Este miércoles 16, el presidente López Obrador avisó que Esteban Moctezuma Barragán dejará la Secretaría de Educación Pública para ser embajador en Washington, aunque seguirá ejerciendo mientras llega el tiempo del reemplazo concreto. El anuncio cayó de sorpresa, tal vez nada más el presidente y Esteban Moctezuma sepan las razones del cambio. Es una decisión de alto riesgo, pues la mudanza se da en el momento cúspide de la crisis sanitaria y la fatiga del sistema escolar y sus actores.

Desde que el presidente electo lo designó futuro jefe de la SEP, Moctezuma comenzó a tomar decisiones para perfilar un nuevo acuerdo educativo nacional y enterrar a la reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto por la vía de una consulta que generó expectativas. Hubo participación abundante y hasta entusiasta: la retórica vindicativa que amparaba muchos de los dichos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de sentimientos de docentes avalaba las propuestas, por muy vagas que fueran.

Ahora, dos años después, la educación está en el ojo de la pandemia. Vale la pena intentar un cotejo de lo propuesto y lo hecho en la SEP bajo la conducción de Esteban Moctezuma; esto implica ponderar créditos y débitos.

 

La consulta y el acuerdo educativo nacional

Si se mide por la cantidad de foros y participantes, la consulta que organizó Esteban Moctezuma fue un éxito. Pero no hubo el producto esperado, un documento guía con propósitos, instrumentos de política y estrategias para el desarrollo de la educación. A ese derrotero le denominaron acuerdo educativo nacional que tendría pilares organizativos (la descentralización física de la SEP a Puebla, por ejemplo) y pedagógicos. Hasta la fecha no se sabe que se haya publicado o formalizado tal acuerdo y el protocolo de acción quedó en el Plan Sectorial de Educación: 2019-2024. Al parecer, la descentralización quedará en el registro de promesas incumplidas, pero sería erróneo cargarlo a la cuenta de Moctezuma; es una deuda del presidente.

 

La reforma al artículo 3º

Imagino que escoger el 12 de diciembre de 2018 para firmar la iniciativa de reformas a los artículos 3, 31 y 73 no fue una resolución del alto funcionariado de la SEP. Fue determinación del presidente, él cultiva el valor simbólico de la fecha, acaso por eso su partido sea Morena. Pero la responsabilidad de preparar el ingenio de la mudanza fue de la SEP —y del asesor jurídico de la presidencia, pienso— y éste abrazó errores fundamentales. Por ejemplo, desaparecía el concepto de autonomía universitaria en la fracción VII. La SEP dijo después que se debió aun error de mecanografía. Unos pensaron que era un “buscapiés” para medir la reacción de las universidades. Esta conjetura toma fuerza hoy, ya se conoce la aversión del presidente a los órganos autónomos.

El Congreso procesó la reforma al artículo 3º con adiciones y modificaciones que propusieron investigadores de la educación; los partidos de oposición adoptaron la propuesta y tras negociaciones con Morena se llegó a un acuerdo. El artículo 3º vigente contiene más de dos mil 300 palabras; abarca conceptos como equidad y excelencia y afanes imposibles de cumplir, aun en el plazo largo.

Alguien dirá que fue un logro plantear una reforma a la reforma del gobierno anterior; y tal vez lo fue en términos políticos; pero el adeudo en equidad es grande. Claro, el rezago es histórico, pero dudo que con los instrumentos del gobierno de la Cuarta Transformación tengamos un sistema más equitativo. Menos aún con la pandemia que vino a empeorar la brecha entre pobres, clases medias y ricos.

 

La nueva escuela mexicana

En el ejercicio en autoelogio —de la 4T y de su labor— del 12 de diciembre de 2018, Esteban Moctezuma refirió a la hazaña de la consulta (más de 80 mil participantes y más de 700 mil entrevistados), abundó en el lenguaje de campaña: “Fue, sin lugar a dudas, muy injusto que se haya culpado a los maestros como los únicos responsables de los problemas de la educación pública”; para luego destacar que: “En primer lugar, tenemos que reconocer que la mayor riqueza de nuestro sistema educativo está, sin duda, en nuestras maestras y maestros”. Un secretario que no tiene dudas, certezas sí.

Esteban Moctezuma remató su pieza con una apuesta: “sin duda [y otra vez con fe], vamos a dar un paso crucial para avanzar en la cuarta transformación con una escuela abierta a la sociedad que sea el centro de aprendizaje comunitario. La nueva escuela mexicana y con una pedagogía que también será la nueva pedagogía mexicana”. La nueva escuela se convirtió en el eje discursivo del secretario con pocos asideros institucionales. El presidente nunca endosó tal retórica; de la nueva pedagogía mexicana no hubo más noticias.

 

La pandemia y la escuela en casa

Moctezuma respondió con prontitud a la emergencia sanitaria: ordenó el cierre de escuelas, echó mano de pocos recursos e improvisó alternativas para educar a distancia. Al actuar tan rápido hubo errores y expectativas irracionales (como la que los alumnos iban a  obtener los aprendizajes esperados), pero fue una respuesta. No cruzó los brazos. Para Aprende en Casa II ya no había tanta premura. Mucho se escribe y averigua en estos días sobre la experiencia. Hay abonos, claro, pero también equivocaciones. El encierro genera inconformidades; madres de familia y maestros están agotados y, aunque la SEP no gobierna sobre la pandemia, muchos le reprochan las carencias e insuficiencias.

Mi apuesta es que en el balance final habrá equilibrio entre provechos y pérdidas, no todas a cargo de la SEP, aunque sí del gobierno por la mala administración de la crisis sanitaria y por desfondar a la educación pública.

 

Las relaciones con las facciones del SNTE

Desde los tiempos de campaña la consigna fue clara: mimar a los líderes de las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en especial a los de la CNTE. Lo cual implica que cualquier secretario de Educación Pública tenga que expiar como pecador irredento y sufrir  desaires.

Los líderes sindicales consideran que es su logro, no del secretario —y quizá tengan razón— que para estas fechas se haya basificado a casi 400 mil docentes que laboraban como interinos y que nunca siguieron el proceso —que todavía no se conoce— transparente y equitativo que ordena el artículo 3º. Ello, a pesar de los recortes que acabaron con programas que tenían tintes de equidad, como el de la escuelas de tiempo completo.

En fin, es pronto para hacer un balance cabal, mas las aristas se perfilan con cierta claridad. No todo es blanco ni negro; pero en el final de los análisis hay más adeudos que logros.

 

Retazos

¿Qué pasará si el gobierno de Estados Unidos no le da el beneplácito?