El multilateralismo no es una opción sino una necesidad en nuestra tarea
de reconstruir para lograr un mundo más igualitario, más resiliente y sostenible…”

(Antonio Guterres, Secretario General de la ONU)

 

Si algo positivo ha traído la pandemia es poder aprovechar las tecnologías de la comunicación que hacen posible vencer las barreras físicas de la distancia y dialogar incluso con quienes se encuentran en otras latitudes. Así fue como se hizo posible que hace dos semanas tuviera la fortuna de que un gran amigo aceptara la invitación que le hice para platicar sobre la Organización de las Naciones Unidas (la ONU), con mis alumnes (de las licenciaturas de derecho y relaciones internacionales), le pedí que lo hiciera desde su experiencia personal y que dejara de lado todo lo que es obvio y se puede encontrar en cualquier libro o sitio de internet; y así lo hizo.

Se trató de una charla amena, sincera y esperanzadora. Nos habló con franqueza no sólo de la importante labor que desde su creación ha llevado a cabo la ONU, sino también de la diplomacia, de la política exterior mexicana y de su basta experiencia. Se dijo heredero de la mejor tradición diplomática de México (yo lo considero a él como representante de lo mejor de esa diplomacia mexicana) y se auto definió como un “formador de cuadros” para seguir poniendo en alto el nombre de México en el extranjero. Nos hizo una breve presentación sobre las funciones de la ONU, sobre lo que significa la diplomacia y el derecho de los tratados. Hablamos del desarme, de la migración, de los refugiados, de la igualdad de género, de la pandemia, del derecho penal internacional, del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos en general.

Además, nos hizo un poderoso llamado hacia la reivindicación del multilateralismo, fundamentalmente a partir del enorme golpe que nos ha representado a todes la pandemia por la COVID-19 y en el contexto de los derechos humanos; pues como él mismo nos dijo, el objetivo del multilateralismo, como expresión no solo de la diplomacia; sino también de la política internacional entre estados; es precisamente ofrecer soluciones comunes a problemas comunes; como el de la pandemia por la COVID-19. En suma, nos contagió su pasión por su profesión y por servir a México, al grado que me siento obligada a compartir en estas líneas algunas de las reflexiones que me surgieron después de escucharle; fundamentalmente respecto a lo que él denominó la reivindicación del multilateralismo, o lo que es lo mismo, la reivindicación de la solidaridad y la cooperación internacional; y a lo que yo añadiría, la necesaria reinvención del multilateralismo para hacer frente a los complejos problemas mundiales en atención a la realidad geo política actual.

La pandemia ocasionada por la COVID-19 ha venido a acelerar diversas transformaciones que a nivel política mundial, de alguna manera ya estaban en curso, cuando menos en las últimas décadas; como lo es la paulatina pérdida del carácter hegemónico de los Estados Unidos de Norteamérica; pero sobretodo el ascenso de China como una potencia global y todo lo que ello conlleva. Así, en este contexto de la pandemia, deviene necesario hacer una evaluación de la capacidad de respuesta del Sistema de las Naciones Unidas, empezando por el Consejo de Seguridad; que durante mucho tiempo se resistió, con la excepción de Francia (por la falta de consenso entre los miembros permanentes) a considerar la pandemia de la COVID-19 como una amenaza global a la seguridad y la paz mundial. Ahora bien, no obstante lo anterior, es de reconocer que dentro del Sistema de Naciones Unidas y sus organismos especializados, se dieron importantes esfuerzos para hacer frente a la pandemia, tales como el Plan de Respuesta Humanitaria Global.

Asimismo ha habido respuestas a nivel regional para hacer frente a la pandemia y dentro de estos destacan los posicionamientos de la CEPAL. Sin embargo, pensando en los llamados organismos multilaterales, sin duda la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido quien ha ocupado un papel estelar, y ello ha contribuído a colocar en un lugar prioritario la narrativa científica sobre el coronavirus, tanto para la definición de políticas sanitarias nacionales como para las expectativas mundiales en cuanto a los procesos de contagio, la vigilancia de los procesos epidémicos y del alcance de su propagación y las opciones de su contención.

La OMS desarrolla o se mueve en el ámbito de lo que podríamos denominar la “diplomacia de la salud”, que cuando menos idealmente se desarrolla con relativa independencia política, lo que le permite sortear las presiones de los intereses públicos, políticos y privados que pueden afectar de otra manera el sistema de Naciones Unidas. Citando a Miguel Ruiz Cabañas, el multilateralismo ha creado un mundo complejo de redes de comunicación, intereses, objetivos compartidos y otros rechazadosno sólo entre países, sino también entre coaliciones que incluyen Estados, organizaciones no gubernamentales, academia, expertos, medios de comunicación y sector privado. No acaban con las relaciones de poder entre los Estados, pero sí las transforman.

Y, es precisamente gracias a la acción concertada de los diversos países que se ha logrado la creación de principios y prácticas que permiten regular las actuaciones unilaterales de los estados, creando un piso más democrático entre países y en estos momentos de crisis sanitaria es cuando la solidaridad deviene indispensable. Sin embargo, la realidad es muy terca y siempre acaba por imponerse, y esto se traduce en que en la práctica, los estados no son iguales, el poder económico de unos frente a otros es muy diverso y para hacer frente a una crisis sanitaria como la que actualmente estamos enfrentando es evidente que las diferencias se agravan y que las mismas afectan de manera diferenciada a quienes se encuentran en posiciones más vulnerables, en situaciones de pobreza extrema o contextos de marginación y violencia.

Es en este contexto, donde pensar en hacer efectivos los derechos humanos, garantizar el acceso a un salario mínimo universal, el acceso a la salud, al agua, a la educación para todos adquiere más relevancia. Por ello y para ello, es urgente que se creen (o cuando menos se refuercen) mecanismos que a nivel global permitan el acceso en condiciones de igualdad a los materiales médicos e insumos de protección, a los tratamientos y a las vacunas contra la COVID-19, que de manera urgente se exija a los países que las niñas, los niños y los jóvenes vuelvan a las aulas y un amplio etcétera.

Un tema que no solo me apasiona sino que me compromete, ocupa y preocupa cotidianamente es el de los derechos humanos y en el contexto de la pandemia hemos sido testigos de las terribles desigualdades que enfrentamos las personas y los impactos diferenciados que la COVID-19 ha generado dependiendo de la especial situación de vulnerabilidad en que nos encontremos. Y es precisamente en la reflexión planteada durante la charla sostenida con los estudiantes de licenciatura, que se nos convoca a actuar en solidaridad. Citando al Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres en el sentido de que “nos necesitamos todos”, pero que es falso que todos estemos en el mismo barco, sino que más bien estamos en el mismo mar y por ende debemos pensar en plural. Si algo ha demostrado la pandemia es la gran fragilidad de nuestro sistema de salud y de nuestros modelos de desarrollo. La magnitud de los problemas es grande y se tiene que reforzar el compromiso con el sistema multilateral: la cooperación y la solidaridad como valores centrales de la estrategia de política exterior de los países ante la COVID-19.

Si algo nos ha quedado claro después de un año de aislamiento social y pandemia es que no es posible resolver de forma aislada un problema como el de la enorme crisis sanitaria derivada de la pandemia por la COVID-19 sino que la solidaridad es indispensable.

Es necesario pensar en plural y no desde el individualismo y para ello la articulación efectiva entre países, debe ser considerada como una de las soluciones más eficaces para resolver los enormes desafíos globales. La charla de Juan nos invita a reflexionar sobre el impacto que la pandemia derivada por la COVID-19 ha tenido en el multilateralismo; en su expresiones mundiales y regionales; específicamente la latinoamericana.

Al cierre de su charla hablo de la igualdad entre los géneros y de la urgencia de trabajar por conseguir la igualdad real (sustantiva dijeren en el medio jurídico) entre hombres y mujeres. Nos dijo con convicción que esto no nos debe llevar más de una generación y para ello hizo además un enérgico llamado a la cero tolerancia a los chistes machistas, misóginos, racistas y que hacen de la discriminación un objeto de burla. Hizo énfasis en que la verdadera generación de igualdad empieza en los hogares y en que sólo a través de la educación podemos construir una sociedad más incluyente, más igualitaria y por ende más justa. ¡Gracias Juan!