No obstante que unos piensen que hay homogeneidad política e ideológica en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, innumerables clanes compiten en la estructura administrativa por influencia y recursos. La contienda por la educación también se cultiva dentro del mismo aparato de Estado, en la Secretaría de Educación Pública.

En meses recientes, dentro del encierro dictado por la pandemia, casi al parejo del arribo de Delfina Gómez Álvarez a la jefatura de la Secretaría de Educación Pública, parece que se perfilan dos tendencias que postulan valores diferentes y, en consecuencia, posiciones pedagógicas que no comparten fines. Por supuesto hay otras perspectivas en la pugna, mas pienso que pueden agruparse en dos, la nacionalista y la modernizadora (por denominarla de alguna manera).

La primera, quizá comandada desde el Palacio Nacional por la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, pero cuya cara visible en la SEP es Marx Arriaga, director de Materiales Educativos. Tal vez la característica principal de este grupo sea su visión doméstica, hasta chovinista dirían algunos.

La otra no tiene un mando que se identifique en la plaza pública, pero me atrevo a especular que responde a intereses de la secretaria Delfina Gómez. Ella sí, maestra con experiencia y aunque conlleva una perspectiva política leal a los postulados de la Cuarta Transformación, piensa como educadora y, al menos, en ciertos campos mira al ámbito internacional.

La corriente nacionalista mostró filo en marzo. Marx Arriaga lanzó una convocatoria para rediseñar 18 libros de texto gratuitos en tiempo récord, sin pago a los autores y con una premisa clarísima: propagandear hazañas de la 4T, mediante el elogio de las tres anteriores.

En la plaza pública, con acritud y argumentos razonables, docentes, académicos y autores de libros de texto (que también son maestros) contestaron tal postura. No le fue bien a Arriaga ni a la SEP y, aunque la subsecretaria de Educación Básica, Martha Velda Hernández Moreno, expresó que primero vendría la revisión de planes de estudio, su advertencia paso inadvertida.

Aunque sólo concluyó dos de los 18 libros —y mal hechos según expertos consultados por Reforma (18/07/2021)— parece que le cayó chahuistle al proyecto completo. El Poder Judicial revisará la constitucionalidad de la manufactura de los libros de texto. Suma por la Educación, una organización de la sociedad civil, interpuso un amparo y, por lo pronto, el programa queda en el aire.

La otra corriente mostró músculo este mismo mes. La SEP y el Instituto Nacional de las Mujeres, en un comunicado conjunto del 17 de julio, anunciaron que prepararán estrategias para prevenir la violencia contra mujeres y niños indefensos. También que impulsarán que más chicas estudien ciencias y matemáticas; carreras en las que la proporción de mujeres es ínfima.

Inmujeres lleva tiempo en su brega; ahora incurre en la preparación de materiales de apoyo para docentes. La otra iniciativa es una puesta al día —al menos en los objetivos— de una proposición de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, denominada STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus sigla en inglés), que el gobierno anterior acogió y el presente lo había omitido.

Cierto, STEM es un proyecto que surge de uno de los organismos intergubernamentales aborrecido por la 4T por ser defensor del neoliberalismo, la tecnocracia y lo que se desee. Sin embargo, es una propuesta que encierra ofertas de equidad y mejora de vida de niñas y mujeres en general.

Andrew N. Meltzoff y Dario Cvencek, con un enfoque convergente de psicología experimental y educación, muestran que a edades tempranas los infantes registran estereotipos sobre temas académicos: “las matemáticas son para los chicos” y esto, a su vez, influye en las creencias emergentes y conceptos que los niños tienen sobre sobre sí mismos. En cambio, “las niñas no hacen matemáticas” (adopción del estereotipo), y “no hago matemáticas” (autoconcepto).

Los autores demostraron que los estereotipos y los conceptos de sí mismo desempeñan un papel poderoso en el aprendizaje académico. Pero puede modificarse con intervenciones apropiadas. Lo que propone el clan modernista de la SEP, junto con Inmujeres, es revertir la tendencia dominante justo como pregona la OCDE en el ámbito internacional y lo quiso hacer el gobierno anterior.

La controversia entre grupos también se nota en las posturas que toman respecto a la OCDE y el Programa Internacional de Evaluación de los Estudiantes, la famosa prueba PISA. La propensión nacionalista quisiera separar a México de la OCDE y juzga a PISA como un engendro maligno, como en alguna ocasión lo apuntó la CNTE. Otros autores ofrecen críticas serias de PISA y sus efectos, pero no abogan por abandonar a esa organización.

En cambio, acompañantes de la tendencia modernista, como Daniela Rocha González, directora de Seguimiento y Evaluación de Programas de la misma SEP, apunta que, “si bien los resultados de las evaluaciones internacionales deben complementarse a la luz de otros instrumentos y la visión de diferentes actores del sector educativo”, PISA es la brújula de la educación en México.

Si bien la tendencia nacionalista ocupa más espacio en la plaza pública (aunque mucho sea de críticas), la catadura modernista tal vez tenga más actividad en la cotidianeidad. Quizá no pregone tanto su hacer, pero está presente, al igual que en el Inmujeres y otros trazos del amplio sector gubernamental.

La reyerta por la educación no sólo es entre segmentos sociales, órganos corporativos y el Estado. También dentro del maquinaria burocrática misma. Cavilo que va para largo, es permanente.

 

Referencias

Meltzoff, Andrew N. y Dario Cvencek. 2019. “How stereotypes shape children’s STEM identity and learning.” En Developing Minds in the Digital Age Towards a Science of Learning For 21st Century Education, compilado por Patricia K. Kuhl, Soo-Siang Lim, Sonia Guerriero y Dirk van Damme, 37-45. París: OECD-Educational Research and Innovation.

Rocha González, Daniela. 2021. PISA: Brújula de la educación en México. Nexos Blog de Educación. 9 de junio.