El pasado 20 de julio Estados Unidos y Canadá comenzaron el procedimiento para defender los intereses de sus empresas energéticas en México. Este 3 de octubre venció el plazo de 75 días para llegar a un acuerdo a través de la fase de consultas, mismo que se extendió con el objetivo de que México sea convincente en sus argumentos para evitar entrar en la fase del panel de solución de controversias.

El Gobierno Federal reiteradamente ha señalado que se tendrán soluciones en estos temas, por lo que se debe aprovechar la continuidad de las negociaciones para construir acuerdos y evitar la instalación del panel, que aumentaría los riesgos de eventuales sanciones para el país. El extender los plazos de solución aumenta la incertidumbre hacia el futuro, ya de por sí elevada, en torno a la política energética de México y sus implicaciones en dimensiones como la inversión privada y en sectores estratégicos como el automotriz.

En este momento no hay margen para sanciones comerciales y tampoco arancelarias. El déficit comercial de México durante 2021 fue cercano a los 11 mil millones de dólares. Entre enero y agosto de 2022, el saldo acumulado de la balanza comercial es de -24.4 mil millones de dólares, y excluyendo las exportaciones petroleras, de -52.1 mil millones.

Por su parte, el tipo de cambio de los últimos días es casi idéntico al del primero de enero de este año, lo que sugiere una relativa fortaleza de nuestra moneda frente al dólar. Sin embargo, en términos comerciales esto encarece las exportaciones del país y reduce la competitividad internacional de los sectores que exportan más: manufacturas, equipo de transporte, equipo de computación y comunicación y minería.

El tema no es menor y representa un alto riesgo para la producción y los flujos comerciales con México. En 2021, según el Centro de Comercio Internacional de Naciones Unidas, las 10 secciones de productos de mayor exportación con Estados Unidos y Canadá ascendieron a 321.5 miles de millones de dólares (mdd), 80.6 por ciento y 65.0 por ciento del total de exportaciones de esas secciones con ambos socios, respectivamente.

Las sanciones arancelarias podrían oscilar entre los 30 y los 40 mil millones de dólares. Es incierto anticipar qué productos y cuál sería el porcentaje de arancel, pero suponiendo una sanción del 10 por ciento a las exportaciones de la industria automotriz y de la industria eléctrico-electrónica, ello sería superior a los 23.8 mil millones de dólares; a nivel producto, tan solo las exportaciones de cerveza, tomates y aguacates a Estados Unidos fueron de 9.7 mil millones de dólares en 2021, de tener una sanción del 20 por ciento, el costo ascendería a 2 mil millones de dólares.

Las conversaciones alrededor del sector energético no son las únicas en torno al TMEC. A finales del mes de noviembre de este año se espera el fallo de los paneles de controversias que México y Canadá presentaron ante Estados Unidos en materia de las reglas de origen automotriz, particularmente en la interpretación y uso de metodologías para que las partes esenciales, como motores o suspensiones, se consideren originarias del país en un vehículo. No obstante, las controversias energéticas son un tema de mayor relevancia para el país por sus impactos y los sectores que afectaría directa e indirectamente.

El daño no se limitaría a un arancel en las exportaciones, va más allá. Además de los costos directos en comercio exterior, habría de incluirse la potencial pérdida de inversiones nacionales e internacionales; y en los costos indirectos, deberían contabilizarse los impactos a las cadenas productivas de los sectores afectados, el encarecimiento de los energéticos y su efecto en las empresas, la pérdida de empleos y su masa salarial, la menor recaudación de impuestos y otros tantos impactos en otros sectores.

La posición que adopte nuestro país sobre la utilización de energías renovables es crucial para las metas de descarbonización que tienen empresas armadoras y sus proveedores.

La postura de México debe ser convincente e integral, pero al mismo tiempo se requieren de mensajes claros sobre la orientación de nuestra política energética, de lo contrario seguiremos dilatando los flujos de inversión en un sector estratégico para el crecimiento del país.

Sin margen para el error, México debe ser asertivo para evitar el panel de solución de controversias y, con ello, posibles sanciones arancelarias. En las últimas tres décadas el comercio exterior mexicano se ha convertido en uno de los principales motores del crecimiento y este momento no es la excepción en su potencial para dar el impulso necesario y retomar una senda de crecimiento económico sostenida y sustancial.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®