Allá por los setentas se les llamaba “saca-dólares”, ahora se ha olvidado el apodo, pero la práctica sigue en su apogeo. Los millonarios mexicanos depositaron en bancos de Estados Unidos, según el último reporte de la FED, sólo durante los dos últimos años, nada menos que 21 mil 88 millones de dólares para alcanzar un monto total, en noviembre de 2020, de 93 mil 618 millones de dólares. Por supuesto que muchos, entre ellos los propios empresarios, dirán que la fuga de capitales se debe a la incertidumbre para las inversiones que campea a partir de las políticas de la actual administración. Sin embargo, ese argumento no lo comprueban los hechos, porque hasta 2018, los empresarios mexicanos ya acumulaban un saldo de 72 mil 530 millones de dólares. Y eso a pesar de las políticas favorables para los capitalistas que se aplicaron en los sexenios anteriores.

La cuantiosa fuga de capitales no obedece, tampoco, a que los rendimientos sean mejores en Estados Unidos, porque la tasa de interés en México se mantuvo en los dos últimos años entre el 7 y el 4.25 por ciento, mientras en el país del Norte apenas llega al 0.25 por ciento.

Y en cuanto a la tasa de ganancia en las actividades productivas también es sabido que la rentabilidad del capital es más alta en México que en Estados Unidos, debido, fundamentalmente, a que los salarios allá superan en alrededor de 12 veces a los salarios en México. En principio, esta variable no tiene que ver con los depósitos de los mexicanos en aquel país, pues se trata de dinero invertido en bancos y no en la producción, pero vale la pena mencionarlo, porque significa que los ultrarricos de México prefieren perder ingresos por la más baja tasa de interés que pagan los bancos de allá, que invertir en México en las actividades productivas, donde obtendrían una más alta tasa de ganancia.

Esa decisión de sacar parte de su riqueza obtenida aquí para depositarla en bancos de EU sólo puede obedecer a que prefieren, aunque pierdan, tener su dinero en dólares que en pesos y en Estados Unidos en vez de en México. Por supuesto, hay un daño evidente para nuestro país, ya que esa enorme riqueza no se utiliza para hacer crecer la economía mexicana, ni para cooperar en la creación de empleos de la que tanto se ufanan los empresarios. El mayor perjuicio en el corto plazo es que la conversión a dólares para depositarlos en los bancos estadounidenses, presiona al peso y frecuentemente provoca una devaluación de nuestra moneda, la cual, desde luego, beneficia a los saca-dólares y perjudica a los demás.

Afortunadamente, la fuga de capitales que realizan desde hace muchos años los millonarios se compensa, con creces, con las remesas que envían los trabajadores mexicanos que laboran en Estados Unidos, pues mientras en dos años los ricos enviaron al vecino país 21 mil millones, las remesas sólo en 2020 sumaron 40 mil millones de dólares.

Otro aspecto que vale la pena mencionar es que durante 2019, el primer año de la administración de AMLO, que coincide con medidas como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la salida de capitales disminuyó un poco, pues mientras en diciembre de 2018 el saldo total de los depósitos fue de 72 mil 530 millones, al terminar 2019 ese mismo saldo fue de 71 mil 878 millones, es decir, disminuyó 652 millones en ese año.

Un asunto distinto fue durante la pandemia, pues en abril de 2020, el monto total de los depósitos de mexicanos en EU alcanzó un récord histórico, cuando llegó a 96 mil 407 millones de dólares, cuando, como bien subraya el excelente reportero de La Jornada Roberto González Amador, los empresarios en México clamaban por la ayuda del gobierno para enfrentar la crisis

Las cifras, pues, muestran, como quien dice medidas en dólares contantes y sonantes, la solidaridad de los trabajadores y la ausencia de ella en los millonarios mexicanos.