Una Bomba de tiempo está a punto de estallar en la UNAM.

La inmensa mayoría de los profesores de la UNAM tienen unas condiciones laborales precarias y salarios de hambre.

Prácticamente desde su fundación, las condiciones laborales de sus docentes son muy precarias.

La inmensa mayoría de sus profesores son de asignatura, según el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la misma Universidad Nacional Autónoma de México el 74.1 por ciento de sus nombramientos (37,638) corresponden a profesores de asignatura y asistentes de profesor, de ese universo, el 74 por ciento viven en la precariedad.

Hay 12,438 profesores de tiempo completo (2020), entre ellos están los Investigadores.

El total de personal docente y de investigación en la UNAM, es de 41,332 (2020).

Las difrencias de ingresos y seguridad en el empleo entre los profesores de Asignatura y la de los de Tiempo Completo y los Investigadores son abismales.

El pago por una hora de clase a un profesor de asignatura es de 106 pesos, un profesor que imparte 6 horas semana-mes obtiene unos 2,400 pesos mensuales.

En el polo opuesto hay Investigadores de Tiempo Completo o Profesores que pueden obtener ingresos por 150 mil pesos, sin sumar los que obtienen extra, si son miembros del Sistema Nacional de Investigación, al que pertenecen unos 4 o 5 mil.

Toda esta estructura tiene decenios.

Los profesores de Asignatura, son contratados por un semestre, su renovación de contrato está en manos del Consejo Técnico, formalmente y en rigor está en las decisiones de los directores.

En una palabra. No tienen la menor estabilidad en el empleo.

Lo absurdo del tema puede llegar a casos de profesores que son premiados por la Universidad y que tienen hasta más de 50 años de antigüedad y sin embargo nunca tuvieron estabilidad, lo que en la jerga laboral llaman “plaza o base”.

Toda esta escandalosa situación laboral ha hecho crisis en éstos días, dado que durante un año entero los profesores de asignatura no recibieron ningún pago por sus servicios, con la coartada de la pandemia y las consecuentes medidas de “clases a distancia”, ello dificultó el trabajo del aparato administrativo y no depositó de manera correcta los salarios de los profesores de asignatura. Esa es la explicaciòn que da la burocracia a ese atropello laboral inadmisible.

En los días previos, a la Semana Santa, la UNAM, tiene al menos 16 escuelas en paro o tomadas en reclamo a los impagos hacia el profesorado.

La cuestión va más allá de las cifras. No es algo “casual” la existencia de esa “estructura laboral” de los docentes en la UNAM, es producto de una política que en lugar de utilizar de manera racional el presupuesto y otorgar salarios dignos a todos sus profesores e investigadores, debe eliminar la simulación actual, que divide los ingresos de los profesores e investigadores de tiempo completo en salario tabular y los premios o “estimulos” o categorías especiales como el rango de “Profesores Eméritos”, lo que produce muchos fenómenos perversos.

Como ejemplo, veamos, lo que producen en las llamadas “prestaciones“ es decir, prima de antigüedad, de vacaciones, aguinaldos y sobre todo la jubilación donde se aplican en función del salario tabular.

La planta de profesores, tiene un alto porcentaje de profesores con más de 60 años de edad, porque casi nadie se quiere jubilar, dado que sus ingresoso pueden reducirse a la tercera parte de lo que obtienen.

Lo anterior, aunado a la no creación de nuevas plazas de Tiempo Completo ha impedido la incorporación de jóvenes a la planta docente y a la investigación a pesar de que muchos de ellos tienen posgrados de maestría e incluso doctorado.

La estructura laboral perversa en la UNAM se ha convertido en una barrera o una especie de lápida que impide a los jóvenes egresados incorporarse a la docencia y la investigación de tiempo completo, condenándolos a pasar años contratados como profesores de asignatura, semeste a semestre.

No pueden aportar sus conocimientos y los condena a ser profesores con una inestabilidad eterna, que tienen muchas veces que trasladarse largas distancias para dar clases en un plantel o facultad de la UNAM y desplazarse a otra Universidad como la UAM o a la Universidad de la Ciudad de México y en muchos casos se ven obligados a recibir ingresos miserables en Universidades privadas, algunas de ellas de las que coloquialmente se denimoninan como “universidades patito”.

El presupuesto de la UNAM aprobado en diciembre pasado, por el Consejo Universitario es de 46 mil 644 millones 845 mil 669 pesos, es insuficiente para atender a:

La UNAM es víctima –y tambièn las universidades públicas- de los recortes presupuestales del gobierno actual; pero ello no justifica una distribución tan aberrante hacia los salarios de los docentes e investigadores.

Es necesario que la UNAM modifique radicalmente la actual estructura de profesores de asignatura en precariedad total y al mismo tiempo tenga una elite de ingresos desproporcionadamente altos de los investigadores y profesores de tiempo completo.

No estoy proponiendo reducir los ingresos de los profesores, porque además de ser inconstitucional, ello se convertiría en una no solución del problema.

Lo que el movimiento de los profesores de asignatura exige es un salario adecuado y equitattivo con el que tienen los de tiempo completo y los investigadores.

No es algo imposible.

El Rector y las autoridades pueden hacer una distribución diferente del presupuesto: aumentando el número de profesores de tiempo completo y medio tiempo, dejando un pequeño porcentaje para profesores de asignatura que además no deaben ser contratados por semestre, sino adquirir mediante los procedimientos establecidos en el Estatuto del Personal Académico, la categoría de profesores definitivos e incluso titulares.

Una vieja argumentación de la burocracia universitaria para sostener la categoría de profesores de asignatura, era que en la UNAM debiesen estar profesores vinculados a sus profesiones para aprovechaar su experiencia empírica en hospitales, bufetes jurídicos, empresas de ingenieria, contaduria y demás; esa postura no es tan aberrrante. Siempre es conveniente que la Universidad esté vinculada a la vida real y aproveche la experiencia de sus profesionistas en las actividades que realizan en la sociedad.

Lo aberrante ha sido, que hoy sean profesores de asignatura quientes dan 20, 30 y hasta 40 horas semana mes, sin tener la posibilidad de convertirse en profesores de tiempo completo o medio tiempo. Hay estadísiticas que demuestran que el llamado banco de horas-clase lo dan profesores de asignatura, en mucho mayor proporción que los de tiempo completo.

Las experiencias anteriores del Sindicato del Personal Acádemico, SPAUNAM, la derrrota ante las APAAUNAM en 1980 por parte del STUNAM y otras luchas posteriores de los académicos deben estudiarse para no cometer los mismos errores.

Es momento de acabar con una estructura conservadora, centralista y opuesta a los jóvenes, que lleva decenios dominando la UNAM, lo que es ajeno a su naturaleza de institución democrática, abierta y respetuosa de los derechos, en primer lugar de los laborales de sus propios trabajadores docentes e investigadores.