El cierre del año nos alcanzó, el 2021 se va y con él la oportunidad de lograr una recuperación económica ante la caída del -8.2 por ciento del año 2020. El rebote técnico que, en Consultores Internacionales, S.C.® estimamos es del 5.5 por ciento anual lo que representa un crecimiento insuficiente para regresar a niveles de prepandemia.

En México continuamos con el discurso de la polarización y de la división, sin horizonte de largo plazo y visión de futuro; más preocupados por el ahora que por la construcción de bases sólidas de bienestar de cara a una nueva etapa económica en el mundo, con reconfiguraciones del entorno geoeconómico que debemos atender y aprovechar.

En el recuento del año, la certidumbre en la inversión es uno de los grandes ausentes. Independientemente del crecimiento por rebote con el año previo, el nivel de inversión fija bruta privada está lejos de alcanzar su punto más alto que fue en el primer trimestre de 2018; la pública está a más de una década de retomar su nivel del primer trimestre de 2009. Al tercer trimestre de 2021, la diferencia con esos máximos es de -13.8 por ciento para la privada y de -48.5 por ciento para la pública.

Sin inversión no hay crecimiento y retomar la senda del crecimiento depende de la inversión en infraestructura y en el desarrollo del capital humano que fue otro gran pendiente: la persistente debilidad del mercado laboral, en la que estimamos que al cierre del año concluya entre 610.5 y 720.8 mil nuevos empleos, cifra próxima a la pérdida de 647.7 miles de empleos en 2020.

Más allá del volumen de nuevos puestos, la mayor deuda está en los niveles salariales, la subocupación, las condiciones laborales y la informalidad, características de precarización laboral. La eliminación del outsourcing, práctica legal y aprovechada a nivel mundial, debilitó a las empresas y orilló en buena medida a realizar ajustes en sus esquemas de contratación. Empresas y hogares débiles se traducen en un mercado interno de prolongada reactivación.

Estimular el crecimiento a través del mercado interno fue insuficiente por el acotado efecto que tiene en la producción debido a la dependencia  de las importaciones. Según el INEGI, en el 2010 las importaciones representaron el 46.2 por ciento del consumo privado interno total, al primer semestre del 2021 fueron del 67.2 por ciento. Consumir más no necesariamente demanda una mayor producción local y por tanto un crecimiento.

Entre todos los motores del crecimiento, el de mayor aporte fueron las exportaciones que explicó el crecimiento de la industria, pero ante la desaceleración de la demanda de Estados Unidos, las distorsiones en el abasto por falta de insumos y el alza en tarifas de transportación, poco a poco redujo su fuerza de tracción y su velocidad de crecimiento.

Las afectaciones en el comercio exterior, impactaron en la inflación. El alza de precios fue mundial y en México las estimaciones de Consultores Internacionales, S.C.® apuntan a que cierre en 7.5 por ciento anual, nivel no visto en los últimos 20 años. A partir del segundo semestre, los bancos centrales comenzaron a ajustar al alza las tasas de interés para contener la inflación. Hasta ahora el Banco de México se ha quedado detrás y con la escalada en la tasa de interés objetivo, ha acortado el margen de maniobra respecto de las medidas de la FED de Estados Unidos.

Desde luego se pueden enlistar más acciones que faltaron para tener una recuperación económica, pero la más importante es el respeto a la institucionalidad y a la democracia de los ciudadanos. El pendiente de este 2021 que hereda al 2022 es la armonía institucional y social.

Las elecciones del 2021 reconfiguraron el panorama político de los estados en México y, a nivel federal, resultó en un acotado resurgimiento de la oposición que recuperó escaños en el Congreso y alcaldías en la Ciudad de México. No obstante, se hicieron más presentes los ataques a órganos autónomos y las diferencias clasistas que enmarcaron la polarización social.

Lo que se dejó de hacer y que se debe retomar en el 2022 es recuperar la estabilidad económica para fortalecer a empresas y hogares, combatir la inflación y rescatar la cohesión social mediante el respeto de las instituciones y de la democracia.

México debe aprovechar el momento que vive el mundo económico, existen una gran cantidad de oportunidades que estamos dejando pasar, tenemos una responsabilidad con las siguientes generaciones de llevar a nuestro país a etapas superiores de crecimiento y bienestar, si no ponemos el talento, energía y recursos para ello nos estaremos condenando a la mediocridad.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®