Aunque el huracán Agatha no impactó a Guerrero, la amenaza que constituyó pone en relieve la necesidad de mejorar las estrategias preventivas de la entidad ante los desastres naturales y de mejorar la Protección Civil.

Los huracanes y otras tormentas tropicales son fenómenos naturales que pueden derivar en desastres los cuales demandan del Estado un conjunto de medidas y mecanismos para enfrentar el escenario de crisis. Una de las técnicas de gobierno utilizadas es decretar una situación de emergencia o emitir una declaratoria de desastre.

Del 2000 al 2016, los desastres naturales tuvieron un impacto económico de 424 mil 929.6 millones de pesos.

Uno de los años de mayor devastación en el país fue 2010, pues nueve ciclones tropicales se registraron en territorio nacional; varios de éstos crecieron a la categoría de huracán, sobresaliendo por su grado de devastación

El impacto económico de los desastres naturales en México aumentó un 202 por ciento anual en 2020 hasta 31,862 millones de pesos, reveló el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

El incremento de los daños ocurrió pese a una disminución anual de casi 27 puntos porcentuales en el número de incidentes, con 435 eventos cuantificados.

El total de pérdidas económicas asociadas a fenómenos naturales ha ido en aumento. Durante el año 2000 se destinaron 230 millones de dólares para la reconstrucción de la infraestructura afectada por fenómenos hidrometeorológicos.

En el 2013, los daños ascendieron a 4 mil 476 millones de dólares, con un pico durante 2010 cuando se registraron 7 mil 208 millones de dólares en pérdidas. Del total de daños provocados por fenómenos naturales, el 92 por ciento estuvo asociado a fenómenos hidrometeorológicos, entre los que se encuentran los huracanes y otros fenómenos.

El impacto de las tormentas tropicales en la costa de Guerrero no es sinónimo de desastres en sí. La amenaza de origen natural cobra relevancia cuando se manifiesta en un contexto en el que la población va construyendo escenarios de vulnerabilidad.

Esa vulnerabilidad se traduce en situaciones que debilitan a una comunidad para hacer frente a un agente perturbador, por ejemplo, entre los factores que incrementan la vulnerabilidad se encuentra la ubicación de viviendas en zonas inundables sin las debidas medidas de prevención, de viviendas cercanas a los cauces de arroyos y ríos, la falta de cumplimiento de los códigos locales de construcción, la poca organización comunitaria, la falta de preparación de las autoridades para informar, el actuar y hacer planes de protección frente a este tipo de situaciones, etc.

En Acapulco, por ejemplo, siguen habitando más de cinco mil familias, las zonas consideradas como de riesgo e inundables a pesar de que esas áreas resultaron severamente afectadas por el Huracán Paulina y desde ese 10 de octubre de 1997 se anunciaron programas para retirar a las personas que estaban habitando esa áreas y se establecieron disposiciones para evitarlo in que a la fecha haya resultados favorable.

Las zonas más afectadas por el huracán Paulina en octubre de 1997, fueron la colonia Progreso, el área Diamante donde se registraron inundaciones en fraccionamientos habitacionales, así como colonias Renacimiento, Zapata, la costera Miguel Alemán, la colonia Generación 2000, la zona de Palma Sola, así como algunas comunidades rurales donde miles de hectáreas de cultivo se perdieron por las inundaciones.

Además de las invasiones de las zonas de alto riego, la vulnerabilidad se viene incrementado desde las frágiles políticas de protección civil y de las limitantes con que esa presupuestales, de recursos y de personal que a lo largo de su historia ha tenido la institución.

En términos de recursos monetarios, las posibilidades de atención a los desastres naturales en Guerrero se ven afectadas por la extinción del Fondo de Solidaridad que existió en la entidad para generar un puente financiero ante los trámites burocráticos para acceder a los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden).

Y luego el 28 de julio de 2021, la Secretaría de Hacienda (SHCP) oficializó la desaparición del Fonden creado en el gobierno del priista Ernesto Zedillo, en 1996, para ayudar a las poblaciones afectadas por fenómenos naturales.

Sin recursos federales Guerrero no puede enfrentar las contingencias por fenómenos naturales.

Las afectación que dejó el huracán “Paulina” en Acapulco, no sólo son las únicas que han sido enfrentadas con recursos del Fonden, programa que está en riesgo de desaparecer el próximo año, sino también los que dejaron a su paso la tormenta tropical “Manuel” y el huracán “Ingrid” en el 2013.

En esa ocasión, se destinó una inversión de 18.000 millones de pesos dentro del programa “Nuevo Guerrero”, con el que se enfrentó estos dos fenómenos naturales que también dejaron severos daños.

Otro problema es que las políticas públicas estatales para hacer frente a los desastres naturales son de carácter son reactivas y no preventivas y aun así se presentes considerables debilidades por ejemplo, la precariedad de los albergues temporales, que llegan a convertirse en núcleos de hacinamiento donde los damnificados quedan expuestos a la carencia de servicios básicos y la inseguridad.

A pesar de que el presupuesto destinado por su administración en materia de Protección Civil en Acapulco este año, es de 66 millones 974 mil 564 pesos, representando un 10 por ciento mayor al de la administración pasada, el recurso solo alcanzaría aplicará en compra de uniformes y equipamientos, así como la compra de camionetas tipo pick up y pipas para las 5 sub estaciones de Bomberos.

Pero para poder mitigar los daños y afectaciones ante la ocurrencia de emergencias o desastres, es necesario disminuir las condiciones de vulnerabilidad en la sociedad mediante la gestión integral del riesgo y no solo llevar cobertores y cocinas calientes a los afectados.