El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que tiene su “testamento político”, para asegurar la continuidad de 4 T. Es muy revelador que el presidente pretenda, como Francisco Franco, dejar “todo atado y bien atado”, es una confesión, no pedida, de sus ambiciones autoritarias y totalitarias.

Dejar “todo atado y bien atado” para que se mantenga su llamado “proyecto” de “cuarta transformación” explica por qué el presidente pretende anular cualquier contrapeso a su gobierno. Para ello no ha escatimado las maniobras encaminadas a someter a los poderes Legislativo y Judicial y a eliminar a los órganos autónomos, desde el INE hasta las Universidades.

La “herencia” de su testamento político es nefasta para el país y particularmente para los trabajadores y demás sectores que viven en la pobreza y la extrema pobreza.

Tres años de gobierno de AMLO han significado un aumento de la desigualdad; un crecimiento del desempleo; caída del PIB; aumento de la inflación; aumento de los feminicidios; cifras muy altas de muertes violentas superiores a las de Calderón y Peña nieto , las masacres continúan; operación generalizada de los cárteles en todo el territorio nacional; militarización de la vida pública en el país; persecución a los migrantes con la Guardia Nacional y el resto de las fuerzas armadas; un desastroso manejo dela pandemia del COVID con mas de medio millón de muertos y un sistema de salud en quiebra incapaz de atender la salud de niños, ancianos y del conjunto de la población.

La manzana podrida que nos quiere heredar AMLO es el creciente número de periodistas asesinados. El control de los medios masivos mediante el despido de las voces críticas de los periódicos impresos, la TV y la radio al mismo tiempo que sus lambiscones se adueñan de espacios en prensa , radio y TV.

La corrupción desaforada al conceder el 80 por ciento de los contratos de obra y servicios públicos sin que medie licitación alguna o concurso para obtenerlos.

La no investigación de hechos de manifiesta corrupción de altos funcionarios del gobierno y familiares del mismo presidente, también forma parte de la manzana envenenada que nos quiere heredar AMLO.

Un caudillo demagogo suele confundir sus intereses personales y de secta con los del país y especialmente con los de los pobres. Todos esos tiranos. Tienen un discurso de simulación para ponerse la máscara de redentores del “pueblo y de los pobres”, aunque sus aliados principales sean los grandes capitales. El daño causado en el siglo XX por esos caudillos demagogos fue inmenso. Millones de muertes, países enteros destrozados, guerras, campos de concentración, hambre, miseria, experimentos de exterminio salvajes y muchos otros horrores. También esa perniciosa “herencia” se ha manifestado en los años del siglo XXI en Siria, Venezuela, varios países de África y de Asia e incluso en Rusia en su interior y en sus guerras o acciones expansionistas.

Se trata de un fenómeno que requiere mucha reflexión teórica para tratar de explicarnos el por qué esos caudillos demagogos consiguen el respaldo abrumador de la gente.

Cada caso tiene su propia explicación y se basa en un contexto histórico determinado, pero existen múltiples rasgos comunes.

Una herencia como la que nos quiere testamentar AMLO implica abiertamente la cancelación de la democracia y la adopción del modelo totalitario que deja en manos del caudillo todo el manejo de los asuntos del Estado, incluyendo el delirante “proyecto” de seguir mandando después de muerto.

Curzio Malaparte dice en su libro Muss el gran imbécil: “si bien posee un sentido del ridículo muy desarrollado, su necesidad de lo divino es en él tan fuerte, que el bajo pueblo, sobre todo en la Italia Meridional, siempre ha estado dispuesto, en todo momento, a ver un santo en cada charlatán y un héroe en cada bandido romántico en cada hombre político de éxito… en mucho estas palabras en torno a Mussolini podrían aplicarse a AMLO en nuestros días”.

Ese sentido de la “divinidad” lo ha proclamado sin rubor alguno Alejandro Solalinde y en gran medida está presente en el tema del Testamento de AMLO. Es desde esa Divinidad que se puede arrogar el testar el futuro del país. Solamente en esa condición alguien puede darse a si mismo el papel de tutor del pueblo, incluso después de muerto.

El caso de Mussolini, de Hitler, de Mao, de Juan Domingo Perón y Evita; de Castro y otros, ha sido motivo de estudios, publicaciones, películas y estudios variados. Recomiendo ver la película Eva Perón de 1996, por la semejanza de su discurso con el de AMLO.