Mijaíl Gorbachov fue un gran reformador derrotado. Intentó abrir la economía de la URSS en una situación en que se encontraba paralizada. El estancamiento de la era de Brézhnev era tal que las inmensas vías férreas estaban saturadas con vagones repletos de todo tipo de mercancías, estacionados durante semanas y meses. El aparato circulatorio de la economía soviética estaba obturado. Los trabajadores tenían salarios muy inferiores a los del capitalismo, no tenían derecho a hacer huelgas. La equidad social estaba basada en la precariedad. Los soviéticos soñaban con los productos occidentales. Un socialismo de pobreza no podía ser ejemplo para los trabajadores occidentales. Esa realidad no era propaganda imperialista. Era la triste verdad.
La asfixia política era insoportable. En la URSS había solamente tres periódicos Izvestia órgano del gobierno, Pravda órgano del PCUS y Komsomolskaya Pravda órgano de las Juventudes Comunistas Leninistas. La radio y la televisión estaban igualmente controladas. En cada una de las komnatas, las cuartos de vivienda, había una bocina que despertaba a todos a las 6 de la mañana con el himno soviético Los escritores o científicos como Andréi Sajarov al que liberó Gorbachov o Alexandr Solzheyenitzin, no podían publicar sus libros, éstos se reproducían a mano por decenas de miles (Samizdat), nadie se atrevía a comprar en los kioskos las pocas revistas occidentales por temor a sufrir represalias; muy pocos concurrían a las iglesias, porque de hacerlo eran castigados; los hijos delataban a sus padres por “tener costumbres burguesas o amistades extranjeras”. Recuerdo el caso de una niña que denunció a sus padres y fue declarada heroína de la URSS. Solo había un partido político, el PCUS, y las elecciones eran una farsa donde el PCUS ganaba con el 99 %. Nadie podía comprar libremente hojas de papel en una tienda, ni hacer fotocopias, si no había una autorización del gobierno. No había directorios telefónicos para impedir la libre comunicación de la gente entre ella misma. Tampoco s podía circular libremente dentro de la URSS de una ciudad a otra sin un pase del gobierno. La URSS era un inmenso gulag.
Gorbachov creó la Perestroika, la reconstrucción de la economía y la Glasnost, transparencia de paulatina liberalización política. Fue traicionado por los aparatchik.
El 18 de agosto de 1991 sufrió un golpe de estado mientras se encontraba en su dacha, casa de descanso, en Crimea.
Su Vicepresidente Guenadi Yanáyev se erigió presidente de facto entre el 19 y el 21 de agosto de 1991. Tuve ocasión de conocerlo en marzo de 1973 cuando nos recibió a Liberato Terán, un destacado líder estudiantil sinaloense y a mi, con alfombra roja hasta las escalerillas del avión, cuando fuimos a Moscú a preparar el Festival Mundial de la Juventud que se realizaría en julio en Berlín, todavía capital de la llamada República Democrática Alemana, aún estaba dividido en dos por el famoso MURO, donde murieron cientos de personas al intentar cruzarlo trepándolo.
Gorbachov como Alexander Dubcek consideraba posible un socialismo democrático.
Para las izquierdas más ortodoxas y autoritarias, incluso para los trotskistas, fue un traidor que estuvo conjurado con los gringos para disolver a la URSS. Lo siguen diciendo ahora que murió. Para esa izquierda fanática, defensora de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, estaba ausente la realidad soviética.
La URSS era como una gran alfombra que ocultaba debajo toda la basura, vino un viento y quedó al descubierto.
Tuve la fortuna de saludar a Gorbachov cuando visitó México en 1992, gracias a mi amistad con Kiva Maydanik uno de sus asesores, ideólogo del PCM amigo de Arnoldo Martínez Verdugo y un apasionado latinoamericanista, curiosamente partidario del Che Guevara.
Maydanik y su corriente se sumaron a Gorbachov y a la Perestroika y el Glasnost, cuando sufrió la derrota, padecieron el aislamiento y persecución tanto por Yeltsin como por Putin.
En la URSS se decía oficialmente que su pueblo era materialista, al desaparecer decenas de millones llenaron las iglesias, dieron limosnas para reconstruir los templos de la iglesia ortodoxa rusa, como el de la Catedral Cristo Salvador derrumbada por José Stalin, para poner en su lugar una inmensa alberca con una capa de vapor caliente, que se podía usar en pleno invierno a temperaturas de más de 20 grados bajo cero y cuyos muros se usaron para construir las bellas estaciones del metro.
En fin, la opresión política y el estancamiento económico eran una caldera a punto de estallar y Gorbachov trató de dar un viraje para construir un socialismo democrático.
Se puede debatir sí su proyecto era viable o era una ilusión candorosa. Pero resulta una gran difamación acusarlo de una deliberada intención de destruirlo, en complot con el imperialismo. Gorbachov ha sido víctima de la decadencia posterior de él mismo.
Gorbachov cometió muchos errores, quizá el más grave fue no entender los procesos de lucha por la Autonomía de los países del Báltico, Estonia, Letonia y Lituania junto con Georgia Grusia en el sur, la tierra de José Stalin. Ello precipitó la implosión soviética y como fichas de dominó, una tras otra las 15 repúblicas soviéticas se independizaron. Gorbachov pretendió mantenerlas unidas formalmente en la llamada Comunidad Económica Internacional de efímera duración.
Los partidarios de ver los procesos históricos como producto de conjuras, argumentan que la desaparición de la URSS fue parte de un montaje, tanto que Gorbachov firmó el decreto de disolución el 25 de diciembre de 1991, precisamente, en la Navidad cristiana.
La URSS estaba condenada a desaparecer.
Después de la Gran Revolución de Octubre sufrió un cerco militar de varios países. Lenin inventó la NEP, Nueva Política Económica abriendo ciertos aspectos de la economía a la propiedad privada, firmó por medio de León Trotsky los Tratados de Brest Litovsk, abandonado la idea de la Revolución Mundial, para que el niño sobreviviera impidiendo lo que quería Churchill: asfixiar al niño en la cuna.
El stalinsimo fue una tragedia inmensa, decenas de millones de personas murieron ejecutados o por hambre, entre ellos muchísimos comunistas, otros tantos millones fueron desterrados a Siberia y a los gulags.
A pesar de todo ello la URSS fue un factor decisivo para derrotar a Hitler. Esa fue su gran aportación a la humanidad.
Ni las denuncias de Nikita Jrushov a los crímenes de Stalin en el XX Congreso del PCUS en 1956 echaron abajo el inmenso poder de la burocracia y se fue gestando un gran descontento pasivo en la sociedad soviética. No hubo necesidad de que occidente, el “capitalismo o imperialismo en crisis”, disparará un solo tiro, pusiera un solo soldado en territorio soviético para que ese inmenso mundo se derrumbara.
Mijaíl Gorbachov intentó reformarlo y fue traicionado por todos.
El socialismo es un sueño de igualdad, libertad y fraternidad, a pesar de los que han medrado a su nombre, es posible conseguirlo si se apuesta por la libertad y el respeto a los otros.

