En su informe más reciente, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro señaló un dato escalofriante: en 2022, las pensiones de los trabajadores del país sufrieron una minusvalía de nada menos que 215 mil 477 millones de pesos.  Se le dice minusvalía, a lo que en términos llanos debería llamarse pérdida. Y en este caso, se trata de la mayor pérdida registrada en un año. Y pudo haber sido peor, porque alrededor de la mitad del año, la minusvalía sumaba 470 mil millones de pesos cuando la guerra de Ucrania había alterado las bolsas de valores.

Por supuesto, tal pérdida no es consecuencia de ninguna política en particular, sino de los vaivenes que son la esencia de los mercados de valores, no sólo aquí, sino en el mundo en su conjunto. Aunque si vemos un poco más en perspectiva, hay que destacar que en principio los fondos de pensiones no tendrían porqué jugar en la Bolsa su destino.

Aquí va una disculpa querido lector, si es que he tenido la suerte de que me leas más de una vez, porque tengo que reiterar que esa realidad se explica, porque la crisis estructural capitalista que se inicia allá a principios de los setenta del siglo pasado y que no ha podido resolverse desde entonces, provocó que el gran capital financiero internacional emprendiera dos grandes ofensivas, una contra los países subdesarrollados y otra contra los trabajadores. Esta última ha comprendido tanto el descenso de los salarios reales, como el desempleo, el golpeteo a las organizaciones sindicales, la pérdida de prestaciones y derechos, y muy especialmente, un ataque frontal a las pensiones.

Se trata de una acción que, iniciada en Chile, poco después del golpe de Estado de Pinochet, se expande por el mundo, prácticamente igual, como si se tratara de un modelo aplicado en los países bajo las presiones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Por esa semejanza es que hemos visto en los más diversos países las movilizaciones de los trabajadores con demandas muy parecidas. En las últimas semanas correspondió a los trabajadores franceses que protestan ante el aumento de los años y las semanas cotizadas establecidas por el Presidente Macron.

En el caso de las pensiones, hay que añadir una estrategia que he llamado el mercado de los pobres en el que se refugiaron los capitalistas ante el descenso de su tasa de ganancia. De ese mercado, que incluye varios aspectos, lo más importante es que los capitalistas lograron apropiarse de los fondos de pensiones para financiar sus empresas, ante un mecanismo sencillo: establecer las llamadas Afores y poner en la Bolsa un porcentaje significativo de los ahorros de los trabajadores para el retiro. Para tener una idea de lo que significa en pesos contantes y sonantes, hay que decir que hoy el fondo de pensiones que manejan las Afores sumó al final de 2022 la impresionante cifra de 5 billones (millones de millones) 224 mil 293 millones. O sea que los empresarios que recurren a la Bolsa han obtenido financiamiento a cuenta de los trabajadores por miles de millones de  pesos. El problema para los asalariados es que, como todo mundo sabe, las inversiones en la Bolsa son un capital de riesgo, en el que se pierde o se gana. Y, además, en su caso, ni siquiera se enteran en cuáles valores decidió el administrador de su Afore invertir sus recursos, que por lo visto en 2022 no fue muy buena decisión, pues los trabajadores mexicanos han perdido 215 mil 477 millones de pesos.