Todavía no cumple el mes en el cargo de jefa de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros y Adela Piña Bernal siente ya el apremio de sus compañeros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Tomó una decisión que al parecer es correcta, aunque pudiera haber errores en los detalles. Vamos por partes
La hoy Usicamm tiene su origen en la Ley General del Servicio Profesional Docente que instituyó el gobierno de Enrique Peña Nieto con dos fines principales. Primero, poner orden en las relaciones laborales de los maestros y saber cuántos eran y qué hacían. Segundo, promover la transformación de los docentes de trabajadores (empleados) a profesionales.
El primer punto tenía como propósito desmantelar la red corrupción en la que habían caído la Secretaría de Educación Pública y los líderes del SNTE, al grado tal que todavía en abril de 2014 figuraban en la nómina magisterial más de 50 mil difuntos; además de que era pública y notoria la herencia y compraventa de plazas docentes. Con la creación del Servicio Profesional Docente (SPD) se alcanzó buena parte de ese propósito; empero, los opositores, en especial los militantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, no cedieron en su protesta con la consigna de que era una reforma laboral, no educativa.
El segundo fin era más complicado de alcanzar. Atentó contra la tradición de décadas de que los docentes son trabajadores de la educación, dependientes de un patrón, no profesionales con independencia de criterio y juicio propio. La idea de profesionalización estaba sembrada desde 1993, con la carrera magisterial, un esquema de pago por méritos que ofreció incentivos extra a los maestros en cinco niveles; del 28% del salario profesional en el “A” a más del 200% en el “E”.
La dirigencia del SNTE, entonces encabezada por Elba Esther Gordillo, colonizó la regencia de la carrera magisterial y se enseñoreó la corrupción. El SPD del gobierno anterior la limpió bastante gracias a que excluyó al SNTE.
Sin embargo, la buena fortuna socorrió a las facciones del sindicato con el arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder presidencial. Reformó el artículo 3 en 2019 y la Usicamm sustituyó al SPD, no lo desmanteló como quería (y quiere) la CNTE. La Usicamm se hizo cargo de disponer la trayectoria laboral de los maestros, que continuó sujeta a exámenes estandarizados. Rige sobre los procesos de admisión, la promoción a puestos de dirección y lo que en la jerga del sector denominan promoción horizontal (incentivos o bonos).
Si la CNTE no ceja en su empeño y le exige al presidente López Obrador que entierre a la Usicamm, la facción que comanda Alfonso Cepeda Salas (ACS) quiere colonizarla, volverla como antaño a la carrera magisterial, un órgano con gobierno bipartito. La expectativa de plazo medio sería tomar su control total.
Este no es un sueño guajiro, el SNTE tiene experiencia y tradición corporativa que sabe explotar. Por ejemplo, en marzo de este año, ACS le pidió (su lenguaje es solícito, sus demandas no) a la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, “tomar medidas ante las reiteradas insuficiencias del personal de la Usicamm, que representan una ‘afrenta’ para el magisterio y descalifican la nueva etapa de la educación que se está construyendo”. También denunció “que esos servidores públicos actúan con absoluta unilateralidad en la emisión de lineamientos, criterios y convocatorias” (Boletín del CEN del SNTE 12-2021). El reclamo es prístino: queremos cogobernar, nada de unilateralidad.
Esta facción tuvo un triunfo parcial, logró que el gobierno removiera a Francisco Cartas Cabrera de la Coordinación nacional de la Usicamm. Mas no entró uno de sus fieles ni paró el proceso de evaluación al que la SEP había convocado desde diciembre de 2020.
Al parecer, según el boletín SEP 144, del 6 de julio, ciertos de los vicios de la carrera magisterial renacieron —y tal vez con brío. Claro, la SEP no lo sella con esas letras, pero vale la pena resumir los párrafos que dan cuenta de la bronca:
La Usicamm detectó evidencia de comportamientos atípicos de parte de 79 sustentantes durante la aplicación de los instrumentos de valoración del Sistema de Apreciación de Conocimientos y Aptitudes. En consecuencia, esos registros se encuentran en revisión y no forman parte de la lista ordenada de resultados. El problema principal estuvo en el cuestionario de habilidades directivas. Se identificaron cadenas de solución 100 por ciento idénticas, es decir, “respuestas correctas e incorrectas exactamente iguales entre 5 mil 787 participantes”.
Puede ser que algunos de esos más de cinco mil docentes no hayan copiado ni hecho trampas, como se quejan en redes sociales. No obstante, Cepeda Salas de inmediato saltó a la palestra y se aventó duro contra la Usicamm (y por extensión contra la SEP). Exige “una exhaustiva investigación que permita identificar a los responsables de utilizar como mercancía los reactivos del proceso de selección para la promoción a funciones de dirección y de supervisión en Educación Básica, correspondientes al Ciclo Escolar 2021-2022”.
¡Qué bien que proteste por irregularidades! Acusa de que hay comercio de reactivos y tal vez hasta de pruebas completas, como en el pasado. Cépeda Salas, en nombre del SNTE, también exige “una revisión de los exámenes para deslindar responsabilidades, ya que la acusación en contra de los maestros es sumamente grave y daña su imagen, pues los docentes son los principales promotores de los valores y un ejemplo para sus alumnos”. Sin embargo, omite que, como en toda relación comercial, hay dos partes: el vendedor y el comprador.
Pienso que sí hay miles de docentes honestos y cumplidores, pero no todos cultivan un ética profesional. Hay unos que compraron o heredaron la plaza y llevan la chapuza en el alma. Sospecho que se encuentran entre los tramposos.
La Usicamm, la SEP y el gobierno de la Cuarta Transformación salen mal librados. Que bien que la SEP encontró fallas y la maestra Delfina y Peña Bernal las traten de frenar. Sin embargo, el hecho confirma que la corrupción sigue campante, aunque el presidente diga que ya no hay.


