Si pensamos que, con la marcha del domingo 13, los opositores al Gobierno ya demostraron que pueden ganar las elecciones del 2024, estamos muy equivocados. Si pensamos que la marcha en cuestión no tiene ningún significado político real, también estamos en un claro, y lamentable, error. El asunto tiene sus complicaciones, presentes y futuras, a pesar de su aparente simpleza. Como siempre, lo que se impone es la serenidad: la cabeza fría para examinar un asunto que puede llegar a temperaturas muy altas.
La marcha del domingo refleja opiniones que tienen múltiples explicaciones y la más importante es la vertiente de la pluralidad en el pensamiento político de los mexicanos. Somos un país de países, con regiones distintas que tienen una geografía diferente, una historia plural y una cultura variada. Nuestros sectores sociales también son múltiples y, por eso mismo, la pluralidad es una de nuestras esencias. La unanimidad en política no es posible y tampoco es deseable.
En realidad, lo que unió a los participantes en ese evento es apoyar una institución que los mexicanos sentimos como nuestra: el Instituto Nacional Electoral. En realidad, el motivo no solamente se explica, sino que tiene una justificación indiscutible, porque demuestra que los mexicanos tenemos vocación por la democracia y, es más, por la libertad. Ahí no hay nada que discutir.
En lo que debemos pensar es en si el INE está realmente en peligro. En mi opinión, yo creo que no y el debate se debe centrar ahí y debe llegarse a una claridad plena. El INE no es una entidad —una institución— integralmente hecha y políticamente terminada: es, como todo lo humano, una figura perfectible. Al igual que el INE, nuestra legislación política, especialmente la del plano electoral, debe estar en una evolución permanente, porque la sociedad mexicana debe sus vigores —en lo esencial— a sus transformaciones propias.
La única manera de evitar las polarizaciones, que tanto han dañado a nuestro país, es con las reflexiones en clave cívica comprometida. Es examinar en serio lo que se requiere para tener más democracia, que es la única manera de conservar la democracia. Ciertamente, necesitamos fortalecer nuestra cultura democrática en todo el sentido de la palabra: fortalecer a la ciudadanía que piensa en términos plurales. No puede haber democracia sin una cultura democrática.
Lo que se ha pasado por alto en este debate, que necesitamos valorar como positivo al final de cuentas, es que el ejercicio político no solamente ha correspondido al INE, antes IFE, sino que hay otras instancias esenciales. Se ha pasado por alto que las elecciones han sido en lo esencial un ejercicio ciudadano. El INE no ha hecho las elecciones por sí sólo. En la tarea participan cientos de miles de ciudadanos y ahí está la verdadera fuerza de nuestras instituciones democráticas. Quien haya estado en una casilla electoral ha sido un verdadero guardián de la voluntad real de los ciudadanos.
Es decir, el verdadero ejercicio de la voluntad popular no solamente está en una institución, sino en las acciones de las mujeres y los hombres que voluntariamente han participado y participarán en la acción cívica de votar. Estos mexicanos serán los que cuiden el voto y seguramente vigilarán el buen funcionamiento del esquema institucional para los procesos electorales en nuestro país -y no ganan cientos de miles de pesos-.
El debate debe continuar. Así lo exige la democracia. Se deben escuchar todas las voces: así lo exige la libertad. Se debe pensar en el futuro del país, así lo exigen los mexicanos.
@Bonifaz49