La diplomacia en México ha vivido momentos exitosos y otros vergonzosos, pero lo más peligroso es cuando los errores son costosos. Hemos pasado de declaraciones infortunadas como “comes y te vas” que parece no tuvieron mayores consecuencias, a “vale más darnos un tiempo, una pausa” que tienen efectos económicos de importancia.

En las últimas semanas las acciones y las declaraciones del gobierno han tensado las relaciones diplomáticas con el exterior, particularmente con los gobiernos de Panamá y de España, pero también con designaciones y decisiones cuestionables para otros países.

Infortunadamente Panamá y España no son los únicos casos, vale la pena recordar las tensiones con Bolivia por el asilo que nuestro gobierno ofreció al expresidente Evo Morales y altos funcionarios de su administración; o la alejada relación que se tiene con Estados Unidos por la falta de consistencia de políticas internas promovidas por México, como la energética, en detrimento de lo acordado en el T-MEC.

Las relaciones diplomáticas en un país abierto al mundo como México son invaluables y tan solo una aproximación del éxito alcanzado es la firma de 12 Tratados de Libre Comercio con 46 países, 32 Acuerdos para la promoción y protección recíproca de las inversiones con 33 naciones, 9 Acuerdos de Alcance Limitado en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y ser miembro del Tratado de Asociación Transpacífico.

En el caso de Panamá, existen relaciones de intercambio comercial, pero también en el ámbito financiero, con exportaciones cercanas a los 1,350 millones de dólares en 2021 y la captación de más de 323.5 millones de dólares en inversión extranjera directa en los últimos diez años, la sexta más importante en la región después de países como Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Uruguay.

El caso de España adquiere otras proporciones no solo por el indudable arraigo cultural e histórico que nos precede, sino porque en términos económicos es nuestro segundo socio comercial más importante de Europa tan solo después de Alemania, ejemplo de ello son los más de 4,910 y 4,593 millones de dólares en exportaciones e importaciones respectivamente durante el año 2021.

Aunado a lo anterior, España es, tras Estados Unidos, el país extranjero de mayor inversión en México. Cuatro décadas atrás, en 1980 la captación de inversión extranjera directa en el país estaba liderada por Estados Unidos, Alemania y Japón. Según datos publicados por la Secretaría de Economía, en la última década la inversión proveniente de España alcanzó los 37,780.6 millones de dólares representando el 10.1% del total de inversiones en México, siendo bancos y telefonías las carteras más notables, aunque hay una gran industria turística española. En la actualidad, más de 6,800 empresas españolas presentan inversión extranjera en nuestro país.

Ejemplos como los anteriores representan el riesgo diplomático de México ya que no solo son declaraciones informales, ausencias a foros internacionales o faltas en los protocolos, sino también políticas que afectan la imagen del país en el exterior como la designación de embajadas a funcionarios con limitada experiencia, carentes de credenciales e inclusive políticos. Al país no le conviene convertir la diplomacia nacional en opciones para políticos y tampoco moneda de cambio en las negociaciones.

Con la eliminación de ProMéxico y la cancelación de foros de promoción internacional, el papel de las embajadas en el exterior es más importante al tiempo de estar en mayor exposición; y casos como el embajador mexicano que enfrentó una acusación por el “hurto” de un libro en Buenos Aires en 2019, es ejemplo de ello.

La presencia de México en el exterior ha sufrido un importante deterioro en los últimos años y claramente atraviesa por un momento de crisis que inhibe la oportunidad de estrechar lazos con otras naciones y de ampliar las oportunidades de colaboración económica.

Nuestra presencia se ve amenazada y de no corregir tendremos que enfrentar los costos, no solo políticos, pero también económicos que afectarán el crecimiento, la inversión y la participación de México en un mundo interconectado y moderno.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®