“Esto es nuevo, estas protestas en contra el gobierno con la bandera del feminismo, cuando en realidad todo esto está impulsado por el conservadurismo que está sintiendo afectado por sus intereses y privilegios”, dijo AMLO citado por “el pasquín conservador” Reforma.

Esa fuente puede ser que esa sea la explicación del galimatías del párrafo anterior.

Realmente estuve a punto de escribir algo un tanto solemne, para deslindarme de la izquierda gobernante, sus aliados y sus lambiscones.

La comedia presidencial no da para eso.

El feminismo, en todas sus variantes, consiguió algo fantástico: mostrar la soledad del presidente amurallado por bardas metálicas, para impedir una “conjura” para derribarlo del gobierno.

Lo importante de las movilizaciones a nivel internacional, es la creciente fuerza del movimiento contra la opresión de las mujeres, su valentía para combatir el patriarcado de milenios y ser cada vez más, una de los movimientos más radicales en contra de la sociedad capitalista.

Las cifras de violencia dentro de la misma familia, los feminicidios, las poderosas redes de trata y los daños terribles contra la sociedad, han conseguido ocupar un lugar central en la preocupación de miles de millones de personas en todo el planeta y han obligado a gobiernos, poderes religiosos, como la iglesia católica y el mismo Papa ha condenar al machismo en todas sus variantes, quizá aún de manera demagógica.

Poner el acento en el comportamiento del presidente, favorece el silenciar las causas de fondo del fenómeno del movimiento feminista y de género a escala nacional e internacional.

La creatividad del movimiento para convertir la valla metálica de palacio nacional, en un gran mural de homenaje y denuncia de las mujeres asesinadas, empleando la imaginación y la creatividad para poner flores de gran colorido, muestran su inmensa proyección.

Es una acción de una gran imaginación y de enseñanza para usar formas de lucha inimaginables hace apenas unos días.

La diversidad de orígenes sociales, culturales, de las edades de las mujeres que se manifestaron en las calles, las plazas, de todo el país y además a través de muchas formas por medio de las redes sociales, pusieron en evidencia la obsoleta reacción mojigata del gobierno.

Parece que el cretinismo gubernamental no es capaz de rebasar el viejo estilo priista de convertir a las víctimas en victimarios.

La paranoia policiaca llegó a extremos de invadir departamentos, como el de un colectivo denominado Obsidiana Negra para “decomisar” gasolina, mantas y otras herramientas que usan algunos grupos de feministas y mediante esos atropellos a las más elementales libertades y garantías de los derechos humanos, poder realizar un montaje de “conjura” contra el mismo Estado.

Se reprodujo un viejo estilo de represión empleado en los años 50 para reprimir a los adversarios del gobierno.

Antes de la manifestación realizaron arrestos de mujeres en el transporte colectivo, principalmente en estaciones y vagones del metro, por sus modos de vestir, porque portaban carteles hechos a mano y algunas mantas.

Paranoia policiaca anacrónica y profundamente contraria a los derechos de libertad de expresión, manifestación o de manera de vestir y usar sus propios cuerpos.

Durante la marcha se realizaron los llamados “encapsulamientos”, los policías cercan a personas para aislar a supuestos intentos de acciones violentas y provocadoras. Encapsularon durante horas a varias decenas de personas en el lugar de más visibilidad citadina, en la confluencia de Avenida Reforma, Bucareli y Plaza de la República.

Frente a Palacio Nacional, cuando las mujeres lograron derribar algunos bloques de acero colocados en la valla que “protegía” al Palacio Nacional, se hizo evidente la mentira del presidente quien adujo que la valla metálica era para impedir una valla de granaderos y con ello evitar los choques.

Esa vulgar mentira quedó evidenciada por fotografías y videos que muestran a los granaderos colocados detrás de las vallas, dispuestos para enfrentarse con las manifestantes. Lo que deja claro que estos policías salieron del propio Palacio Nacional, donde estaban acuartelados.

El colmo de la chabacanería fueron las personas situadas en posición de franco tiradores, armados con extraños rifles para derribar drones, siendo que la mayoría de las veces apuntaban hacía bajo, contra la gente y no hacia arriba donde suelen moverse los drones. Todo para evitar “que el espacio aéreo de Palacio fuese vulnerado”.

Patrañas al más viejo estilo del autoritarismo represor de las décadas de los 50, 60, 70 y algunas de reciente aplicación como el disparo de proyectiles de diverso tipo. Aduciendo que eran simplemente humo para extinguir incendios, sin que jamás hayan podido explicar porque había residuos de fragmentos metálicos en el piso. Esos disparos. lastimaron y pudieron matar a personas, como ocurrió el 1 de diciembre de 2012 en las afueras de San Lázaro, en la toma de posesión de Enrique Peña Nieto.

Como no “son iguales”, usaron el viejo modelo autoritario.

Después de la manifestación el gobierno en palabras del mismo presidente y sus voceros acusan a las víctimas de esas acciones policiacas como responsables de la violencia.

Una calca al carbón del comportamiento del Estado en 1968, que presentó a las victimas como victimarios, acusó a los activistas y dirigentes estudiantiles y también a varios militantes y dirigentes de las izquierdas, principalmente del desaparecido Partido Comunista Mexicano, de ser los autores de la matanza en Tlatelolco. Un juez de apellido Sánchez MacGregor abrió proceso contra varias decenas de personas por la comisión de hasta 17 delitos, entre ellos el de pandillerismo, uso y disparo de armas de uso exclusivo del ejército y otros similares, por los que permanecieron en prisión decenas de personas, por más de dos años.

Finalmente el MP se desistió de esos cargos, evidentemente absurdos. De esa manera totalmente ajena al debido proceso, salieron los presos políticos

Como dice Albert Camus en su libro El Hombre Rebelde: “el hombre en rebeldía es el hombre situado antes o después de lo sagrado, y dedicado a reivindicar un orden humano en el que todas las respuestas sean humanas, es decir razonablemente formuladas”.

Este pensamiento es lo que no tolera un estado autoritario y todavía menos un presidente convencido que es él y únicamente él quien representa “al pueblo bueno”.

Infortunadamente los términos izquierda, socialismo y comunismo, han sufrido un inmenso desprestigio por los crímenes cometidos en su nombre, contra millones de personas, muchos de ellos militantes comunistas que murieron torturados y ejecutados, sin embargo gritando vivas al dictador, ya fuese Stalin, Mao, Pol Pot, Castro o incluso el siniestro criminal Daniel Ortega en Nicaragua.

Comparto lo dicho por Robert Haverman en su libro Comunismo y Libertad: “aquellos que saben lavarle la cara a los que están arriba, que demuestran ser unos consumados encubridores de todos sus fallos, que saben festejar y adular a los que mandan, éstos son los que tienen más probabilidades de trepar. De todo eso tenemos demasiados ejemplos”.

Ante la lucha de las mujeres, del movimiento feminista, de sus causas y su legítima e histórica aspiración a la dignidad de su condición de género; es muy lamentable la actitud del gobierno y sus secuaces que quieren ponerse como víctimas de una conjura conservadora y desprecian el fondo del fenómeno y los millares de feminicidios, verdaderas explicaciones de la ira de muchas.