En marzo de 1964 viajé a Santiago de Chile. Participé en el II Congreso Latinoamericano de la Juventud, II CLAJ, el primero se realizó en La Habana. Era la primera ocasión que salía al extranjero. Desde el arribo al aeropuerto de Pudahuel, me encontré con un país muy rico en tradiciones políticas y sociales. Las jóvenes chilenas que nos recibieron eran militantes de las JJCC Juventudes Comunistas. Nos trasladaron al centro de Santiago, cerca del río Mapocho y nos instalaron en un modesto hotel. En cuanto estuvimos listos nos llevaron a una comida con los trabajadores de Chilectra, cuyo sindicato estaba dirigido por el PC Ch Partido Comunista Chileno, por la tarde noche se realizó un acto masivo de Inauguración del II CLAJ, en el Teatro Caupolicán un inmenso salón de capacidad para 6 mil personas. El acto estaba pletórico de asistentes de muchos sindicatos, de militantes comunistas y socialistas. Era algo inusitado para un joven comunista mexicano de menos de 18 años, porque en México el PCM era un partido muy pequeño, semiclandestino y con una casi inexistente presencia en el medio obrero y sindical.

Cada día de ese intenso viaje a Chile, estuvo lleno de emociones y de acontecimientos salidos de una novela romántica comunista. Manifestaciones, encuentros con obreros, reuniones con jóvenes comunistas de todo el continente, de varios movimientos castristas e incluso con las incipientes fracciones maoístas de escisiones de los PC (Moscos) (por Moscú) como la del embrión de Sendero Luminoso del PC del Perú, separado del PCP Partido Comunista Peruano. Esas típicas divisiones de los Partidos Comunistas expresadas en una especie de sopa de letras, muy bien narradas en la Vida de Brian el filme extraordinario y divertido de el grupo Monty Python (1979), donde una letra en una sigla puede ser motivo de disputas violentas.

Me tocó asistir a mítines del FRAP, Frente de Acción Popular, en la segunda campaña presidencial de Salvador Allende donde fue derrotado por Eduardo Frei de la Democracia Cristiana. En esos días hubo unas elecciones para reponer a un alcalde en la provincia de Curicó y en ellas triunfó un candidato de apellido Naranjo del mencionado FRAP, constituido básicamente por el Partido Comunista y el Partido Socialista, ello despertó muchas ilusiones de la posible victoria en la presidencia para Chicho, el compañero Doctor Salvador Allende. No fue así. Tuvo que esperar otros 6 años para triunfar el 4 de septiembre de 1970, entonces postulado por el frente electoral llamado Unidad Popular y luego derrocado por el Golpe Militar el 11 de septiembre de 1973.

Después de 15 años de una criminal dictadura, las fuerzas democráticas ganaron el No. El dictador Pinochet acató los resultados y dejó el gobierno, sin embargo, alcanzó a mantener su “Constitución” y precisamente el movimiento en contra de ella y la lucha por una nueva constitución, ganaron el plebiscito con más del 70 por ciento.

Teresa Gurza describe lo acontecido el domingo pasado en Chile de la siguiente manera, nadie mejor que ella en México para narrarlo, por su chilenidad forjada en años de vida con su familia, en esas tierras consideras como el otro mundo de libertad por el Pedro de Valdivia que describe Laura Allende en la serie Inés del Alma Mía, en el guión de Isabel Allende.

Ello aunado a la trayectoria como periodista y luchadora por una nueva sociedad en México y en muchos lugares del planeta, confieren a Tere Gurza una palabra llena de utopía:

“El exlíder estudiantil izquierdista y actual diputado Gabriel Boric de 35 años y el exfuncionario derechista Sebastián Sichel de 43, ganaron este domingo 18 las elecciones primarias y serán candidatos a la presidencia de Chile; cuya primera vuelta, será el 21 de noviembre y la segunda, el 19 de diciembre”.

“Chile ha pasado los últimos meses, inmerso en elecciones para cumplir con los acuerdos tomados por las fuerzas políticas frente a los estallidos sociales de octubre 2019, que provocaron una grave crisis política y económica.

Primero se hizo el plebiscito para saber si se quería una nueva constitución y el “apruebo” ganó con el 78 por ciento.

Luego la elección de convencionales, alcaldes y gobernadores regionales.

Y finalmente, las primarias presidenciales; en las que votaron tres millones de ciudadanos, el 21 por ciento del electorado, y fueron tan pacíficas y bien aceptadas por los perdedores, que lograron que la Bolsa de Santiago subiera.

Tal como sucedió cuando los comicios de mayo definieron a las 155 personas que redactarán la nueva constitución, los partidos tradicionales fueron rebasados por jóvenes y gente sin partido.

Boric abanderado de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, tiene a sus 35 años la edad mínima legal para ser presidente y ganó al comunista Daniel Jadue, alcalde de Recoleta, con el 60 punto 4 por ciento de los votos de su sector”.

“Sichel del conglomerado derechista Chile Vamos, es originario de Santiago y también abogado, pero por la Pontificia Universidad Católica de Chile”.

Es muy alentador que sea en Chile donde se esté configurando un proceso de construcción de otro camino, que combina la energía el movimiento autónomo con la acumulación histórica de la cultura política democrática.

Ello tiene mucha importancia, porque los años de terror de la dictadura, no pudieron exterminar las tradiciones de lucha democrática y las fortalezas del movimiento social. También porque esa historia no pesa como fardo en las cabezas de las nuevas generaciones.

El peso de las generaciones anteriores no oprime su cabeza, como advirtiera Carlos Marx, inspirado en Eclesiastés de la Biblia.

Espontaneidad, autonomía, creatividad y juventud, no están reñidos con la historia, pueden combinarse y producir un fenómeno esperanzador como ocurre hoy en Chile.

No es fatal el destino patético y tragico de las revoluciones cubana y de Nicaragüa, pervertidas y convertidas en dictaduras con pueblos hambrientos. Ni tampoco las grotescas caricaturas del “modelo de socialismo del siglo XXI“, como la triste tragedia de Venezuela, con millones de migrantes, miseria en el país y una dictadura obscena que puso al país al borde de su desparición como tal, convertido en territorio de trágicas ocurrencias de los tiranos en turno, Chávez y Maduro y sus nuevos ricos de la boliburguesía.

Chile es un refrescante viento de posible transformación social, sin atropellar la libertad , como está ocurriendo con la salvaje cacería contra los disidentes en Cuba.

Tampoco es imposible que un movimiento surgido de las luchas estudiantiles y de la inmensa rebelión civil y social, pueda traducir esa energía en opciones dentro del marco de reformas institucionales, como la convocatoria a crear una Nueva Constitución.

Fue muy inesperado el triunfo de los candidatos al margen de la clase política y los partidos tradicionales, sumando la presencia de los indios, las mujeres, los jóvenes rebeldes de las barricadas de Santiago, Valparaíso y todo Chile.

Se está volviendo realidad la estrofa “eso no está muerto no me lo mataron, ni con la distancia ni con el vil soldado”, ni tampoco con la abyección de los trovadores convertidos en bufones palaciegos.

Siempre habrá cantos de jóvenes emitidos desde las barricadas, contra los grupos de choque del Estado, como se está dando en Cuba.

Esas voces surgirán en defensa de la libertad y contra la militarización en nuestro país y los ominosos asesinatos de mujeres, indios, estudiantes, ambientalistas y periodistas. Pueden haber días oscuros y grises de terror, demagogia o confusión, pero los torrentes libertarios no se detendrán.

“Yo pisaré las calles nuevamente, de lo que fue Santiago ensangrentado” como dice con valentía Pablo Milanés que no se convirtió en bufón del palacio.

No olvido nunca la ofrenda que colocamos a Salvador Allende en su estatua frente al Palacio de la Moneda, en septiembre de 2001. Porque la continuidad de la lucha trasciende las fronteras, los tiempos y los partidos.

Viva Chile Mierda.