El presidente usó todo su poder para someter a los senadores. Estamos ante una expresión de la peor manera de gobernar, mediante el uso del chantaje y la compra obscena de los votos. Esta práctica para imponer la militarización, es parte de un proceso silente de Golpe de Estado.

El poder presidencial, casi ha anulado al poder legislativo y también al poder judicial, al mismo tiempo que otorga un inmenso poder a los militares. Se trata de un Golpe de Estado.

Las consecuencias de este golpe de Estado serán nefastas para el país.

La manera en la que el presidente, su partido, sus aliados y sus empleados doblaron al PRI y los residuos del PRD es tremenda.

Además de aprobar la militarización, el presidente consiguió romper el llamado bloque opositor denominado “Va por México”. Seguramente va a volver a usar el chantaje y el dinero para aprobar la desaparición del INE. En realidad no es algo nuevo, esa intimidación la usó AMLO a fines de diciembre de 2018 cuando obtuvo la unanimidad en ambas cámaras para aprobar la Guardia Nacional. El nivel de putrefacción de la partidocracia le permite al presidente hacer lo que se le antoje, por esa vía ha sometido al poder legislativo y al poder judicial. Si elimina al INE, su poderío será inmenso y habrá dado, en los hechos, un golpe de Estado.

Los pactos del presidente con los militares indican cuánto se deben ambos entre si, hay un grado de complicidad muy peligroso. Esos acuerdos hicieron posible la petición del gobierno a los Estados Unidos de regresar a México al General Cienfuegos, un hecho insólito, posible también, por la abyección de AMLO a Trump. Eso demuestra. Como la complicidad de intereses puede rebasar las fronteras.

La complicidad con los militares se ha manifestado en la cuestión de Ayotzinapa, la Fiscalía General, formalmente encabezada por Alejandro Gertz Manero, pero realmente bajo al mando de AMLO, retiró 16 órdenes de aprehensión contra algunos militares, para protegerlos y quebrantó promesas presidenciales con las víctimas y familiares de Ayotzinapa.

El cinismo del presidente es tal que defendió al mismo tiempo a Gertz Manero y a Alejandro Encinas. Esa esquizofrenia no puede ser eterna. No es posible caminar con una pierna hacia la derecha y otro hacia la izquierda, al final se pierde el equilibro y se produce la caída.

Las consecuencias para las elecciones próximas del 2023 en el Estado de México y Coahuila, y no se diga las presidenciales de 2024, al “doblar “el gobierno al PRI y al PRD hacen casi imposible derrotar a Morena y sus aliados.

Ahora quedará únicamente el PAN en ese polo electoral con la muy remota posibilidad de una alianza con Movimiento Ciudadano.

Es casi imposible que el PAN consiga atraer el voto de millones de electores decepcionados de la 4T, de electores que se asumen como de izquierda y el voto de miles quizá millones de ciudadanos pertenecientes o simpatizantes del feminismo, de los ambientalistas, del movimiento LGTB+, de los estudiantes, de los trabajadores y otros movimientos similares.

Aparentemente la apuesta de Dante Delgado para que su partido Movimiento Ciudadano capte el descontento es ahora mayor que antes de la humillante conducta del PRI y el PRD al aprobar la militarización.

Según algunos comentócratas o allegados a los partidos registrados es casi imposible que los panistas apoyen a un candidato de Movimiento Ciudadano.

Se dice que aún en el caso de que Marcelo Ebrard rompiera con Morena es casi imposible que Dante acepte registrarlo como candidato por Movimiento Ciudadano.

Si el escenario fuera el anterior, Morena tendría todos los elementos para triunfar con cualquier candidatura, incluyendo la de Claudia Sheinbaum, por más débil que sea esa candidatura.

Ahora más que nunca se requiere de un Gran Compromiso Histórico de todos los opositores al gobierno de la llamada Cuarta Transformación. El gran problema es que un acuerdo de ese tipo tiene que traducirse en una candidatura presidencial única. Esa posibilidad es mínima bajo las franquicias electorales del PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y otras de las pequeñas.

En síntesis, el golpe contra las instituciones medianamente republicanas y democráticas asestado por AMLO mediante el chantaje y la compra de votos tiene repercusiones muy graves.

Estamos ante un viraje militarista de consecuencias impredecibles. La responsabilidad de los que apoyan a AMLO con raíces en las izquierdas los marcará por mucho tiempo.

Haber dejado a un lado los valores democráticos, favorecerá las tentaciones más dictatoriales de los políticos sin escrúpulos.

Al mismo tiempo, ese proceso de golpe de Estado silente facilitará, aún más, el poder de los grandes capitales y continuarán las políticas anti populares.

La compra de votos y chantaje a los senadores priistas, salvo las muy notables excepciones de Claudia Ruíz Massieu, Beatriz Paredes y sorprendentemente de Miguel Osorio Chong, así como la del perredista Juan Manuel Focil; es un paso más rumbo al poder autoritario a favor de los militares.