¡Y va de nuevo! La Secretaría de Educación Pública organiza asambleas para discutir el “Marco curricular y Plan de estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana”. El boletín 25 de la SEP, del 30 de enero, afirma que la “Dirección General de Desarrollo Curricular (DGDC) detalló que estas asambleas se realizan con el fin de concluir el proceso de diseño curricular y conseguir un acuerdo nacional, en donde participen maestros, padres de familia, alumnos, legisladores, investigadores y estudiosos de la educación, así como autoridades educativas locales, organizaciones de la sociedad civil”.

En esencia, puso de manifiesto que su contienda por la educación nacional va más allá de diatribas contra la reforma educativa del gobierno de Peña Nieto y el neoliberalismo. Es un pleito con la historia, una revisión del ensueño vasconcelista que tanto elogió la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, en el año 100 de la fundación de la SEP.

La convocatoria no dispone que habrá consultas sino asambleas. El uso del término no es fortuito, embona con la narrativa grandilocuente y el simbolismo de la Cuarta Transformación de que el pueblo construirá el modelo, el plan curricular y, ya entrados en el asambleísmo, también los libros de texto.  Claro, en el diseño también participarán docentes y padres de familia —que se entiende que son parte del pueblo— y funcionarios de la SEP y de un montón de dependencias más.

En las primeras asambleas en Veracruz y Campeche, Marx Arriaga dictó línea, aunque se contradijo. Expresó: “Esto es algo histórico, es la primera vez que tenemos los documentos rectores antes de que sean oficializados y es la primera vez que se abre a una discusión nacional, donde no hay nada oculto, no hay un documento que esté por ahí perdido…”.

No obstante, el boletín de la SEP asegura que Arriaga anunció que hay siete documentos rectores y 119 documentos de trabajo. En ellos, destaca que, tanto en los planes de estudio como en los libros de texto gratuitos de educación básica, deben eliminarse conceptos neoliberales. Enlista sociedad del conocimiento, eficiencia, productividad y claro, calidad educativa. Mas evita señalar que la 4T   trastocó esta última noción en “excelencia” educativa, más neoliberal aún.

También se fue contra todo tipo de reforma anterior y romantizó a los maestros y su hacer en las asambleas que se avecinan para cimentar el modelo educativo de la 4T: “Será una cuestión dura porque han sido muchos años en donde el magisterio se le fue relegando, se le fue sometiendo a través de aquellos documentos rectores a convertirlos simplemente en un mediador de la información. Donde al poner al centro al estudiante y tener estos perfiles constructivistas, el maestro dejaba de ser un sujeto activo que marcara los rumbos de su salón”. Es fácil deducir que el constructivismo, en su visión, suscita una pedagogía neoliberal.

Sin embargo, en el esquema que propone la SEP, se rescatan, con otros títulos, las áreas de la reforma educativa de Luis Echeverría, que introdujo ideas de Piaget y del enfoque constructivista: “Por ello agrupará las asignaturas desde preescolar hasta secundaria para integrarlas en cuatro campos formativos: Lenguajes, Saberes y pensamiento científico, Ética, naturaleza y sociedad, y De lo humano y lo comunitario”.

Mas los afanes de la 4T, que quizá no avalen la mayoría de los maestros dada su formación y rasgos ideológicos sembrados en las escuelas normales, es la embestida contra el mestizaje. Perdón por la cita extensa del “Marco curricular”, el documento que no anda oculto: “Este proceso de mestizaje ha sido el referente cultural del currículo de la educación básica hasta nuestros días… y ha colocado al mestizo como sujeto ideal en términos lingüísticos, sociales, económicos, culturales y educativos, dejando fuera de los temas de reflexión o contenidos a la diversidad étnica y cultural del país, incluyendo, las diferencias de clase, género, sexual y de capacidad inscrita en esa diversidad”.

Es incorrecto que no se haya inscrito en la escuela mexicana la diversidad. Infinidad de documentos refutan a Arriaga. La educación bilingüe y bicultural, aunque con falencias, se abre paso de primaria a las universidades interculturales.

Y sí, la evocación del mestizaje y del patriotismo fueron pilares de los primeros intentos de escolarización oficial en México, en el siglo XIX. Mucho antes de que se conociera el término neoliberalismo. Y nadie como José Vasconcelos, el fundador de la SEP, lo retrató mejor. Lo envolvió en su alegoría de la “raza cósmica”. El ideal de la raza cósmica, la quinta sobre la faz de la tierra, es mestiza, debería ser homogénea en su lengua para crear la cultura nacional, que reconozca las aportaciones de la sabiduría universal a la elevación intelectual de las masas.

Con el fin de lograr esa homogeneidad, ese mestizaje completo, había que unificar al país con el ánimo de adquirir conciencia de un pasado compartido. El periodo precolombino legó una cultura rica y una cosmovisión que habría que incorporar al presente y al futuro para afirmar lo mexicano. Había que agregar los valores de la ilustración universal y buscar la nobleza espiritual de las masas. Al haber apertura para todas las culturas y razas, tanto del oriente como del occidente, los mexicanos integrarían su patrimonio y podrían descubrir su identidad mestiza. El ideal educativo de Vasconcelos, con el propósito de lograr la afirmación de la nacionalidad, asociaba la sabiduría de Quetzalcóatl, la entereza de Prometeo y la mística de Buda.

Contra ello va la 4T, una pendencia con la historia de la educación. La decisión ya está tomada. Habrá nuevos planes y libros de texto. Las asambleas se confeccionan, pienso, con el ánimo de legitimar esa providencia.

Lo que no cuadra es la hipocresía de rendir tributo a Vasconcelos, al mismo tiempo que se trata de desmantelar su herencia. La ofensiva contra el sueño neoliberal es camuflaje verbal.

 

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