La disyuntiva fue planteada inicialmente por Rosa Luxemburgo, dirigente comunista alemana, presa por sus ideas y luego ejecutada, en un texto escrito en la cárcel en 1915.
Esta tesis fue retomada en Francia en 1946 después de la II Guerra Mundial, por Cornelius Castoriadis y Claude Lefort, entre otros miembros del Partido Comunista Internacionalista El grupo comenzó entonces a publicar la revista del mismo nombre. Ellos, junto con otros militantes marxistas, consideraban que la URSS y los países autodenominados socialistas eran en realidad países de Capitalismo de Estado, donde surgió una nueva clase; la burocracia, mientras los trabajadores seguían siendo asalariados.
Castoriadis se fue alejando del marxismo.
Después de sucesivas escisiones, Socialismo o barbarie se autodisolvió entre 1966 y 1967.
Aunque ambos antecedentes no pueden soslayarse, el tema adquiere nuevamente cierta relevancia o mejor dicho debiese tenerla en el debate actual, dada la situación planetaria de decadencia que está poniendo en riesgo la existencia misma de la Tierra.
Esta realidad constituida, entre otros fenómenos de barbarie, por guerras locales en África, en Medio Oriente y ahora en Afganistán con la llegada de los talibanes al poder, luego del estruendoso fracaso de la invasión norteamericana, donde los derechos humanos más elementales están en riesgo, lo que ha llevado a un grupo importante de mujeres de todo el mundo a publicar un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que:
“1.- Exija del poder talibán mantener abiertas las fronteras para que todas las personas que deseen abandonar Afganistán huyendo de un poder fanático impuesto por la fuerza de las armas puedan hacerlo en unas mínimas condiciones de seguridad.
“2.- Respete los deberes elementales de solidaridad y compasión humana admitiendo en los vuelos y convoyes de repatriación de extranjeros al mayor número posible de afganos y especialmente afganas en peligro inminente, hayan estado o no al servicio de Estados o instituciones que los talibanes consideran enemigos.
“3.- Preste una atención preferente a las mujeres en especial situación de riesgo, sea por haber desempeñado tareas profesionales prohibidas por los talibanes, asistido a escuelas y universidades, conducido su vida al margen de una moral fanática o cualesquiera otros motivos.
“La exigencia de que el poder talibán mantenga abiertas las fronteras a quienes deseen abandonar Afganistán conlleva el compromiso simétrico por parte de los miembros de la comunidad internacional, y que nosotras también reclamamos con energía, de acoger a los refugiados y refugiadas de Afganistán, colaborando en su caso a aliviar la presión que un éxodo masivo podría suponer sobre los países limítrofes”.
No se trata como se puede ver de un debate doctrinario o un duelo de citas entre hermeneutas del marxismo religioso, sino de poner en la palestra sí es procedente ahora en el siglo XXI, una transformación de la sociedad capitalista radical.
Desafortunadamente los términos socialismo, comunismo, izquierda e incluso socialdemocracia están desprestigiados por las dictaduras en que devinieron las Revoluciones Rusa, China y cubana y los modelos de sociedades que se forjaron en el llamado socialismo realmente existente y las complicidades de la socialdemocracia con la I Guerra Mundial y sus abdicaciones ante el llamado neoliberalismo.
Con ese pensamiento religiosos se ha facilitado el triunfo de la derecha más primitiva en muchas partes como los seguidores del Brexit, en Inglaterra, Trump en los Estados Unidos, Erdogan en Turquía y los gobiernos derechistas en Hungría, Polonia, Armenia, Azerbaian, Brasil o el ascenso de tendencias derechistas en Italia con La Liga del Norte, Francia con la familia Le Pen y otras similares incluso en Australia.
Además de estos vuelcos a la derecha de electorados históricamente socialistas o comunistas en Europa, surgieron los llamados populismos de izquierda en Iberoamérica a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, como Chávez en Venezuela, los populismos en Argentina, en Bolivia y hasta un golpismo de caricatura en Honduras y nuestro doméstico populismo de Morena y el pejismo.
Todo ello pareciera conducirnos a una falsa disyuntiva: con el populismo de izquierda o con el conservadurismo, como le gusta colocarnos al presidente Andrés Manuel López Obrador.
No solamente por razones de mi propia biografía política, vinculada a las izquierdas e incluso al Partido Comunista Mexicano, de las cuales no me afrento, sino porque hoy más que nunca es necesario abrir el debate y el pensamiento hacía la construcción de otro camino rumbo a la supresión de un capitalismo de barbarie, es que hoy es conveniente, más que nunca, llamar a las cosas por su nombre.
Sin romper con la religión y la iglesia autonombrada comunista del siglo XX, se le hace un gran servicio al capitalismo y dentro del mismo a sus corrientes más derechistas.
En México es vigente la necesidad de romper con el nacionalismo estatista del antiguo PRI y su versión contemporánea MORENA y el pejismo.
La estafa que triunfó en julio de 2018 está tocando fondo.
Todas las ilusiones que despertó esa victoria contra el PRI o si se quiere contra el PRIAN, han sido traicionadas una por una, por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador:
Su lema “primero los pobres” se convirtió en un crecimiento espeluznante de la pobreza; su propuesta de regresar al ejército a sus cuarteles, en la militarización nunca vista del país, las fuerzas armadas y el ejército en particular realizan cada vez más tareas nunca antes asignadas: construcción de vías férreas como tramos del Tren Maya, de aeropuertos como el de Santa Lucía, administrador de Aduanas, repartidor de los “bienes sustraídos al pueblo”, se está haciendo una reestructuración del ejército dando un poder inusitado al presidente, ni los propios militares están conscientes, al menos públicamente, de lo que ello implica para el propio cuerpo armado.
Sus promesas de hacer justicia y acabar con la impunidad rayan en los actos chuscos de carpa, como su llamada Consulta Popular, que en realidad fue una coartada para no proceder penalmente contra los ex presidentes; en el mejor de los casos ha ofrecido a algunos familiares de desaparecidos durante la llamada Guerra Sucia, crear una “Comisión de la Verdad a la que ha puesto como límite no tocar al ejército, porque el presidente se apoya principalmente en él y es pueblo uniformado”.
Su política económica ha llevado al país al borde del colapso, donde los más lastimados son los de abajo.
Los recortes presupuestales han conducido a una restricción nunca vista en ciencia, cultura, educación y no se diga salud, donde el sistema está colapsado, causando estragos mortales en millones de personas sin ningún tipo de seguridad médica.
Su errática política ante la Covid-19, ha sido un factor decisivo en el inmenso número de muertes, contagios, saturación de hospitales y demás dramas humanitarios.
Ante ese panorama de barbarie planetaria y nacional, solamente queda repensar el camino a una sociedad libre de opresión y explotación, con un nuevo proyecto político, económico, cultural, ambiental, de respeto a los derechos de las mujeres y otras opciones sexuales y culturales, a los indios, sus culturas y sus formas de auto organización. Ese proyecto no puede usar los viejos modelos del socialismo, del comunismo soviético, ni de la socialdemocracia.
Es un socialismo libertario el que se requiere para afrontar y derrotar a la Barbarie capitalista.
