Las distorsiones en las cadenas globales de valor han sido otra de las consecuencias de la crisis económica y sanitaria cuya solución se ve cada vez más lejos considerando los posibles cierres de fábricas en el mundo por la cuarta ola de contagios y por el encarecimiento en el transporte. Gobiernos y empresas deberán reforzar acciones conjuntas para el desarrollo de proveedores locales.

Dime qué insumo te falta y te diré a qué sector perteneces. Los impactos en las cadenas de suministro han sido generalizados y atraviesan la gran mayoría de las actividades económicas. Al analizar la proveeduría de bienes intermedios, se identifica el desabasto de semiconductores para la industria automotriz; de latas de aluminio y vidrio marrón para las cerveceras; de tubos PVC, cemento y acero para la construcción; y esos son tan solo algunos ejemplos.

Naturalmente ese impacto se transfiere a los bienes de consumo final que además de la escasez de autos nuevos, también la hay en productos textiles, juguetes y de electrónica (particularmente en telefonía y computación). Vaya, ni la tortilla de maíz se salva ya que su aumento de precio se debe al encarecimiento de harina, electricidad y gas.

Las causas para el rompimiento de las cadenas de valor han sido la crisis de contenedores, las largas filas para el desembarco marítimo y el encarecimiento de los fletes cuyo precio ha subido en más de 500 por ciento considerando que el valor promedio de un contenedor solía ser de 2,500 dólares y ahora ha subido a 15,000. Los principales efectos han sido el desabasto de insumos, retraso en las entregas de los productos y alza en precios al productor con el riesgo de transferirlos al consumidor.

En cualquier sector económico que se analice existen oportunidades para aumentar la proveeduría local. En la industria automotriz, por ejemplo, se han identificado que tres cuartas partes de la demanda de procesos son importados y que existen oportunidades de proveeduría en estampado, fundición, forja y maquinado. Otro ejemplo es la industria turística cuya cadena productiva es una de las más extensas; sin embargo, según la Secretaría de Turismo, más del 40 por ciento de las compras de bienes y servicios de la industria hotelera y restaurantera son importaciones.

Antes el incremento del contenido nacional era una estrategia de competitividad, ahora parece ser una medida de subsistencia. El análisis de la cadena de proveeduría en los sectores económicos y el emprendimiento de proyectos de desarrollo de proveedores son iniciativas que gobiernos y empresas pueden detonar para resolver las distorsiones de las cadenas de valor.

A nivel nacional, la ausencia de una política industrial que fomente el encadenamiento productivo está cobrando factura, pero en lo local puede existir una postura más proactiva y ejemplo de ello ha sido Baja California que desde 2019, con la puesta en vigor de la Ley de Fomento a la Proveeduría del Estado de Baja California, ha buscado apoyar, fomentar, promover y mantener la proveeduría en la región con base en sus vocaciones productivas con el fin de consolidar el grado de integración y de fortalecer la competitividad de sus empresas.

La experiencia en Baja California es sin duda replicable a otros estados o regiones del país con el objetivo de incrementar las compras hechas a las MiPyMEs por parte de las empresas ancla; sólo basta analizar el modelo de negocio de las industrias. Si bien cada industria es un universo, todo parte de un diagnóstico profundo que analice las necesidades de bienes intermedios, los servicios de soporte y mantenimiento y la disposición de servicios de logística que abaraten costos y hagan más eficientes los tiempos de respuesta.

Entre tanto, a empresarios nos toca resistir el embate del desabasto, retrasos en entregas y altos costos. Las buenas prácticas que suelen tener efecto, aunque se lean trilladas y parezcan una verdad de Perogrullo, son la planeación oportuna, la estimación de costos añadiendo un sobreprecio para anticipar impactos en la liquidez y echar mano de las negociaciones con proveedores.

Si bien el subsanar los problemas de desabasto es una visión que involucra a gobiernos, empresas y expertos en desarrollo de proveedores y en la que todos podemos participar, es competencia de los gobiernos detonar los primeros pasos y generar los mecanismos de política pública necesarios para integrar en mayor medida nuestra cadena de proveeduría.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®

 

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