Chantaje, chambas, ofrecimientos de millones, fallaron en el bazar y aunque compraron a algunos, no les alcanzó para tener los votos necesarios para hacer los cambios constitucionales para prolongar después de 2024 la Guardia Nacional subordinada a la Secretaría de la Defensa.

Sin rubor alguno el presidente y su partido realizaron una operación de chantaje y compra de diputados y senadores del PRI y del PAN. Les funcionó con los diputados del PRI. No pudieron en el Senado. El Secretario de la Defensa, el de Gobernación y otros jerarcas. presionaron a los senadores del PRI, del PAN, de Movimiento Ciudadano y los independientes. Es necesario reconocer el gran esfuerzo, resistencia e incluso valentía de los senadores de los partidos opositores, los de Movimiento Ciudadano y los independientes combinados con los argumentos de líderes de opinión, intelectuales y grupos civiles y políticos.

No se debe regatear el valor de esta resistencia.

Ante la evidencia de que perderían la votación, Ricardo Monreal propuso regresar a Comisiones el Dictamen y suspender la discusión y votación. Le salvó la cara al presidente y le evitó una derrota estrepitosa.

Todo este episodio exhibe las debilidades democráticas, pero al mismo tiempo sus recursos para impedir el avasallamiento total de las normas republicanas democráticas.

El proceso en curso del golpe de estado para cederle todo a los militares, muestra la conducta autócrata del presidente. No le importa hacer operaciones obscenas de chantaje y compra de los priistas e incluso de los panistas. Usa todo su poder presidencial para someter a sus opositores.

Cada vez más el presidente exalta a los militares, esa política estimula al General Secretario, Luis Crescencio Sandoval a pronunciar discursos al viejo estilo de Gustavo Díaz Ordaz, acusando a los opositores de tendenciosos y enemigos de la “unidad nacional” que defienden los “patriotas de las fuerzas armadas”. Es un hecho muy grave que sea el poderoso secretario de la Defensa Nacional quien decida quiénes son los patriotas y quiénes sus enemigos. Ese solo dato, constituye una afrenta a las libertades.

Mientras la lucha en defensa de la democracia se libre solamente mediante el duelo de al interior de la clase política, la partidocracia, como esta batalla transitoriamente victoriosa contra la tentación totalitaria del presidente y no se produzcan resistencias a fuera de los aparatos estatales o institucionales, el riesgo de sufrir una derrota de consecuencias muy graves a largo plazo es inmenso.

Lo que no se opone a valorar la importancia de espacios institucionales democráticos que han logrado evitar una reforma constitucional de expansión del poder militar.

Los logros democráticos de una larga travesía de luchas, movimientos, partidos y grupos democráticos y sus respectivos integrantes ciudadanos, han podido hacerle frente a un poder inmenso concentrado en el presidente, su partido y aliados.

En esa batalla tan desigual, esta victoria parcial de suspender la aprobación en el senado de la prolongación militar en el mando de la Guardia Nacional, significa una gran valla democrática contra la política autócrata del presidente Andrés Manuel López Obrador.

El reto sigue siendo construir otro camino para impulsar un Compromiso Histórico capaz de dar un viraje en el rumbo nacional que ponga las bases de un régimen democrático con piernas sociales.

Si ha sido posible propinar una derrota al presidente, también se debe confiar en la construcción de una red que una a los diversos movimientos extraparlamentarios entre si y dar pasos hacia la creación de ese gran acuerdo, de esa gran alianza que se convierta en un Compromiso Histórico.

Nunca es tarde para insistir en la búsqueda de una alternativa viable que se proponga metas programáticas donde se establezcan políticas sociales contra la desigualdad y la pobreza.

Existen múltiples proyectos, estudios, reflexiones en torno a una reforma fiscal que permita captar los inmensos recursos que se requieren para dar empleo a millones, con salarios dignos y se diseñen políticas públicas para reconstruir el sistema público de salud, el sistema de educación pública en todos sus niveles y las grandes inversiones en defensa del medio ambiente.

No hay que inventar el hilo negro, las propuestas de Santiago Levy en torno al Ingreso Universal Mínimo son parte de esos elementos programáticos.

La decadencia nacional de varios decenios y las que surgieron a partir de este gobierno, requieren de un gran esfuerzo en las diversas estructuras de la economía y las políticas públicas.

Las libertades, el retomar el proceso democratizador y otros aspectos del programa político, deben estar en armonía con las medidas de orden económico, social cultural, étnico, ambiental y de derechos de las feministas, los LGTB+, los jóvenes, los estudiantes, los grupos de indios y otros sujetos nuevos del cambio.

Convertir esta derrota parcial al militarismo en la construcción de un nuevo rumbo, es posible y necesario.