El pensador italiano Giovanni Sartori, uno de los pilares de la Ciencia Política mundial, ha afirmado que la democracia no puede existir sin los partidos políticos. Esta afirmación es totalmente válida, según mi punto de vista y, en ese orden, lo que sucede en los partidos es importante cuando se hace un seguimiento de la democracia en México.
La reflexión de Sartori es válida cuando nos referimos a los partidos políticos y para que haya democracia real se requiere de una acción permanente de los actores políticos de cualquier sociedad moderna. Ese es el caso de MORENA, que ha comenzado a mostrar a sus posibles candidatos para competir por la Primera Magistratura del país.
Este ejercicio político ha sido criticado por los adversarios políticos de MORENA y por algún sector —todos los mexicanos son importantes— de la opinión nacional. Se ha dicho que son actos adelantados de campaña y que, por eso mismo, constituyen faltas al orden legal vigente que deben ser castigados por las autoridades respectivas.
Lo que sucede con las actividades de los o las aspirantes a la candidatura debe darse a conocer y expresar las intenciones políticas de cada uno. Se trata de que los mexicanos tengamos información sobre los competidores y a su debido tiempo tomemos libremente nuestras decisiones finales. Los candidatos o candidatas del futuro, por eso mismo, deben mostrarnos de qué están hechos políticamente hablando.
Este ejercicio se percibe un poco extraño, si se ve desde la perspectiva de aquella pintoresca tradición de los “tapados” —que ciertamente solo eran hombres— en la que el jefe político del país decidía a discreción sobre quién habría de sucederle, en una práctica centralizada que, por supuesto, tenía raíces muy profundas en la vida de los mexicanos. Ciertamente, aquella era una práctica que favorecía la estabilidad política del país, al conservar el más tiempo posible la figura mandante del Primer Mandatario.
A su debido tiempo, el Presidente daba la señal para el “destape”. Es decir, para que el “tapado” dejara de serlo y comenzara a actuar como el candidato a la Presidencia de la República. A partir de entonces el Primer Magistrado comenzaba a ceder los poderes ante quien sería su sucesor en el sexenio siguiente.
Lo que observamos es que hoy ese asunto del “tapadísmo” sería absurdo, para decir lo menos. Los tiempos han cambiado y nuestro país ya no está para ese teatro que además de bufo era un corolario extremo de la clave autoritaria. La sociedad mexicana de hoy es indiscutiblemente distinta. Por eso es bueno que los aspirantes a las candidaturas se muestren y muestren sus cualidades.
La política también es competencia y TODOS los partidos deberían hacer la misma práctica: mostrar a sus aspirantes. Mostrar también que hay competencia para escoger al que sea políticamente mejor. La democracia avanza con la competencia interna y la que se da entre las propuestas políticas. Lo deseable sería que la competencia no sea de adjetivos, sino de propuestas.
Finalmente, considero que la legislación política-electoral de nuestro país tiene renglones sobrerregulados. Es decir, que es aprisionante para que los aspirantes a puestos de elección popular muestren sus personalidad y, sobre todo, lo que saben hacer. Queda esta idea como una aspiración a que se considere en el futuro. La política es competencia.
@Bonifaz49


