Murió Antonio Medina de Anda,
Comunista libertario, líder del movimiento estudiantil
que luchó contra la mafia de la FEG,
fundó y dirigió el sindicato del INFONAVIT.
En Tijuana dirigió la UPN.
Deja un inmenso hueco.
La casta es muy poderosa. Tiene al menos un siglo dominando el poder en México. Mediante el partido de estado construyó un sistema autoritario basado en el control corporativo de la sociedad, la ausencia de elecciones verdaderas y el presidencialismo imperial.
Después de la transición en el año 2000, construyó el régimen de la partidocracia. Se blindó para impedir la existencia de partidos autónomos y candidaturas independientes reales.
Bajo ese sistema de partidocracia, en el 2018 el rechazo masivo al sistema estructurado en torno a la preservación de la casta, obtuvo una victoria aplastante.
Ese triunfo lo lideró un cuadro formado en el PRI.
Su demagogia no ha movido un ápice el sistema de castas y el régimen de la partidocracia.
Ante las elecciones del año 2024, está en chino forjar una alternativa por fuera de la casta y la partidocracia.
Esa realidad nos impone una triste expectativa: el probable continuismo de la llamada 4T y la muy lejana posibilidad de un relevo a través de las franquicias que integran el Bloque Opositor de PAN-PRI- PRD. En ese supuesto continuaría el dominio de la casta y el régimen político de la partidocracia.
Ante esa triste disyuntiva de más de lo mismo, tanto si continúa gobernando MORENA y sus aliados como si triunfa el Bloque de las franquicias PAN-PRI-PRD, casi es imposible un nuevo rumbo.
Una actitud doctrinaria de falso radicalismo solamente facilitaría la victoria de la 4T.
Sin embargo, aún tratando de construir un gran compromiso histórico por el nuevo rumbo, el panorama es muy desalentador.
Tanto el bloque de franquicias, como los diversos frentes tipo el Frente Cívico, están integrados por personajes de larga trayectoria en la partidocracia y muchos de ellos pertenecientes a la casta.
No considero que ante ello sea conveniente proponer una política de clase, que en realidad sería una amalgama de grupúsculos sectarios, sin ninguna arraigo o representación ni de la clase (se entiende, la proletaria) ni de otros sectores sociales de los trabajadores de la ciudad y el campo y de las capas intermedias o la denominada clase media.
Esa ruta solo conduce a la marginación.
Pero también es cierto que, es cada vez más apremiante emprender un nuevo rumbo para sumar a las diversas luchas y movimientos nuevos a un solo torrente, que tenga peso en el ámbito electoral, aunque ese no sea su único ni principal medio de acción.
Algo que pueda acercarse a los nuevos lenguajes de los jóvenes, de las mujeres de la diversidad de feminismos que están por todas partes, del movimiento de los ecologistas y todos los defensores del planeta, de los integrantes del mundo del precariado que integra desde los más de 30 millones de la llamada economía informal hasta los Doctores y Maestros desempleados o trabajando en el uberismo.
Tanto un discurso electorero como uno clasista de marxismo de lugares comunes, algo así como el lugar comunismo o el de la izquierda de dale tu mano al indio, no van a poder convertirse en un movimiento que una a lo diverso e inicie un nuevo comienzo.
En el primer cuarto del siglo XXI es anacrónico construir una fuerza estructurada con los “disidentes” del gobierno en turno, pero sólidos integrantes de la partidocracia.
Probablemente una de las explicaciones de las torpezas de las franquicias del PAN-PRI y PRD y la postura saboteadora de Movimiento Ciudadano, es porque en realidad no les interesa ganar la presidencia, sino lo que buscan es reciclarse en una diputación o senaduría.
Esta “clase política” es una especie de Corte. Han vivido toda su vida política al interior de los aparatos de representación. Saltan de un partido a otro, algunos y algunas se ostentan periódicamente como líderes de las ONG, ocupan puestos en los gobiernos de cualquier partido y luego regresan a la “sociedad civil”.
Tengo que precisar que mi postura no es contraria a la participación de personas que forman parte de las capas o clases dominantes.
Tampoco estoy en contra de los derechos de los liberales o de las derechas.
Las políticas basadas en ese “marxismo de cartón” fracasaron y llevaron a la desaparición del socialismo soviético, la restauración capitalista en China y a las dictaduras en Cuba, Venezuela y Nicaragua o al “socialismo rosa” en otros países del cono sur.
Cualquier máscara que esconda el rostro dictatorial de esos regímenes, debe ser denunciada sin ambigüedades .
El anti yanquismo es un lastre ominoso, coartada para justificar la pobreza, el fracaso económico y la dictadura política.
Todo ello es una cuestión que se complica aún más en nuestro país.
El largo dominio del PRI fue posible por su “discurso”.
Ese “discurso” es esencialmente el mismo de la 4T.
Por eso el predominio de los priistas no es algo accidental, causal y no casual.
El entusiasmo de las “izquierdas” castristas, maoístas y leninistas por AMLO es consustancial a ese discurso estatista y anti yanqui.
No tiene mucho sentido dar una pelea por la franquicia de “la izquierda”
El desafió es sumar a la lucha contra la 4 T a los movimientos sociales tradicionales y más aún a los actuales, a sus dirigentes a los grupos socialistas, comunistas, trotskistas incluso a los nacionalistas de Cuauhtémoc Cárdenas y del antiguo MAP en un espacio diverso.
No es la hora de restar, ni dividir sino de sumar y multiplicar.
Está en chino lograrlo.