Los partidos están en crisis en todo el mundo. El Partido Socialista Francés que gobernó muchas veces Francia esta a punto de desaparecer, también lo mismo le ocurre al Partido Socialista en Chile que gobernó con Salvador Allende y varias veces con la alianza Concertación, posterior a la dictadura de Pinochet, esta casi en extinción.

En México, el PRI vive una crisis profunda, a pesar de que gobernó el país, durante casi un siglo bajo diferentes nombres PNR, PRM, PRI sin descartar que lo sigue haciendo a través de Morena, tanto por sus tesis como por el origen priista de una gran cantidad de altos dirigentes, gobernadores, senadores, diputados, alcaldes y muchísimos funcionarios de alto nivel en el ejecutivo federal y los locales. Además de múltiples rectores de universidades públicas, muchos jueces y una inmensa red en el aparto del Estado.

La crisis de los partidos tiene muchos orígenes, motivos y probables explicaciones. Esa crisis ha tenido diferentes momentos, por lo menos desde los movimientos estudiantiles de la década de los sesenta y específicamente la del año de 1968. Cohn Bendit, uno de los líderes más importantes del Mayo francés, despreció entonces a los partidos, aunque muchos años después se convirtió en Euro Diputado por los verdes.

Los partidos son una especie de organismos proto estatales o Estados en embrión.

En la historia del movimiento socialista y comunista, el asunto del Estado y los Partidos fue la causa de su división. Para Marx y sus seguidores los trabajadores debían tener su propio partido, el partido comunista para derrocar al Estado burgués y establecer la dictadura del proletariado, porque sin ello era imposible realizar la revolución.

Los anarquistas sostenían lo contrario, para ellos era necesario abolir el Estado para poder simultáneamente abolir la propiedad privada.

Aparentemente, triunfó la concepción marxista con la revolución rusa. La trágica realidad fue que esa revolución fue traicionada y en su lugar se estableció un Estado Totalitario que bajo la máscara de Dictadura del Proletariado, era en realidad la dictadura de José Stalin, algo semejante ocurrió en China con Mao, en Cuba con Fidel Castro y así sucesivamente en todos los países autonombrados socialistas, incluyendo a las actuales dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Paro la crisis de los partidos no es solamente la de los de las izquierdas, abarca también a los partidos liberales y de las derechas.

El desprestigio de los partidos a favorecido la aparición del fenómeno denominado populismo.

El mundo vive los estragos de los partidos y en una cantidad de casos los ciudadanos han dado un viraje a favor de los caudillos y demagogos.

Por supuesto que el fenómeno requiere ser estudiado. Hay muchos trabajos teóricos en torno a la cuestión. Hasta el momento no se puede considerar una aproximación más o menos verosímil, quizá no sea posible elaborar una sola explicación del fenómeno de la crisis de los Partidos.

Es posible que la intención misma de pretender elaborar una teoría política que explique el fenómeno, sea cercana a la misma visión autoritaria de la esencia de la historia de los partidos.

No comparto las explicaciones de un pensamiento fundamentalista, que atribuye el problema a la “civilización occidental” para justificar Estados totalitarios.

Mientras son peras o manzanas, estamos viviendo una crisis de los partidos políticos en México.

Además del PRI, el PAN vive una situación también crítica, el caso del PRD es la caricatura grotesca de la decadencia partidista.

El desafío para el país es muy grave.

Morena y sus aliados conforman una especie de enjambre caracterizado por el predominio del caudillo que manipula a sus fanáticos y seguidores, recurriendo a prácticas primitivas de clientelismo, ideología estatista y nacionalista con grandes similitudes con la vieja hegemonía del PRI.

Ese modelo puede continuar gobernando y triunfar en las elecciones próximas.

Las elecciones presidenciales se van a dirimir entre dos bloques, Morena y sus aliados por una parte y quizá una alianza del PAN, el PRI y el PRD. En ambos casos, están ausentes opciones de cambios democráticos que den la voz a millones de excluidos.

Pero dicho esto, que no pasa de ser una obviedad como decir que el sol sale todos los días, los cerca de cien millones de electores estaremos ante una patética disyuntiva: la continuidad del modelo morenista basado en la genética histórica del PRI o la opción confusa de una propuesta sin un programa acorde a los retos del presente y del futuro, cuya única virtud sería sacar a Morena de Palacio.

No es un asunto meramente moral, aunque en ambos polos partidistas existe una decadencia alarmante de casos de corrupción, es la expresión de un círculo vicioso, cuya solución requiere la construcción de un régimen político que abra las puertas a nuevos actores.

Estamos en un proceso de sucesión al más puro estilo del PRI, con “corcholatas” designadas por “el Señor y sus tiempos” con una campaña obscena realizada con recursos y utilizando las estructuras de gobierno y de Estado.

Ante ese proceso de restauración del viejo régimen, cada día más descarado, se requiere imaginar salidas que rebasen a los partidos actuales, en el peor momento, justamente cuando hay una crisis profunda, histórica y mundial de los partidos.

La partidocracia esta asfixiando a la democracia.