El Paquete Económico 2023 apuesta por un crecimiento económico optimista, por mayores ingresos públicos y recaudatorios que ya no están blindados por los milagros y colchones del pasado, por un gasto militarizado y enfocado a proyectos bandera que deja entrever riesgos en pensiones y por una deuda pública a raya y controlable. En lo general, un presupuesto modesto que está supeditado a promesas de campaña y con limitado impulso al crecimiento. Un presupuesto a modo.

La Secretaría de Hacienda entregó al Congreso el Paquete Económico 2023 con los Criterios Generales de Política Económica, la iniciativa de Ley de Ingresos, el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación y la Miscelánea Fiscal.

El entorno en el que se implementará el Paquete 2023 es complejo y retador. La inflación global, las restricciones financieras, la recesión económica mundial -principalmente en Estados Unidos-, sumado a los problemas que aquejan a nuestro país como la inseguridad, la falta de certidumbre a la inversión y la débil gobernabilidad e institucionalidad, son factores que impactarán en la economía mexicana, en la efectividad de las finanzas públicas y en la dirección de política económica.

En este sentido, los Criterios reconocen el entorno económico por lo que se ajustaron las expectativas de crecimiento para 2023, aunque quizá no lo suficiente, considerando que, en Consultores Internacionales, S.C.® estimamos un crecimiento de entre 1.0 por ciento y 1.4 por ciento anual. Hay que señalar que más que un número, significa cuál será el tamaño de la economía y por ende, las condiciones del ingreso y las necesidades del gasto.

Al analizar el crecimiento estimado para 2023 del ingreso público, resulta congruente con la previsión económica, siendo igual de optimistas y un tanto difíciles de lograr. El mayor riesgo está en la debilidad de las empresas por la prolongada recuperación, la próxima recesión y el deterioro financiero y operativo que experimentarán por desajustes en cadenas de suministro, elevada inflación y encarecimiento del crédito.

Aunado a ello hay que decirlo, los milagros recaudatorios y los colchones financieros se han acabado ya que las acciones de recuperación tributaria con grandes contribuyentes se han agotado; además de que los ingresos petroleros extraordinarios por el incremento en los precios serán contrarrestados con el oneroso subsidio al IEPS en gasolinas que en lo que va del año ya supera los 160 mil millones de pesos. Aunque termine la invasión en Ucrania, continuarán las sanciones financieras y comerciales a Rusia distorsionando el precio de energéticos y manteniendo la exposición de México ante los vaivenes internacionales. Las refinerías no mitigarán el riesgo.

Por el lado del gasto, no hay sorpresas: el Paquete 2023 apuesta por la continuidad y la conclusión de los proyectos bandera en materia de infraestructura, así como los programas sociales que buscan impulsar el consumo mediante las transferencias monetarias.

Al hablar del presupuesto, suele hablarse “del lado que se estira más la cobija” para ubicar a ganadores y perdedores. En este caso, Defensa Nacional y Marina son ramos que continúan ganando por la incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA, la militarización de puertos, aeropuertos y aduanas y la participación en proyectos de infraestructura. Vaya, más presupuesto para todo, pero menos para las actividades sustantivas en materia de seguridad, combate al crimen organizado y defensa nacional. Lo bueno de ello es que el crecimiento en el gasto de capital se mantendrá, aunque su nivel continúe muy por debajo del máximo alcanzado hace una década.

La presión y el mayor riesgo del gasto están en pensiones y jubilaciones. En el 2022 este concepto rebasó el billón de pesos en el presupuesto federal y es más del 16 por ciento del total, más que su peso, alerta su crecimiento que es mayor que el de la economía y ello obedece a la composición demográfica, la informalidad laboral y las necesidades de una población que está envejeciendo. Aunque ha habido esfuerzos que buscan mitigar este problema, han sido tangenciales. El problema requiere de una reforma al sistema de pensiones y en resolver los factores de incidencia, un reto que afrontará la próxima administración.

Fieles a la austeridad republicana se busca no incrementar la deuda pública global que ronda el 49 por ciento del PIB, aunque sea a costa de un mayor gasto que impulse la recuperación y apoye al empleo. Sin embargo, si destaca un déficit fiscal explicado por el gasto de inversión, ya que sin este componente se apostaría por el balance fiscal.

En resumen, el Paquete 2023 es uno a modo que, si bien considera los riesgos económicos, también mantiene -por encima de todo- las promesas de campaña y la orientación de un gasto cada vez más comprometido, con poco margen de movimiento y perfilado a preparar el terreno para el 2024.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®