La reivindicación de las culturas indígenas en las últimas décadas en México, representa un avance que dignifica a las miles de personas que forman parte de los pueblos y comunidades originarias. Ya lo ha dicho el Presidente Andrés Manuel López Obrador: “en los pueblos indígenas hay una gran reserva de valores culturales, morales, espirituales y es la cultura la que nos ha salvado siempre”.

Entender desde una visión humanista es reconocer los valores y la esencia que ellas y ellos le han aportado a México. La cultura y nuestra cosmovisión como país no se podría comprender sin ellos. Hay mucho que hacer más allá de llevarles algún alivio en sus condiciones materiales de vida. Nuestros pueblos, todos en su conjunto, afrontan problemas culturales que requieren de nuestra preocupación y de las acciones inmediatas.

Los males de nuestros pueblos indígenas no son solamente los de las mujeres, también los sufren y sobreviven los hombres de todas las edades. Seguramente, los asuntos de género son un efecto de causas mucho más complicadas, mismas que deberemos entender y atender.

Sencillamente, para liberar a los pueblos indígenas, se requiere que todas y todos los mexicanos nos liberemos de la pesada losa de los mitos y los prejuicios provenientes de la ignorancia. Muchos de nuestros problemas de identidad los ignoramos y, más aún, ignoramos lo que sucede con nuestras etnias.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía  (INEGI) señalan que dentro del país habitan 68 pueblos indígenas que derivan en 364 variantes dialécticas, que representan al 19.4 por ciento de la población, con un estimado de 23.2 millones de personas.

Ante tales datos, atender las necesidades de los pueblos y las comunidades originarias es reivindicar su dignidad a través de un acto de justicia social, que representa una lucha de más de 500 años, donde hombres y mujeres valientes han sacrificado sus privilegios, su integridad e incluso su vida por atender esos justos reclamos.

No cabe duda que, a partir del reconocimiento constitucional de nuestros pueblos y comunidades originarias, se ha abierto un camino para la reivindicación de sus demandas históricas. No obstante, en México aún debemos seguir labrando nuevas brechas donde la voz sincera de nuestros hermanos y hermanas tengan cabida en la vida pública nacional.

@Bonifaz49