A unos meses de las elecciones intermedias, el panorama es sombrío.
Estaremos ante un escenario de confrontación al interior de la Partidocracia.
Quizá como nunca antes, es una constante el fenómeno de cambo de “máscaras” de una casta política que no tiene el menor rubor para pasar de un partido situado en una postura extrema en la correlación clásica de “derechas “e “izquierdas”, al polo opuesto.
Incluso el trapecismo se da al pasar de ser abiertos opositores u opositoras del gobierno actual, a ser sus candidatos a gubernaturas por el partido oficial o uno de sus aliados.
La reelección de diputados y alcaldes hace posible que un porcentaje muy grande de los actuales integrantes de la Cámara de Diputados, se presenten como candidatos por enésima ocasión y lo mismo en varias alcaldías de la Ciudad de México y presidencias municipales. A todo ese panorama decadente se debe añadir el espectáculo de candidaturas salidas, literalmente, de las carpas.
Además de las elecciones, cada día aparecen personajes acusados por delitos de corrupción, complicidad con hechos de violencia de género, que realizaron torturas o vínculos con lo que llaman “crimen organizado”, los cuales son traídos del extranjero y al llegar a México se convierten en “colaboradores” o sus procesos desparecen como por arte de magia.
Los casos de corrupción del gobierno actual, crecen cada día y no hay ningún caso que haya merecido una mínima investigación.
Un dato novedoso es que en algunas encuestas se califica en porcentajes superiores al 50 por ciento, al gobierno de AMLO, como corrupto. Lo paradójico es que su calificación y aprobación sigue siendo muy superior al porcentaje con el que triunfó en los comicios del 2018.
Es muy difícil salir del círculo vicioso, que implica quedarse en la tediosa denuncia de casos particulares o peor en la trampa de caer en la falsa disyuntiva: con la Cuarta Transformación y su líder Andrés Manuel López Obrador o con la derecha corrupta y neoliberal.
En ese laberinto o berenjenal se ha perdido el rumbo.
Al menos para los movimientos, grupos y decenas de miles de ciudadanos que lucharon por ir caminando hacia la libertad y con ello dar pasos para desmantelar al viejo régimen autoritario y corporativo del Partido de Estado desde el PNR, PRM, PRI y ahora Morena.
Curiosamente Morena, es hoy por hoy el verdadero PRIAN, tanto porque sus dirigentes son en su mayoría procedentes del PRI y cada vez más del PAN y no se diga los integrantes del Gobierno en todos sus niveles.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador aplica una política antipopular, neoliberal, sometida a los militares y a los grandes empresarios y capitales.
La restauración mediante la estafa.
Así puede resumirse la naturaleza del gobierno de la Cuarta Transformación.
Es un gobierno inepto.
No es fatal ni eterno el predominio de éste modelo de gobernar.
Coincido con Leonardo Padura cuando cita a Vasili Grossman: La aspiración del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada.
La sistemática política del presidente para aniquilar a las instituciones autónomas, es un deliberado plan para eliminar cualquier control a sus políticas.
Si por medio de cualquier maniobra, el gobierno consigue mantener su mayoría simple en la Cámara de Diputados y gana la mayoría de las gubernaturas en disputa, junto con su firme ruta de control del Poder Judicial y la eliminación de las instituciones autónomas, el escenario para fortalecer un presidencialismo autoritario, puede conducirnos a la instalación de una dictadura disfrazada de “proyecto de trasformación”.
Bajo esta “doctrina” suena lógico el discurso, “narrativa” o para decirlo llanamente sin rodeos, la propaganda gubernamental que habla de una “lucha” entre
“defensores de los privilegios generados por el neoliberalismo” y los intereses de cambio verdadero a favor del “principio” primero los pobres.
Esta propaganda es divulgada diariamente por muchas vías: la “mañanera” de dos horas; difundida en vivo por varios canales públicos; replicada en redes y otros medios televisivos y radiofónicos. El control de los canales públicos: Once TV, Canal 14, Canal 21, programas muy importantes del Canal de la UNAM y otros canales en los Estados y medios televisivos donde los “ debates” y “programas de opinión” están a cargo de antiguos seguidores de Morena y de AMLO.
Existe además la operación de ubicar en los medios impresos a sus “analistas”.
La estrategia de propaganda o “construcción de una hegemonía ideológica” a favor de la “Cuarta Transformación”, cuenta también con el control de la Editorial pública Fondo de Cultura Económica a la que ya se fusionaron la EDUCAL y sus librerías.
La propaganda al estilo soviético, cubano y chavista está teniendo un creciente efecto de control de la mentalidad de millones de personas de sectores sociales empobrecidos a quienes además se manipula con los “programas” gubernamentales más poderosos, como el de “Adultos Mayores”, “Jóvenes Creando Futuro”, becas de preparatoria y universitarias, pavimentación de caminos vecinales y muchas otras obras públicas que se promueven como “dádivas del presidente a favor de los pobres”, conseguidas gracias al “combate a la corrupción” de más de “30 años de neoliberalismo”.
Toda es campaña propagandística rebasa los objetivos electorales, aunque los incluye, avanza sin tener al frente una opción de carácter social, popular.
Los movimientos feministas, de género LGTB; los de los estudiantes, los jóvenes que por miles integran al nuevo precariado que trabajan para empresas distribuidoras de todo tipo de productos dada la crisis de la pandemia; los ambientalistas; las comunidades campesinas e indias y los pocos pero significativos movimientos huelguistas; no tienen un programa, una propuesta electoral y mucho menos un partido en el sentido histórico, programático, ideológico y político para impulsar sus propios objetivos. Son el proletariado sin cabeza, que decía José Revueltas.
Es la izquierda no oficial.
Sufre la persecución e incluso la violencia de bandas que actúan impunemente. El saldo de muertes, ejecuciones y asesinatos de líderes ambientalistas, campesinos e indios es numeroso. Los casos de acciones represivas incluso en la ciudad de México, contra todo tipo de lucha, incluso la de los ciclistas es cotidiano.
Los propagandistas del gobierno y Morena acusan a todos estos movimientos de ser conservadores y provocadores.
Por ahora parece imposible la menor conexión entre esos movimientos y las oposiciones electorales.
Las alianzas y candidaturas de los partidos opositores no despiertan interés en muchos sectores sociales opuestos a AMLO.
La experiencia mexicana y la de otros países, antes y ahora, indica que sin unificar a las diversas fuerzas partidarias de la libertad, los gobiernos demagógicos como el de AMLO no podrán ser derrotados.
Es la hora de imaginar un camino capaz de aspirar a rescatar las luchas democráticas de los seis decenios anteriores y actualizarlas.