Es necesario saber que hay entre los príncipes, como entre los demás hombres, tres especies de cerebros. Los primeros piensan y obran por sí y ante sí; los segundos, poco aptos para inventar, poseen sagacidad selectiva en atenerse a lo que propongan otros. Los terceros no conciben nada por sí mismos, ni nada sacan en limpio de ajenos discursos. Los primeros son ingenios superiores; los segundos son talentos estimables y los terceros son como si no existiesen.

Nicolás Maquiavelo, El príncipe

 

En las condiciones actuales, donde el presidente López Obrador ocupa todos los días la plaza pública, atrae para sí los reflectores y centra en su imagen la acción del gobierno, es difícil calibrar el hacer de sus secretarios de Estado. Son invisibles, su personalidad —si es que la tienen— se desvanece ante el resplandor que el presidente expele en las “mañaneras”, videos semanales y giras por el país.

Cierto, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard y Hugo López-Gatell —que no es el secretario de Salud, pero actúa como si lo fuese— atraen flashes y micrófonos, pero sólo para cumplir encomiendas del presidente. Los demás no pintan.

No obstante, por efectos del tamaño de la población que cubre, el sistema educativo y por la visibilidad de muchos de sus problemas, los encargados de la Secretaría de Educación Pública ocupan espacios en la prensa y los medios. Moctezuma se atrevía a proponer, la maestra Delfina declara, sí, pero casi siempre en forma reactiva, para responder a demandas o esclarecer puntos que otros plantean.

Los dos asuntos más candentes en estos momentos son el eventual regreso a clases y las negociaciones con la facción mayoritaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. La SEP debate el primero en forma abierta, el segundo con una discreción tal que causa asombro a quienes se interesan en el tema.

La semana que concluyó se cumplió un año que se cerraron las escuelas. La pandemia forzó el confinamiento social y el alumnado quedó varado en casa. Ante el encierro y el programa Aprende en Casa, como era de esperarse, los líderes de las facciones del SNTE no actuaron al unísono. La partida mayoritaria, comandada por Alfonso Cepeda Salas, mostró cautela, mas se plegó a las demandas de la SEP. Fue una forma de pago por los beneficios en plazas regularizadas y el retorno —no generalizado— de pagos a comisionados sindicales.

Los jefes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se opusieron y buscaron la forma de sacarle “raja” a la pandemia. Todavía hoy impugnan la posibilidad de regresar a clases; pretenden que la autoridad acepte que ellos decidan cuándo y en qué condiciones.

Sobre la vuelta a las aulas todo mundo tiene una opinión; unos quieren, otros dicen que sí, pero con cuidado y garantías. Otros ven el riesgo de más contagios. Y en esas lides la maestra Delfina da la cara, refrenda adagios del presidente López Obrador y mide la respuesta de los gobernadores. Incluso, debate con quienes comparan la apertura de las escuelas con la de bares y restoranes.

Pero no responde en público a las demandas del SNTE ni de la CNTE. El Comité Ejecutivo Nacional del SNTE publicó el 16 de marzo el boletín 10-2021. Da cuenta de la instalación de la comisión negociadora SEP-SNTE del pliego petitorio y de una reunión que tuvo con la secretaria Gómez Álvarez en su despacho. Hasta publican fotos de ella y ellos en el salón Simón Bolívar del edificio sede de la SEP.

El CEN destaca que la maestra Delfina respondió que no se metería con los trabajadores sindicalizados. Lo cual refrenda la presunción de que con el memorándum del 10 de marzo va contra funcionarios “heredados”.

Los dirigentes también le pidieron a la secretaria resolver problemas laborales en el Tecnológico Nacional de México y basificación de docentes. A cambio, le ofrecen apoyarla para preparar el regreso gradual y seguro a clases presenciales. Claro, partiendo del análisis del protocolo, del programa de vacunación para los trabajadores de la educación y previsiones para que las escuelas cuenten con seguridad sanitaria.

Sin embargo, la SEP no acusó recibo de esa junta en sus boletines, ni una sola mención. La maestra Delfina tampoco ha hecho declaración alguna sobre las acciones de la CNTE, ni de sus demandas, que muchos consideran exageradas y una táctica de chantaje (ver “Frentes Políticos” de Excélsior, 22/03/2021).

La verdad no capto esta estrategia de silencio frente a las facciones del sindicato. Tal vez sean instrucciones del presidente López Obrador (él recibe en persona a los líderes, más a los de la CNTE que a los otros) o quizá sea una táctica personal o acaso que no entiende todavía el funcionamiento de los órganos corporativos. Ella proviene de uno, pero de diferente calado, el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México no es parte, ni siquiera aliado, del SNTE. Su ámbito de acción se circunscribe a esa entidad.

La secretaria tampoco ha soltado una “idea fuerza” (como dicen ciertos publicistas) sobre lo que será su desempeño. Allí contrasta con Esteban Moctezuma. Él lanzó el artilugio de la Nueva Escuela Mexicana y, además, instituyó sus líneas principales en el Programa Sectorial de Educación de este gobierno.

Cuando el presidente anunció el 20 de diciembre del año pasado que Moctezuma sería el nuevo embajador en Washington, me hice la conjetura de que quizás AMLO lo notaba con mucho protagonismo. No lo despidió pero, con todo y que tal vez lo veía con talento estimable, lo degradó. Acaso no quiera echar a perder su alianza con Salinas Pliego.

La maestra Delfina no tiene un padrino con televisora; así que tendrá que esforzarse por sí y ante sí para lidiar con los efectos de la pandemia y los líderes del SNTE. Así podrá demostrar que tiene personalidad propia, pienso.