Hace ya varias semanas que la plaza pública se llena de reclamos airados al gobierno de la Cuarta Transformación y al presidente Andrés Manuel López Obrador por la clausura de las escuelas de tiempo completo. Hay un verdadero enojo y, por más que el gobierno hace hasta lo imposible por sacar ese asunto de la agenda, no lo consigue.
Tampoco quiere dar su brazo a torcer y, pese a que hay mandatos judiciales, amparos de que se debe reponer, el gobierno no los cumple. Y, sospecho, no los acatará. Colegas de la academia y le periodismo exponen razones de peso y, de pasada, muestran también su molestia por el finiquito de un programa noble. También hay disgusto por el cierre de las instancias infantiles y programas de protección a las mujeres, aunque el enojo es menos presente dado el trascurso del tiempo.
La embestida del gobierno de AMLO, del presidente en persona, contra la educación no para allí. Quiere controlar a las universidades, ataca a la autonomía y a los rectores (porque tienen credenciales académicas), desprecia a los especialistas, persigue a investigadores, en fin, está en contra del saber, no sólo del conocimiento experto.
El siguiente blanco en la mira de la llamada austeridad republicana es el Programa para el Desarrollo Profesional Docente, para el Tipo Superior, más conocido como el Prodep. El gobierno de Ernesto Zedillo puso a trabajar en conjunto al funcionariado de la Secretaría de Educación Pública, de la Secretaría de Hacienda y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, para estimular a profesores de las universidades para desarrollar nuevos conocimientos y fortalecer la docencia. Tal grupo diseñó ese programa, comenzó a operar en 1996.
Nadie presume que el Prodep sea perfecto, pero es un instrumento que estimula la creación de grupos de trabajo, denominados cuerpos académicos con el ánimo de disminuir el individualismo inherente en otros programas de incentivos. Además, el trabajo en equipo es fundamental para alcanzar fines institucionales, la creación de nuevos conocimientos y establecer vínculos con el entorno social. Este último asunto es crucial, pero difícil de conseguir por la desconfianza mutua entre los universitarios y actores del sector privado y del gobierno. No obstante, gracias al Prodep hay logros probados, más en las instituciones tecnológicas.
Los profesores se adscriben de manera voluntaria al Prodep, pero tienen que poseer el perfil deseable, es decir, que muestren potencial para el trabajo académico y transfieran conocimientos vía la docencia. El Prodep también ofrece becas para estudios de posgrado a profesores en activo que por alguna causa no completaron antes su maestría o doctorado.
El programa más apreciado por las instituciones y por los beneficiarios mismos es el de Nuevos Profesores de Tiempo Completo; éste está en peligro de extinción inmediata. Los patrocinios que se otorgan u otorgaban hasta 2021 son de tres tipos: 1) Apoyo para elementos individuales de trabajo básicos para la labor escolar, es decir, para la compra de computadora y accesorios para hacer tareas académicas. 2) Apoyo para fomentar la permanencia institucional, una beca de seis mil pesos mensuales por mes porque los nuevos profesores de tiempo completo suelen entrar con los salarios más bajos y tienen que esperarse para incorporarse al SNI o a los programas de estímulo de las universidades; se confina a un año. Y, 3) fomento a la generación o aplicación innovadora del conocimiento, este apoyo es para llevar a cabo un proyecto de investigación.
Todo parecía que el Prodep continuaría este año como en tiempos pasados. Con la firma de la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, el Diario Oficial de la Federación (30 de diciembre de 2021) publicó las “Reglas de operación del Programa para el Desarrollo Profesional Docente para el ejercicio fiscal 2022”. El Acuerdo de la SEP ratifica objetivos y principios de ejercicios pasados, cita en extenso a la Constitución y el Plan Nacional de Desarrollo de este gobierno y habla maravillas de los docentes.
Luego enumera los programas y beneficios y, aunque como en años anteriores, pone “De acuerdo con la disponibilidad presupuestal” se suponía que era para poner ciertos límites al numero de becarios. Pero a muchos beneficiarios del programa de Fomento a la Permanencia de nuevos profesores de tiempo completo —que es fundamental para la consolidación de la carrera de nuevos académicos— les llegó un mensaje de sus autoridades que más o menos repiten que “extraoficialmente la SEP nos informó que por falta de presupuesto no se entregarán los recursos de la presente convocatoria”.
El Prodep no es un programa de becas masivo, no está asociado a la figura del presidente López Obrador ni tiene las características de los proyectos clientelares. No implica que los beneficiaros deban agradecer o ser fieles al presidente; en cambio, sí entraña un compromiso con la institución y es un incentivo poderoso para que jóvenes doctores se apliquen con ánimo en la investigación y adquieran capacidades para el trabajo académico. También para que publiquen los resultados de su faena en revistas y libros especializados.
Y, sí, la mayoría de los beneficiarios son de la clase media, “aspiracionistas”, que no garantizan votos para Morena, ni adoración al presidente. Por lo pronto, el programa para el fomento de la permanencia de los nuevos profesores de tiempo completo está en el ojo de la austeridad republicana, mas cavilo que pronto todo el Prodep será un blanco de ataques. Es un programa que fomenta el saber, no genera votos.


