Fin de año es motivo de hacer balances y trazar nuevos planes.

Los balances tienen, casi todos, una visión sombría, en el nivel mundial y el nacional.

Considero un tanto masoquista repetir ahora y aquí las denuncias contra el mal gobierno, más bien quisiera aprovechar el tiempo y el espacio para lanzar un mensaje al mar en una botella con algunas propuestas para iniciar un nuevo comienzo.

Urge tener una mirada puesta en construir otro camino. Una ruta alejada de la tediosa disputa de la partidocracia. Un camino que vaya dando pasos para sacudirnos de una casta dominante a lo largo de un siglo.

No es imposible que los astros se coloquen de manera tal para abrir un camino que dote a la sociedad de instrumentos para tomar en sus manos las riendas del país, para remontar las inmensas desigualdades, la violencia, la destrucción del eco sistema, la existencia de monopolios y los riesgos de una militarización.

Me parece que se debe intentar avanzar hacia una república parlamentaria que ponga fin al presidencialismo. No tiene que continuar el régimen presidencialista que pone en una misma persona las tareas de jefe de Estado y las de jefe de gobierno, como ocurre actualmente, donde el presidente es también el jefe de las fuerzas armadas. Ese poder de la presidencia imperial que hoy está en plena restauración, puede cambiar si adoptamos el régimen político de la estructura republicana parlamentaria. Con ello tendríamos a ministros designados por el Parlamento y no meros secretarios a las órdenes del presidente quien tiene todo el poder ejecutivo en sus manos.

El presidencialismo ha sido nefasto para el país.

En mi mensaje dentro de la botella tirada al mar espero que encuentre muchos receptores. En esa carta dentro de la botella se contiene la propuesta de realizar un sistema de representación que no se reduzca a los partidos. Para poder participar en las elecciones de todos los niveles y los poderes del Estado bastaría con realizar un programa tener una propuesta de candidatos y que sean los votos los que determinen los programas y candidatos triunfadores, estableciendo un mínimo de 5 % para poder tener representantes en las Cámaras del Congreso de la Unión y las de Estados.

En pocas palabras se eliminarían los registros a los partidos, ese sistema ha servido para que existan membretes o franquicias con nombre de partidos que medran con los millonarios recursos que les otorga el actual sistema establecido en la legislación electoral.

Para impedir la concentración del poder en un sistema de dos o tres partidos, las minorías deben tener representantes según el porcentaje de votos obtenidos. Se establecería el sistema de representación proporcional directa eliminando el actual sistema mixto de representantes mayoritarios y los llamados plurinominales, que solo ha servido para sostener el sistema de la partidocracia en lugar de la democracia.

Por ello se entiende el descontento contra los diputados plurinominales, pero al mismo tiempo quitarlos sin tener un sistema que garantice la presencia de las minorías, sería como tirar la bañera de agua sucia con todo y niño.

Es conveniente reducir la Cámara de Diputados a 300 diputados, pero garantizando la presencia de las minorías y eso se puede conseguir con la proporcionalidad directa.

Para facilitar los gobiernos programáticos se debe instalar la segunda vuelta en las elecciones para presidente y gobernadores. De esa manera se evitará la pulverización del voto.

Con segunda vuelta tendríamos la posibilidad de optar por las propuestas programáticas más afines a nuestros anhelos, tal como acaba de ocurrir en Chile.

Estas medidas mínimas serían un verdadero cambio de régimen político.

No se trata de unas propuestas inalcanzables, todas caben en el marco del sistema capitalista, funcionan en muchos países importantes como Francia, Alemania, en cierto sentido en Reino Unido. En México calcamos el modelo político estadounidense.

La libertad sindical es otra parte importante de la carta en la botella del cambio.

Sus rasgos principales son:

  1. a)      Eliminación de los sindicatos únicos
  2. b)    Fin a las Titularidades de los Contratos Colectivos
  3. c)     Fin a la Toma de Nota de las direcciones sindicales por la secretaría del trabajo
  4. d)    No a la retención de las cuotas sindicales por los patrones o el gobierno
  5. e)    No a los topes salariales
  6. f)      Fin de los apartados A y B en la Ley Federal del Trabajo
  7. g)     Acabar con la absurda legislación de las huelgas inexistentes
  8. h)    Libertad irrestricta de afiliación a cualquier sindicato o a ninguno
  9. i)      Fin real del arbitraje tripartito

Tanto el cambio de régimen político como la libertad sindical pueden lograrse en el marco del sistema capitalista, no son propuestas delirantes o dogmáticas.

Además de lo anterior debe tenerse un respeto absoluto a los Derechos Humanos. La CNDH debe ser realmente autónoma.

Las víctimas deben ser tratadas con dignidad y sin manipulación clientelar por el estado.

El Estado debe ser juzgado por haber cometido crímenes de lesa humanidad a través de sus aparatos de represión sin excluir al ejército.

La reparación del daño debe tener reglas muy claras que eviten el uso clientelar de indemnizaciones.

La Autonomía Universitaria debe garantizarse y derogar todas las Leyes Orgánicas actuales por ser inconstitucionales. Las comunidades universitarias deben hacer sus propias reglas de gobierno democrático universitario, evitando los errores de las experiencias que llevaron a algunas universidades al establecimiento de rectores demagogos y a la caricaturización de esas universidades.

Es necesario tener un sistema universitario a nivel nacional.

Los derechos de los académicos deben traducirse en seguridad en el empleo y salarios dignos para la mayoría de los docentes.

Todo el sistema de “becas” o “premios” ha servido para mantener a una élite y escamotear los salarios y prestaciones para la inmensa mayoría de académicos.

Debe haber un salario tabular único.

Por supuesto que hay muchos otros temas para integrar una propuesta viable de cambios reales en la vida pública del país.

No deben olvidarse los derechos de las mujeres. Los derechos de los pueblos y comunidades originarias.

La defensa del planeta y sus recursos amenazados por un sistema de explotación que está poniendo a la Tierra al borde de un colapso total. Para ello se requieren legislaciones y políticas adecuadas. Se debe optar por el uso de energéticos limpios y supresión del carbón, el petróleo y otros semejantes.

La experiencia en otras partes del planeta como Islandia y ahora Chile, muestran la viabilidad de una serie de cambios.  Tengo la convicción de que se pueden conseguir la mayoría de los que están en éste y otros textos y las de muchos otros en diversos momentos y plataformas.

Venga la esperanza para el año 2022.