Cretinismo parlamentario, le llamaba Lenin, al estilo de los debates entre la clase política; hoy citar a Lenin tiene un carácter casi sagrado para los ideólogos del gobierno, tanto él como Carlos Marx han sido mencionados para ser incluidos en los libros de texto de la SEP. Aunque Víctor Rico Galán decía que algunos han convertido al marxismo en “una casa de citas”, ello no justifica la condena de Marx y Lenin, sus ideas junto con las de los pensadores antiguos, los clásicos y los actuales no deben excluirse.

Es tan absurdo pretender una educación doctrinaria, como desgarrase las vestiduras por incluir a Marx y a Lenin en los textos para la formación de maestros.

Es una más de las estridencias banales, cuyo ruido evade colocar en el debate público temas centrales como la cuestión de la desigualdad, los salarios y otros problemas nacionales. Ante se debate entre “lugar común istas”  y un anticomunismo fanático, es más divertido y pertinente lo que se atribuye a Groucho Marx: estos son mis principios y si no les gustan, tengo otros.

La contaminación derivada de un torneo demagógico entre la partidocracia o peor aún al interior de la casta dominante, tiene efectos muy perversos.

La tragedia de más de cien mil muertos anuales y otros tantos desaparecidos, es algo insólito. En un año de invasión a Ucrania por Rusia que se cumple en los próximos días, hay menos muertos que los muertos en México.

No se debate una ruta para superar esa infernal crisis humanitaria.

Algo semejante ocurre con el fenómeno migratorio. En el curso de un año han sido deportados casi 2 millones de personas de los Estados Unidos, muchos de ellos transitaron por México.

Ese tema casi no tiene presencia en la prensa, la radio, la televisión ni en las redes., como tampoco la creciente desigualdad, el incremento de la pobreza parecen cuestiones “naturales”. Casi nadie habla de la inexistencia de luchas, mucho menos huelgas para conquistar mejores empleos y salarios.

Los casos de decenas de asesinatos de líderes de ambientalistas o de las comunidades indígenas, tampoco le interesan a esa estridencia banal.

Mientras se “discute” si la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, violó “el protocolo” por no ponerse de pie para recibir al presidente. También se pasa por los noticieros decenas de entrevistas por la “alteración” en la Cámara de Diputados porque Santiago Creel no permitió la presencia de la Banda de Guerra con sus armas dentro del recito del Congreso de la Unión.

El inmenso ruido y pocas nueces del juicio en Nueva York al jefe de la policía durante el gobierno de Felipe Calderón, Genaro García Luna, el propio presidente inventó que  la prensa , la radio y la televisión no hablaban antes ni ahora del tema, lo que es totalmente falso. Lo extraño es que ese problema de los vínculos del gobierno de Calderón con los narcotraficantes esté en un juicio en los Estados Unidos y aquí no se haya hecho nada, por un gobierno que grita todos los días la complicidad de Calderón con los carteles. Nunca  se explica cuál fue la “razón” que tuvo AMLO para pedir y conseguir¡¡¡ el regreso del general Cienfuegos a México. ¿Qué concedió a los gobernantes estadounidenses? Por qué tenía tanto interés AMLO en “salvar a Cienfuegos” el secretario de la Defensa de su  vilipendiado presidente Enrique Peña Nieto?

Por supuesto que no estoy proponiendo dejar de discutir temas como el Plan B, la autonomía de la Suprema Corte de Justicia y el resto de los Institutos autónomos; no sugiero dejar de discutir los temas de la estructura institucional y de la política de los políticos. Simplemente considero voltear la vista hacia los problemas olvidados de la situación nacional que nos han llevado al borde del abismo.

Un viraje radical para colocar la mirada en otra parte que en los torneos palaciegos de la casta.

Sin un vuelco de rumbo, será más probable que se siga caminando rumbo al desastre nacional.