En tiempos de canallas, personas como Manuel Aguilera Gómez son ejemplares.

Su biografía contrasta con las imágenes de la partidocracia, exhibidas por los hakers de guacamaya o en libros como El Rey del Cash.

Manuel fue un personaje muy singular. Investigador en el campo de la Economía; creador de escuelas de economía; líder de los economistas mexicanos, donde en un célebre Congreso fue impugnado por Carlos Salinas, por sus posturas críticas al rumbo impulsado entonces por el gobierno mexicano encabezado por Miguel de la Madrid.

Manuel encabezó el Instituto Mexicano del Café y Tabamex, ambos para impulsar a los productores nacionales y contra los monopolios extranjeros.

Paradójicamente fue nombrado para dirigir Renovación Habitacional por el mismo presidente Miguel de la Madrid, organismo que se encargó de reconstruir las vecindades destruidas o dañadas por el sismo de 1985. Manuel Aguilera aprovechó esa tarea para realizar una Reforma Urbana parcial en el Centro Histórico de la ciudad que frenó las ambiciones de los capitales de adueñarse de esos predios, impulsó la organización de los damnificados, de la cual surgió el denominado Movimiento Urbano Popular, que luego se convirtió en la base social del PRD en el Distrito Federal. Manuel desempeñó esa tarea con un estilo muy diferente al autoritarismo priista y a sus hábitos clientelares.

Después del sismo de 1985, Manuel se afilió al PRI por invitación de Carlos Salinas. Lo hizo atendiendo a sus convicciones nacionalistas y su posiciones favorables a la intervención del Estado en la economía, que desarrolla en el libro Las raíces estructurales e la desigualdad en México. El lado oscuro de un desarrollo suspendido, que publicó recientemente junto con Felipe Riva Palacio. Un texto que merece un análisis cuidadoso, donde estudian las raíces del desarrollo del capitalismo mexicano y las diversas fases del mismo. Ofrecen cifras muy impresionantes y datos poco conocidos, como un listado de los Cien más importantes empresarios mexicanos. Es un largo alegato contra el llamado neoliberalismo.

Contiene varios capítulos muy extensos en torno al Estado y su marco histórico, con apartados de las Consideraciones Teóricas del Estado Moderno, el surgimiento del Estado moderno y el colonialismo. Ahí se revisan las principales corrientes de pensamiento en torno al Estado en San Agustín; Santo Tomás; Hobbes; Locke; Weber; Rousseau; Marx; Engels; Lenin; Jellinek, Heller y Keynes.

Se hace una tipología de los Estados Modernos desde el Estado Monárquico hasta el Estado Fallido; La democracia Entrampada y los problemas actuales de la Doctrina; la Praxis y La Crisis de Identidad.

Manuel Aguilera toma abiertamente, una postura a favor de los postulados avanzados y progresistas de la intervención del Estado en la economía, apoya la naturaleza del Estado de bienestar y en contra de las consecuencias funestas del llamado neoliberalismo.

Hoy más que en ningún otro momento, el debate en torno al tipo de proyecto económico que debe tener el país, se ha convertido en un asunto central de la política económica y del conjunto de la política del Estado.

Aunque consideraba prematuro “anticipar sus resultados”, expresó una opinión muy crítica al gobierno “no se avizora con claridad un panorama del todo venturoso”. Me interesa citar los párrafos de la Introducción, donde alude a las decisiones“ públicas basadas en la voluntariedad” donde “Además, en apego a dogmas de inspiración neoliberal se ha ignorado la necesidad de definir una política de fomento industrial y en “En el terreno de la política social es patente la marcada tendencia a enfrentar los conflictos sociales mediante el recurso de las subvenciones económicas”. Más adelante dice “Es obvio el menosprecio a crear instituciones propias del Estado de Bienestar, en su lugar se ha privilegiado el limosnerismo…”

Contra ese limosnerismo de la política del gobierno de AMLO y recogiendo los planteamientos de Manuel Aguilera , es como es conveniente recordarlo.

Manuel fue uno de los pocos priistas que no medró con sus puestos como funcionario importante de sus gobiernos. Ha sido jefe de Gobierno del DF, Senador e incluso presidente del PRI en el DF. En ese lapso impulsó el diálogo entre Carlos Salinas y Cuauhtémoc Cárdenas organizando algunos de esos encuentros en su propia casa, el más célebre y conocido fue en agosto de 1988 en plena crisis poselectoral.
Manuel ha sido testigo de muchos otros episodios al interior de la clase política. No se si tuvo tiempo para escribir otros episodios vividos por él al interior de la clase política ello ayudaría mucho a entender cómo se realizan los “amarres” que han configurado la situación actual, incluyendo el triunfo de Morena. Guardo sus muy sabrosos relatos en mi memoria personal.