Esa célebre e ingeniosa respuesta del ciclista Porfirio Remigio al famoso conductor del Canal 2, Paco Malgesto, está como mandada hacer para definir lo que ocurre en el panorama político nacional.
Todo el pancho escenificado por el caso Félix Salgado Macedonio, pone en evidencia a la partidocracia.
Por supuesto, el premio mayor, se lo lleva con creces el presidente AMLO y su partido Morena.
Es alentadora la conducta de la mayoría de Consejeros del INE, encabezados por Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, por su apego a la Constitución y su rechazo a las amenazas en su contra, proferidas por el mismo presidente y las hechas a gritos por Félix Salgado Macedonio: los vamos a hallar, en sus casitas a cada uno de los que voten en contra de mi candidatura.
Resulta tan burda y grotesca la conducta del gobierno y sus seguidores, que se convierte en un episodio por debajo de los escenificados en las carpas de la época de Cantinflas, quizá es como algo menor al chotis del que habla la canción de Agustín Lara, Madirid, Madrid.
Lo preocupante es que esta pantomima, pone en riesgo la incipiente democracia, producto de varios decenios de lucha, protagonizados por muchas generaciones y diversos movimientos.
Por supuesto que esta realidad política, donde prevalece los hábitos, comportamientos e intereses de una casta, produjo una partidocracia.
Evidentemente que una democracia electoral implica la existencia de partidos, pero esa verdad de Perogrullo, no sirve para tratar de explicarnos por qué estamos viviendo este esperpento de régimen político.
Esta farsa bufa, sin embargo, ocurre en medio de disputas salvajes. En estas recientes semanas se han producido ejecuciones a la luz del día de candidatos, dirigentes y otras personas integrantes de alguna de las franquicias que usan la máscara de “partido”.
También han realizado “operativos” para detener con todo lujo de violencia a candidatas, como sucedió en Chihuahua; casi diario hay escándalos relacionados con acusaciones, a ex diputados, ex senadores y varios ex gobernadores en prisión dentro y fuera del país, por delitos relacionados con desvío de miles de millones de pesos e incluso de dólares. Es un escenario de pesadilla.
Los actos delictuosos o criminales, donde se involucra a personajes de la casta o la partidocracia, dan para escribir centenares de páginas y es un mundo que ha convertido a los noticiarios de radio y televisión en miles de minutos de narraciones e imágnes, de lo que se denomina nota roja.
Los actos de violencia contra movimientos feministas, estudiantiles, campesinos, ambientalistas, migrantes del triángulo norte de Centroamérica y las desgarradoras escenas de los niños no acompañados encerrados en jaulas o abandonados en medio del desierto en Arizona, Texas o Nuevo México, parecen tomados de películas de Rambo.
Esta tremenda realidad, está multiplicada por los cientos de miles de casos espeluznantes en torno a la pandemia.
Padres con niños enfermos de cáncer que deambulan por pasillos de hospitales o en ambulancias o en sus propios vehículos, en busca de medicamentos o atención para sus niños, no parecieran conmover en lo más mínimo al presidente, quien es capaz de dedicar horas a insultar a sus críticos y colocarlos en la picota de los enemigos de una cuarta transformación inexistente, que solamente ocurre en sus otros datos.
Infortunadamente los miles de datos falsos, las decenas de mentiras, impresiciones y acusaciones de conjuras “golpistas”, adosados con lenguaje populachero, siguen dando al presidente unos increíbles índices de aprobación.
Esa inmensa e irracional popularidad, tiende a convertise en fanatismo intolerante, donde la menor crítica al gobierno se convierte en “prueba” de “traición” y se derrama por todos los poros de la sociedad. No es únicamente en el seno de la “burbuja” integrada por el mundo de las “izquierdas” donde ha crecido el número de pleitos, rupturas de amistades y enconos familiares, sino que éste fenómeno de fanatismo e intolerancia está permeando a muchas capas de la sociedad y a diversas regiones del país.
Ante este panorama siniestro, es cuando es más necesaria la cultura democrática.
La solución de los conflictos y diferencias consustanciales en una sociedad dividida en clases, segmentos y diversos grupos de culturas, intereses y hábitos diferentes e incluso antagónicos, no puede o no ha encontrado otro método que el democrático, para darle salidas civilizadas a esas tensiones. Lo democrático incluye lo electoral, pero es mucho más rico que la competencia de partidos en comicios periódicos. Es la convivencia en la tolerancia y el respeto al otro.
Precisamente cuando más se requiere de un régimen político democrático, es cuando vemos un proceso decadente, como el que estamos viviendo derivado del conflicto del presidente y sus seguidores con una institución creada por todas las fuerzas políticas en los 30 años recientes, para moderar el conflicto, como lo fue el Instituto Federal Electoral, luego bautizado como Instituto Nacional Electoral (INE). Sin ellos. No hubiese llegado a la presidencia AMLO. Asi de simple.
El estilo de leñador del presidente para combatir los nidos de corrupción en el INE, el INAI, las guarderias privadas, los albergues femeninos, los comedores populares, el mismo Seguro Popular y todas las indiscutibles lacras de corrupción en el inmenso aparato burocrático; dejaron un saldo enorme de desempleo, recortes a intituciones científicas como el Conacyt, Bellas Artes y otros aparatos de cultura, tambien se amenaza con recortes a las Universidades públicas.
Muchos otros actos de “solución” paranoíca contra la corrupción, no han servido más que para multiplicar el caos y le ineptitud del aparato del Estado o agudizar las consecuencias trágicas en el asunto de la pandemia del Covid 19.
Un hachazo contra el INE, como el que anuncia casi diariamente el presidente, se va a multiplicar por la decisión de este organismo, de cancelar las candidaturas de Morena en Guerrero y Michoacán. Acabar o someter al INE a la voluntad presidencial, puede ser un golpe de consecuencias funestas para el incipiente proceso democrático y puede estimular los apetitos de una “presidencia” salvadora, con intenciones de perpetuarse “hasta que el pueblo lo quiera”.
Las falsas disyuntivas están detrás de la campaña de propaganda del gobierno: La defensa de la Cuarta Transformación o el regreso de la corrupción del neoliberalismo.
El pueblo bueno y sabio o la permanencia insoportable de los “fifís”.
Todo ello sin que se conozca nunguna propuesta de reforma social, que impulse una ruta de creación de empleo, salarios dignos y actúe contra la inmensa concentración de la riqueza en un puñado de millonarios, casi todos, por cierto, “asesores del presidente” y beneficiarios de sus canonjías, contratos y asiduos asistentes a las cenas palaciegas, donde no faltan los “regaños” combinados con los abrazos del presidente.
El asunto no es simplemente la “desproporción” de no registrar a unos candidatos, por no haber declarado “gastos de campaña o precampaña” inferiores a 20 mil pesos.
La cuestión es si vamos a continuar una ruta de destrucción o mutilación de estructuras de contrapesos al inmenso poder presidencial.