El candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, prometió acabar con la corrupción; regresar el ejército a los cuarteles; combatir la miseria y la desigualdad, defender al medio ambiente y respetar a las comunidades; combatir la violencia y reducir los feminicidios, ejecuciones, masacres, secuestros, desapariciones forzadas y demás; castigar a los criminales y reparar los daños a las víctimas; aumentar el presupuesto a Educación, Ciencia y Cultura; erradicar el nepotismo; no dar privilegios a nadie; gobernar con justicia; defender a los migrantes mexicanos en los Estados Unidos y proteger a los migrantes de otros países en territorio nacional, incluso les ofreció trabajo en México; se pronunció contra la “mafia del poder” y su lema fue “por el bien de todos primero los pobres”; ofreció total respeto a la libertad de expresión, de manifestación y no usar la represión; respetar a los trabajadores y poner fin al charrismo sindical. Por todo ello y el hartazgo contra la clase gobernante consiguió un triunfo arrollador.

En cuanto fue declarado presidente electo y como presidente ha hecho todo lo contrario.

Su gobierno es una estafa.

Su habilidad para evadir explicar por qué hizo lo contrario de lo prometido, utiliza muchas coartadas. Una de ellas es repetir miles de veces las frases: no somos iguales, el neoliberalismo produjo la miseria, la corrupción y la decadencia moral; defiendo mi libertad y derecho de réplica contra los conservadores; me quieren dar un golpe los conservadores; no voy a ceder; el pueblo es el que decide; soy maderista y anti reeleccionista, estaré en la presidencia hasta el 2024 si lo quiere el supremo y si el pueblo no decide otra cosa. El PRIAN es el que nos llevó al desastre –pero en su gobierno, entre sus diputados, senadores y ahora entre sus candidatos a diversos puestos de gobierno y representación abundan priistas y panistas–, ha dicho que el “mercado regule al mercado”, principio sagrado del neoliberalismo.

Acusa al INE de parcial, promueve abiertamente la destitución de varios consejeros, empezando por Lorenzo Córdova y Ciro Murayama.

Además de haberse asignado diputados por encima de lo establecido en la absurda “cláusula de gobernabilidad”, en si misma antidemocrática, tiene un número de curules por encima del 8 por ciento establecido y sumó a 37 diputados extra.

Ante diversos escándalos de corrupción de miembros de su gabinete y su familia, la Secretaría a cargo Irma Eréndira Sandoval los ha eximido de cualquier acto de desvío o uso del patrimonio público, destacadamente los casos de Manuel Bartlett, la misma Irma Eréndira y su esposo y sus familiares Pío López Obrador y su prima Felipa Obrador.

Diariamente combate al “partido conservador” y pide apoyar a la “Cuarta Transformación. Hace campaña abiertamente a favor de sus partidos y aliados y combate a los de la “alianza conservadora del PRIAN”. Divide a sus opositores.

Alaba a los gobiernos del llamado populismo de izquierda en Venezuela, Cuba, Bolivia, Argentina y al mismo tiempo halagaba al presidente Donald Trump.

Pone a los ciudadanos ante un falso dilema: apoyan a la cuarta transformación o al PRIAN.

El presidente califica a sus adversarios como corruptos, chayoteros, defensores de la desigualdad y en suma, enemigos de la patria, la paz, la transformación y su política de “primero los pobres”.

Sus seguidores genuinos, sus empleados, sus voceros, propagandistas y sus bots atacan todo el tiempo a quienes lo criticamos. Insultan, amenazan, difaman. Usan los canales públicos para denigrar a los críticos del gobierno de AMLO.

No hay ningún cambio en las políticas sociales, económicas, laborales, de derechos humanos, de impunidad.

La pandemia del Coronavirus se ha manejado con gran torpeza y hay estimaciones que indican unos 500 mil muertos por esa tragedia, de manera directa o indirecta.

El sistema de salud está en quiebra. Miles de enfermos no han sido atendidos en los Hospitales públicos. Los casos más dramáticos son los niños enfermos de cáncer.

Pacientes con enfermedades crónicas han dejado de recibir atención oportuna y se han atendido de manera doméstica, hay muchas personas que han muerto por falta de atención en el sistema de salud pública.

Lejos de promover una reforma que garantice la salud de todos, el presidente tiene una campaña contra los médicos que trabajan en hospitales no públicos, la inmensa mayoría en condiciones laborales y salariales precarias. Hay una actitud demagógica de aparente repudio a “los médicos millonarios”, que a provocado un gran descontento entre los médicos y paramédicos contra el gobierno.

A pesar de su sistemática defensa de la Salud Pública, el presidente, su familia e incluso sus familiares se atienden en hospitales privados.

El enriquecimiento de los grandes millonarios sigue sin variar, en 2019 incrementaron su capital 13 grandes millonarios en 35 mil millones de dólares. La mayoría de esos capitalistas son integrantes del Consejo Asesor del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Nos encontramos ante un panorama desolador.

La furia contra una casta que a dominado el poder por un siglo, logró una rebelión electoral el 1 de diciembre de 2018.

El presidente triunfante despertó una gran esperanza de cambio y continúa teniendo el respaldo de una ligera mayoría por un poco más del 50 o casi el 60 por ciento, en los resultados de diversas encuestas. Paradójicamente esos mismos encuestados desaprueban a su gobierno en varios ámbitos: seguridad, economía, manejo de la pandemia; empleo, corrupción, y otros.

El presidente ha convertido a estas elecciones intermedias del 6 de junio, en un referéndum: a favor de la cuarta transformación o de los conservadores del BOA, Bloque Opositor a AMLO, así bautizado por el presidente, que agrupa al PRI, al PAN y al PRD.

Es un dilema falaz en lo profundo, pero electoralmente se está convirtiendo en una disyuntiva muy incómoda para muchos opositores a las políticas antipopulares del gobierno de AMLO. No solo la derecha se opone a su gobierno.

Los movimientos sociales avanzados de los recientes 60 años Desde 1958 ferrocarrileros, maestros , telefonistas, estudiantes y campesinos de finales de la década de los 50; todos los movimientos estudiantiles de la década de los 60, incluyendo al 68 y al 10 de junio de 1971; la insurgencia sindical de los 70 y principios de los 80, el nacimiento del movimiento urbano popular a raíz del sismo de 1985; el movimiento del CEU en la UNAM de 1986-87; la campaña electoral de 1988; el levantamiento del EZLN en 1994 ; la creación del IFE hace 30 años; la victoria opositora en 1997 en la Cámara de Diputados, y el gobierno del DF; el movimiento en la UNAM del CGH; la alternancia que sacó al PRI de los Pinos en 2000 y las luchas de éstos primeros 20 años del siglo 21, no pueden quedar atrapados por la disyuntiva AMLO o la Derecha.

Rechazar a un presidente estafador que pretende erigirse en salvador de la patria, a costa de conducir al país a la debacle, no puede quedar sin opción.

¿Nos merecemos esto?