Octavio Paz nos decía que los mexicanos  —y los chiapanecos somos mexicanos— tenemos grandes desencuentros con nosotros mismos y una de las razones es nuestra historia. Los conflictos del pasado nos siguen por donde quiera y nos llevan con frecuencia al laberinto de las angustias.

Con frecuencia buscamos en nuestro pasado los grandes momentos y los paraísos que no sabemos cuándo los tuvimos y menos en dónde estuvieron. Otras veces buscamos los infiernos y no sabemos tampoco en dónde han estado y cuando han sido peores, pero uno y otro sentimiento son una carga para los mexicanos.

Hace algunos años, en Estados Unidos, falleció el icónico boxeador Casius Clay. La guardia que se montó en los funerales estuvo formada por marinos que se disputaron el honor de participar en el homenaje a un hombre que, justamente, había mostrado su completo desprecio a los militares norteamericanos. Ese, aunque no nos guste mucho por su procedencia, es un ejemplo claro de reconciliación con la historia.

Aquella fue una reconciliación, que los mexicanos parecemos necesitar con urgencia. Aquí estamos en pleito los seguidores de Cuauhtémoc con los seguidores de Hernán Cortés y en Chiapas todavía se agrede a los partidarios de Jacinto Pérez, “El Pajarito”, o de los jefes llamados “mapaches”.  Nuestro pasado se parece a una pesada lápida que nos oprime.

En Chiapas estamos ante un nuevo aniversario de nuestra incorporación a México y a los historiadores les corresponde definir si fue una incorporación o una reincorporación. Sí fue una anexión simple y sencilla también debemos tenerlo claro. Este nuevo aniversario es una buena oportunidad para las búsquedas de nuestro ser bajo el signo de las ciencias históricas.

Los mexicanos en general y los chiapanecos en particular, necesitamos una mayor claridad para examinar las claves de nuestro federalismo en sus diversos tiempos. Necesitamos revisar los entornos en los diferentes períodos que seguramente explican las distintas realidades que ha vivido y en que ha vivido nuestra entidad federativa. Es urgente la separación entre la historia y el mito, de nuevo Paz, que con mucha frecuencia se aparean y se reproducen en extraños paradigmas.

Los habitantes de Chiapas estamos próximos a cumplir 200 años como mexicanos. En ese orden es necesario preguntarnos sobre si la aportación chiapaneca al federalismo ha sido bien correspondida. Nuestra percepción es que no, pero este aniversario debe servir para hacer un examen de conciencia a partir de nuestra historia. No olvidemos que la historia del federalismo en México se relaciona con la historia de Chiapas. Chiapas contiene las glorias y las penurias de la federación.

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