El proceso electoral que culminará en una de sus fases el próximo 6 de junio con la emisión del voto ciudadano, ha presentado diversidad de acontecimientos dignos de ser analizados para prescribir el futuro de la política en México y de la democracia.

Observamos imperfecciones de los procesos de socialización política, cambios repentinos y súbitos en las preferencias personales y un dinamismo peculiar con grandes espacios de aprendizaje que contribuyen y aportan en buena medida a la creación o reconfiguración de la cultura política donde navegamos ciudadanos y ciudadanas en México cotidianamente. No hay limitaciones a la inteligencia y sí incentivos para mejorar procesos en futuras elecciones.

Apreciamos analíticamente las versiones de que el presidente López Obrador interviene en las elecciones con sus opiniones y reflexiones que diariamente hace en las conferencias “mañaneras” al salir al frente de críticas y opiniones de mala fe de quienes estuvieron en gobiernos anteriores en posiciones de privilegio que les generaron, con frecuencia, grandes cantidades de dinero que fueron a parar a sus bolsillos.

Estos personajes están ubicados, también, en distintos medios de comunicación televisiva, de radio y en periódicos que anteriormente recibían apoyos por los gastos de propaganda que realizaban los ex presidentes buscando obtener una imagen favorable de su persona ante la ciudadanía.

Y hay otras organizaciones y personajes que son financiados desde la embajada de Estados Unidos en México para desestabilizar al Gobierno mexicano. Ello se confronta con nuevas ideas e ideales de ver el futuro. Es obvio que con el actual gobierno, la corrupción de antaño no tiene cabida.

En Andorra, políticos y empresarios del pasado envían sus ganancias, desvían dinero a campañas electorales, compran bienes carísimos en el extranjero y en territorio nacional. Adecuaron la constitución y leyes para facilitar el saqueo de los bienes propiedad de la nación. Y hay asuntos que causan el rechazo popular.

Las tarjetas que utilizan candidatos de la oposición haciendo promesas de entrega de dinero y bienes a cambio del voto. Atraen el ejemplo del caso Monex en la campaña de Enrique Peña Nieto que propició el robo del sufragio; y el escandaloso fraude de Felipe Calderón en 2006, cuando usurpó la Presidencia y metió a la nación en una espiral de crisis constante creando conflictos buscando legitimarse ante la ciudadanía por la forma tan opaca en que accedió al poder presidencial.

Y ahí es donde debemos valorar la participación del presidente de la República. No se trata de una actitud del Presidente por influir en resultados, sino una vocación de una persona que lleva toda su vida luchando por los más altos valores de la nación como el que los representantes populares no lleguen a sus cargos por robarse los votos. Eso flagela y disminuye capacidades de desarrollo político.

Por eso, gran parte de los mexicanos vemos con especial aprecio el gesto presidencial de luchar contra el fraude electoral en todas sus formas y neutralizar a los grupos golpistas de la derecha conservadora mexicana que en su afán de mantenerse en el poder reciben financiamiento del exterior para obstruir la buena marcha del país. No lo lograrán.

@Bonifaz49