana llamada Tlatelolco, de la devastación humana e histórica provocada por la Revolución Cultural del amado camarada Mao y del nacimiento, para gentes de nuestra edad, de otro tipo de sueño, alumbrado en las calles de París y en los conciertos de rock en California”. Leonardo Padura. El hombre que amaba a los perros, México, 2000, Tusquets Editores.

No deja de ser interesante y simbólico que Diego Armando Maradona muriera el mismo día que su admirado Fidel Castro, de quien se tatuó su imagen en una de sus prodigiosas piernas, quizá por ello y otras manifestaciones propagandísticas, Maradona es un ícono del Castrismo.

Por el fervor al castrismo, ante sus prácticas misóginas y sus obscenos actos de exhibición de su riqueza, callan ante éste lado grotesco del “más humano de los dioses” según Galeano.

Diego Armando Maradona es una leyenda en Argentina y en una buena parte del mundo. Ante su muerte la gente se ha congregado por millares en Buenos Aires.

En vida era venerado en Nápoles donde hay en sus calles altares, que lo veneran casi como una figura religiosa. Incluso existe una denominada Iglesia Maradoniana.

Su actuación en el Mundial de Fútbol 1986 en México, en aquel inolvidable encuentro contra Inglaterra cuando anotó el gol más importante y de calidad de la historia de esos campeonatos, llevando el balón pegado a sus zapatos desde la media cancha, hasta anotar, en el minuto 51 y 3 minutos después hizo el gol con la “ayuda de la mano de dios”.

El partido se realizaba en plena furia de los argentinos contra el Reino Unido por la invasión a las Malvinas y por lo tanto la victoria del equipo albiceleste significó una inmensa revancha contra el Imperio Británico y sus soldados. Esa victoria, los argentinos que no estaban involucrados con la dictadura,  no se la podían conceder al gobierno militar de su país, por lo que la figura que capturó, con toda emoción y razón, esa victoria no solo futbolística, sino moral, fue el Pelusa.

No es tan sencillo explicarse éste fenómeno de culto ante Castro y Maradona.

Al morir en la misma fecha, se puede caer fácilmente en un conclusión: se termina una etapa.

No es así, el culto a el Pelusa y al joven barbudo que hizo la Revolución Cubana, se mantiene y hasta tiene adeptos un tanto ridículos como Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que Maradona era políticamente incorrecto y fue consecuente con sus ideas, no precisó si esas ideas comprenden sus actos misóginos y su adicción al dinero.

No sorprende mucho que él presidente admire a un “macho”, el mismo 25 de noviembre dijo en su mañanera, que el feminicidio y el homicidio eran lo mismo y por la tarde la policía se enfrentó a un grupo de mujeres radicales en el zócalo.

Justo el día que fueron asesinadas las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa, hace 60 años en Santo Domingo, República Dominicana de manera atroz por el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Para no olvidar ese crimen y continuar la lucha contra la violencia, se estableció en 1981 en el el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá, Colombia, se instauró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

No hay que olvidar la brutalidad que sufrieron, uno de sus ejecutores confesó:

“Después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas, María Teresa. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta, Minerva, yo elegí a la más bajita y gordita, Patria, y Malleta al chofer Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas. Traté de evitar este horrendo crimen, pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo”. El 9 de agosto de 1960, el dictador Trujillo les concedió el arresto domiciliario, permitiéndoles salir para visitar a sus esposos y para ir a misa. Tras un par de semanas en libertad, Trujillo dio la orden de eliminar a Las Mariposas.

Es hora de abandonar los cultos religiosos a líderes o figuras como Fidel Castro y Diego Armando Maradona y luchar porque no reaparezcan líderes similares.

Nuestras sociedades tienen el reto de imaginar y forjar un marco social, cultural, económico y ético libre de opresores, de explotadores y de feminicidios, entre otras metas.