Eso decía una balada de los años sesenta. Ahora es la política criminal contra los migrantes del presidente Andrés Manuel López Obrador. Es una postura que comparte con la extrema derecha europea, según lo señala Pablo Stefanoni, en su libro ¿LA REBELDÍA SE VOLVIÓ DE DERECHA?, esa corriente acepta incluso al movimiento LGBTTI+ para expresar su rebeldía, pero rechaza a los migrantes aduciendo que son homófobos.

En un artículo muy interesante de Omar Garfias, publicado en el Semanario Ríodoce en Sinaloa, nos informa: De acuerdo con el informe del gabinete de seguridad federal, el gobierno tiene desplegados 13 mil miembros del ejército y de la Guardia Nacional en el plan contra la migración en 30 puestos de revisión en la frontera sur con Rayos X y Rayos Gamma, 347 puntos de control migratorio, así como ocho buques y embarcaciones de control marítimo.

Ese despliegue inmenso de las fuerzas armadas del Estado mexicano, constituye una afrenta a los derechos humanos y está llegando a extremos cercanos a una catástrofe humanitaria.

Hace unos días hubo un enfrentamiento entre migrantes en las afueras de las oficinas de la COMAR, Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. Los haitianos se enfrentaron con migrantes de otros países, sobre todo los procedentes de Centroamérica, de Venezuela Cuba, el choque se produjo porque los haitianos cerraron la calle de Versalles y las oficinas de la COMAR para exigir la resolución de sus solicitudes de refugio. Un siniestro escenario excluidos de la tierra contra excluidos.

Los mitos antimigrantes son refutados por Omar Garfias en su artículo, citado anteriormente, Omar nos dice: Las crisis de migración intempestiva de 25 mil cubanos a Miami en 1980 y la de un millón 700 mil sirios a Alemania en 2015 han sido muy estudiadas y confirman que la migración es benéfica para las sociedades.

El ministro de economía de Alemania, Robert Habeck, declaró el 11 de enero, que, luego de la política para enfrentar la crisis, necesitan 300 mil inmigrantes más para sostener su nivel de crecimiento económico.

Los premios Nobel de Economía 2019, Esther Duflo y Abhijit Banerjee, lo explican así:
“Los recién llegados gastan dinero: comen, se cortan el pelo, van de compras. Lo cual crea empleo y, sobre todo, trabajo para otras personas poco cualificadas… esto tiende a incrementar sus salarios y puede compensar así el desplazamiento de la oferta de mano de obra, dejando igual los salarios y el desempleo.”

En México el racismo y clasismo se manifiesta principalmente contra personas afrodescendientes y africanos, llegando a expulsarlos de los barrios pobres.

Dice correctamente también Omar Garfias: La alarma racista de pensar que donde llegan los migrantes empeorará la economía, el desempleo y los salarios, es totalmente infundada.

“La afluencia de migrantes aumenta la demanda de mano de obra al mismo tiempo que aumenta la oferta de trabajadores”.

La política que reprime a la migración, no solo no entiende de economía, sino que es una política que se aprovecha del miedo para crear una narrativa de odio.

Es entendible el temor de las personas ante la migración pero, otra vez, los hechos demuestran que los buenos gobiernos construyen políticas que aprovechan la llegada de nuevas personas y potencian su economía.

Alemania pudo convertir la migración en un disparador de su potencial económico. El reto era mayor que el de México. Su economía es tres veces más grande que la mexicana, pero recibió una migración diez veces más grande que la que hemos recibido aquí”.

Además de las absurdas fobias por el desplazamiento que producirían las migraciones, perseguirlos favorece a las grupos de criminales que medran con los migrantes, llegando a cobrarles varios miles de decenas de dólares, como se probó en el caso de los guatemaltecos que viajaban en el trailer funesto por Chiapas a fines del año pasado.

Usar a la Guardia Nacional, convertida en ejército personal del presidente para reprimir a sus adversarios, para reprimir a los migrantes es una mancha indeleble del gobierno de la llamada Cuarta T que, en este tema, como en otros, dio un viraje de 180 grados frente a sus promesas electorales y en este caso lo hizo cediendo penosamente a las vulgares presiones de Trump.

Las instituciones estatales como el Instituto Nacional de Migración, están infestadas de “coyotes” que cobran sumas muy altas por realizar trámites que formalmente son gratuitos.

Las estaciones migatorias del INM son verdaderos campos de concentración, donde se priva de la libertad a las personas en movilidad, con condición migratoria irregular, por periodos de detención inconstitucionales, sin un trato digno, en espacios en donde permanecen hacinados, incomunicados y amenazados para que se desistan de sus solicitudes de refugio, durmiendo en el suelo, sin agua para beber o para asearse, con alimentación muy deficiente y sin ninguna atención médica.

En algunos centros de detención han ocurrido motines.

Si no se modifica la política contra los migrantes, vamos a vivir acontecimientos muy graves, donde puede haber más hechos trágicos de los ocurridos hasta ahora.

Cada vez más, es necesario poner en el centro del debate nacional los problemas reales.

Las maniobras del presidente para poner en la llamada “agenda pública” sus movimientos anticipados de “destape de sus corcholatas” o de sus iras contra instituciones de Ciencia y Educación Superior como el Conacyt, el CIDE, la UNAM, la ENAH y el resto de las Universidades, sin olvidar su campaña contra el INE y demás órganos autónomos; además de su naturaleza autoritaria desvían la atención de los problemas nacionales que juntos o separados pueden provocar una crisis mayúscula.

Una crisis, que lejos de convertirse en un viraje hacia políticas públicas a favor de los más pobres, sería el punto crítico de una decadencia casi irreversible.

Estamos a tiempo de voltear la mirada hacia la debacle económica; la inmensa crisis de salud; la creciente violencia con decenas de miles de muertos en masacres cada día más frecuentes en todo el territorio nacional; la agudizacion de los casos de feminicidio y violencia contra las mujeres; el fortalecimiento de los aparatos de control sindical del viejo y neo charrismo; los bajos salarios contractuales, sujetos a topes salariales a la mitad de la inflación; el crecimiento de la llamada economía informal; el aumento de la pobreza y la pobreza extrema, la desigualdad de las más ominosas del planeta:

A todo lo anterior se debe agregar la tendencia autoritaria de concentración del poder en la presidencia y la consecuente sumisión de los poderes legislativo y judicial.

Todo ese panorama facilita los actos de corrupción, reflejados en la asignación del 80 por ciento de los contratos de obra pública de manera directa. Además de los constantes escándalos de integrantes del gabinete, como el que ha sido sancionado por el Tribunal Electoral Federal, contra la secretaria de Educación, Delfina Gómez Álvarez, sin soslayar aquellos que involucran a amigos y familiares del mismo presidente.

Sumar las fuerzas opositoras no es algo sencillo, ni puede reducirse al ámbito electoral o partidista, las oposiciones son de carácter muy diverso. Existe una oposición partidista, hay un movimiento social contrario a las políticas antipopulares de AMLO y en el ámbito de las tradicionales coordenadas ideológicas de izquierda y derecha están presente ambos polos y otras corrientes nuevas, aunque sean incipientes que están más allá de las izquierdas y las derechas tradicionales.