El afirmar que el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, es un juez a modo, sería demasiado aventurado, pero sin duda, si es alguien que pasará a la historia por no haber cumplido a cabalidad el papel que debió desempeñar dentro del máximo órgano jurisdiccional en nuestro país por un mandamiento que le deviene, no del presidente de la república, si no de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El ministro Zaldívar debería en primer lugar defender contra todo y contra todos, la Constitución de este país, después debería de salir en defensa de los jueces del poder judicial que un día sí, el otro también, son criticados y descalificados desde Palacio Nacional. Es increíble que don Arturo esté más ocupado en hacer TikToks que en reconocer la labor de los juzgadores, a quienes debe arroparlos para que no se sientan presionados por fuerzas externas.

En medio de este silencio del presidente de la Corte y del Consejo de la Judicatura Federal, los jueces y magistrados de este país son tachados de corruptos y de no entender de que va la cuarta transformación. Mientras tanto, su presidente la hace de crítico musical y de promotor de la ideología de “genere”. Sería mucho mejor que promoviera en forma decidida el Estado de Derecho y un respeto a la Constitución contra viento y marea.

A los juristas de este país, y, en general a la ciudadanía buena y sabia, le interesaría mucho más saber qué pasa con las 3 acciones de inconstitucionalidad, así como las 4 controversias y demás amparos que se encuentran hoy en la Corte congelados, referentes a la Guardia Nacional, y no estar escuchando críticas musicales o su opinión, por muy valiosa que esta sea, de Taylor Swift.

Zaldívar da más de que hablar por sus comentarios intrascendentes en redes sociales, que por su trabajo al frente del máximo órgano jurisdiccional de este país. O por sus críticas a algunos legisladores, en donde a una senadora la señaló por hacer según él una crítica tonta y poco seria sobre el aborto, y a Germán Martínez, senador independiente en el Senado de la República, por su obsesión enfermiza y mentirosa que tiene contra él.

Incluso al senador Martínez le pidió busque otras cosas que hacer en su vida para que deje de hablar mal de él, y hasta dijo que, como dicen los chicos, “yo ni lo topo”. Que no tenga la piel tan delgada el ministro y que mejor se ponga a trabajar, y a desempeñar su papel de juzgador, sin maromas ni abdicaciones. Sería prudente y oportuno recordarle a Arturo Zaldívar que él juró guardar y hacer guardar la Constitución Política y las leyes que de ella emanen.

Su compromiso es con México, con la institución que representa, no con el presidente de la República, o que no escuchó hablar de la división de poderes. Su relación con Andrés Manuel López Obrador es algo personal y que bueno que le cae bien y lo respeta, del otro lado ni se diga, tan bien les cae el ministro Zaldívar, que hasta querían que se quedara más tiempo en la presidencia de la Suprema Corte, aún y cuando la propia carta magna lo prohíbe.

Me temo que el abogado Arturo Zaldívar, cuya alma mater es la Escuela Libre de Derecho, de lo cual no me siento nada orgulloso como egresado de esta, no pasará a la historia como un buen presidente de la Corte.

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