La novela protagonizada por la “Ministra” Yasmín Esquivel Mossa, quien desde diciembre pasado, después de las revelaciones en torno a su tesis de licenciatura, se enfrenta estoica y solitaria contra todas las fuerzas obscuras del conservadurismo, el machismo, la misoginia, la mafia del poder, los poderes fácticos, a todos quienes desdeñan la independencia del poder judicial y los viajeros en el tiempo, ha tomado un nuevo rumbo esta semana (por no decir que ha empezado una nueva temporada) con la memorable frase: “NO TENGO NADA DE QUE AVERGONZARME” … dicho de otra manera, ¡la desvergüenza! Vaya, no solo no renuncia (pues no tiene nada de qué avergonzarse), ni siquiera ofrece una disculpa pública por estar involucrada en esta lamentable telenovela, que en el capítulo más reciente incluye la declaración de la directora de tesis quien “reconoce que compartío el proyecto de tesis de la alumna Yasmín Esquivel Mossa … pero era con el ánimo de que lo tomaran como referencia”.

Para ella desde luego ya hubo consecuencias pues después de estas declaraciones (confesión expresa dice el comunicado de la UNAM), la maestra Martha Rodríguez Ortiz fue despedida. A esto se suma el comunicado firmado por 33 investigadores, académicos, ex alumnos, trabajadores y consejeros universitarios que solicitaron a la Comisión de Honor y Justicia del Consejo Universitario de la UNAM retirar el título de licenciada en Derecho a la señora Yasmín Esquivel Mossa, que se obtuvo de manera delictiva.

La ministra Esquivel es una de las ministras en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) designadas por el gobierno Andrés Manuel López Obrador y desde el momento mismo de su nominación para integrar la terna, se cuestionó mucho su perfil por su cercanía con el círculo más cercano a AMLO, sin embargo, con independencia de su cercanía con la llamada 4T y las múltiples críticas que recibió en su momento su inclusión en la terna, el Senado aprobó su nombramiento y por ello Esquivel se convirtió en ministra de la SCJN. De ahí que se deba también exigir al Senado para que, ante los hechos, se pronuncie y actúe en consecuencia. ¿Qué van a hacer las y los senadores ahora que ya saben que Yasmín Esquivel Mossa en realidad no reúne los requisitos para ocupar el cargo de Ministra de la SCJN? ¿Se van a quedar de brazos cruzados viendo como todos se pasan “la bolita” para no hacerse responsables de no actuar con la debida diligencia al revisar los perfiles de la terna propuesta para ocupar el cargo de Ministra de la SCJN?

Frente a tanto desparpajo, ¿dónde quedamos las y los justiciables? ¿Dónde quedamos las y los abogados litigantes, cuando desde las esferas más altas de nuestro sistema de impartición de justicia siempre es mal visto que solicitemos que un juzgador se excuse del conocimiento de un asunto; cuando el sistema de recusación está sustentado en la ética y el autocontrol del juzgador quién siempre se debe de inhibir en el conocimiento de los asuntos a la menor sospecha de un conflicto de interés y son sus pares los que lo califican?, ¿dónde quedamos las y los gobernados cuando la propia juzgadora en lugar de excusarse y renunciar a su encargo nos amenaza con el cinismo de que ella va a seguir en el ejercicio de su puesto aún a sabiendas de que no cuenta con los requisitos para ser ministra, y advirtiéndonos desde ahora que no va a escuchar ningún tipo de objeción que se realice para el despacho de los futuros asuntos?, ¿dónde queda la seguridad jurídica y dónde queda la impartición de una justicia imparcial, cuando ya vemos desde ahora una parcialidad asombrosa al autojuzgar su propia causa, sus propios impedimentos y su propia traición a la impartición de justicia nacional?

Lo dije en este mismo espacio al cierre de 2022, este triste episodio en los dramas nacionales es una muestra más del grave problema ético que como país tanto daño nos hace, pues mucho más allá del desdén institucional y de las graves afrentas que el plagio de la tesis de licenciatura representa, es una muestra sintomática de lo fácil que es perdernos en los debates de lo absurdo y la nula responsabilidad que existe entre las más altas esferas del poder. Lo correcto, lo ético, lo responsable, lo democrático hubiera sido renunciar desde que surgió el escándalo el 21 de diciembre de 2022. Pero a un mes del reportaje de Guillermo Sheridan tenemos fuertes declaraciones de prácticamente todos los actores involucrados, incluidos de viva voz tanto  Edgar Ulises Báez (el autor de la tesis defendida en 1986) al mencionar que La lógica lo disipa todo: el que se titula primero evidentemente tiene el texto original”, y que No querer asimilarlo o comprenderlo es hacerse pato”, como la Ministra Esquivel quien ya nos dijo que no se va a separar de su encargo pues ella no tiene nada de que avergonzarse.

La FES ya dijo que, si hubo plagio, lo mismo dijo la UNAM, sin embargo, ésta última dijo que no tenía facultades para invalidar el título. La SEP ya dijo que tampoco tiene facultades para invalidar un título profesional y pues tampoco puede invalidar la cédula. El grave mensaje de esto es que al parecer como siempre sucede en este México mágico que habitamos, no habrá consecuencia alguna para la Ministra que plagio su tesis de licenciatura. Y seguirá despachando desde Pino Suárez durante los próximos 13 años. ¿Cómo puede la Ministra ver a los ojos a todas aquellas personas que colaboran con ella en su Ponencia, que han cursado la licenciatura y sus posgrados, cumplido con los requisitos para obtener sus títulos? ¿Cómo puede la Ministra acercarse a las y los jóvenes que integran su ponencia, a aquellos estudiantes de derecho que con esfuerzo están concluyendo sus estudios universitarios? ¿Cómo puede ver a sus pares y portar la misma toga?

La consecuencia del plagio es que el derecho a sustentar examen profesional para obtener el título de licenciada en derecho se obtuvo de manera fraudulenta. Yasmín Esquivel no debe estar en la SCJN. Al día de hoy tenemos conocimiento de que se han presentado denuncias ante la propia SCJN y promovido juicios de amparo para que el Senado vuelva a valorar la terna que le fue presentado en atención a la inconstitucionalidad sobrevenida.

Estos medios se han promovido por colegas abogados y ciudadanos inconformes que observan admirados, como el resto de la ciudadanía, que la Ministra no va a renunciar al cargo; de suerte que al margen de la discusión académica que seguramente va a surgir sobre la procedencia de estos mecanismos de impugnación, me parece qué hay que destacar y reconocer la valentía de dichas personas, al suscribirlas en primera persona a sabiendas que la Ministra pretende quedarse en el puesto por trece años más. Hay muchos más que prefieren intentar pasar desapercibidos para evitar revanchas en los procedimientos judiciales que ya sea de manera personal o por estar defendiendo en el ejercicio de su profesión pudieran recibir desde la propia SCJN.

¿Y si al final del día no hay procedimiento judicial alguno para poder remover a la Ministra de su cargo, y ella no va a renunciar, donde queda la honorabilidad de una juzgadora federal? Estamos no solo frente a un reclamo jurídico, sino también frente a uno de corte ético; y los reclamos éticos los hace la sociedad desde cualquier trinchera y deben tener consecuencias. Hablar de dignidad y de derechos humanos no es suficiente. Hay que predicar con el ejemplo. El desempeñar un cargo público, tan relevante como lo es el de ser ministro o ministra de la SCJN debe estar guiado en todo momento por una ética ejemplar.

Que quede claro que en el perfil de la Ministra que aparece en el portal oficial de la SCJN se lee al cierre de su semblanza lo siguiente: La importante función que por muchos años ha venido realizando la Ministra Esquivel Mossa, ha demostrado su vocación por la justicia y servicio a la sociedad mexicana, bajo un régimen estrictamente ético, de independencia, imparcialidad, prudencia, profesionalismo y excelencia. Y la tragedia se cuenta sola: tenemos una Ministra Pirata y al parecer todas las instituciones y actores involucrados se lavan las manos. De ética, independencia, imparcialidad, prudencia, profesionalismo y excelencia mejor ni hablamos.

***Como corolario, Yasmín Esquivel Mossa no puede seguir en la SCJN. Lo ético es que renuncie al cargo. No quitaré el dedo del renglón y cerraré mis participaciones de la misma manera, hasta que tengamos respuestas.