CLlego un 8M más, poderosas imágenes y mensajes surgen. En la sección Ciudad del periódico Reforma la nueva obra de Paola Pineda “Nos Tenemos” nos acompaña e inspira para salir a marchar y después parar. Posteriormente tuve el privilegio de escuchar a Vivir Quintana entonar la “Canción sin Miedo”, ese himno feminista que una y mil veces me pone la piel chinita y me hace llorar. Escuché el mensaje de la ministra Norma Piña y pensé en la importancia de la representación, “hay que escuchar a las mujeres”, dijo y así lo hizo.

Y así, el pasado miércoles 8 de marzo (8M 2023) en conmemoración del Día Internacional de la mujer, como miles de mujeres salí a marchar. Lo hice desde la Glorieta de las Mujeres que Luchan y llegué hasta la Plaza de la Constitución. Lo hice al lado de mis amigas, al lado de miles de mujeres de todas las edades (niñas, adolescentes, jóvenes, madres, adultas mayores), de todas las identidades y del más variado origen económico, social, étnico, etc. Lo hice por las que están y por las que ya no están aquí. Lo hice por mis hijas, por mis sobrinas y por las generaciones futuras. Lo hice pues me siento obligada a hacerlo. Lo hice porque no estamos todas, lo hice por que nos siguen matando, maltratando y violentando. Lo hice por las que ya no tienen voz. Al marchar grité, canté y me sentí acompañada y fuerte. Como dicen las feministas en la marcha: “¡esas morras si me representan!”.

Al llegar al Zócalo se siente una enorme emoción, las mujeres llenen la plaza, hacen círculos, se abrazan, bailan, ríen, hacen performance artísticos, todo se pinta de morado; y todo ello ocurre en contraste con la desoladora imagen del Palacio Nacional que de nueva cuenta se encuentra amurallado. Al recorrer las calles de la CDMX enmarcadas en violeta no solo por los gases y la purpurina, sino por las jacarandas y escuchar a las jóvenes cantar, bailar, gritar y abrazarse, me es inevitable pensar en el poder de los mensajes de todas las acciones feministas, las que parten de la creatividad y el arte, del anonimato y de lo colectivo como la del 7 de marzo de 2022 cuando un dirigible que a los costados de modo visible incluía las frases: Ninguna en el Olvido y 10 feminicidios diarios,  sobrevoló emblemáticos monumentos de la capital de nuestro y las imágenes inundaron las redes y los diarios.

En el México de todas nosotras, en este México feminicida que habitamos, donde la realidad nos lastima, donde matan a 10 mujeres diario y donde el Presidente tiene otros datos. En este nuestro México, este 8M las mujeres hemos tomado otra vez las calles, las paredes, las plazas públicas, no solo en la CDMX, sino en diversas ciudades al interior de la república, para protestar con un mensaje tan poderoso que ni las vallas, ni los muros, ni las ateneas nos pueden detener. La fuerza de las mujeres que alzamos la voz nos une, nos llena de energía y esperanza incluso frente a la obstinación de este gobierno que pretende invisibilizarnos, descalificarnos y amedrentarnos. Así frente a los muros surgen acciones fuertes y dolorosas, hermosas y poderosas a la vez.

Y con este poderoso mensaje las mujeres le demostramos a nuestras autoridades que nuestra fuerza y creatividad frente a su indiferencia y cerrazón no tiene límites. Desde 2021 nuestro presidente decidió mandarnos un mensaje de indolencia y desvergüenza, con un muro. Nosotras tomamos el Cielo y le mandamos un mensaje más poderoso. ¡El cielo es el límite, nada ni nadie nos detiene y ninguna en el olvido!

Abajo todo amurallado, y arriba, la tragedia, aquello que no debemos olvidar y que estamos obligados a nombrar, transformado en una especie de poesía visual. ¡Que nos cuiden a nosotras las mujeres como cuidan a los monumentos! ¡Que protejan a nuestras niñas y que se indignen ante las violencias de las que somos víctimas de manera cotidiana, con la misma rabia con que responden frente a las pintas, frente a las marchas y frente a las protestas feministas! Las imágenes no mienten, son contundentes y demuestran que a nuestras autoridades las mujeres y las niñas no les importamos, que no merecemos ser protegidas como sus monumentos y paredes.

Así llegamos al 8M2023 y como cada año nuestro Presidente nos demuestra que no ha entendido nada y nos pide desde su púlpito que nos manifestemos “sin desorden” y vuelve a intentar encontrar la forma de hacer el 8M sobre él, la pobre víctima de Palacio Nacional. Y, con independencia de que No hay “formas” para la protesta tampoco las hay para el activismo y lo importante es que entre todas enviamos el mensaje a nuestro Presidente y demás autoridades indiferentes: “pongan los muros que quieran, vamos a derribarlos todos, no podrá con nosotras”.

Lo que es un hecho es que las mujeres y niñas, merecemos otra historia, y que la creatividad y la solidaridad ha transformado las vallas y los muros en un poderoso grito imposible de ignorar. Por que contrario a lo que nos han dicho desde siempre, las mujeres calladitas no nos vemos más bonitas. Las mujeres en pie de lucha somos hermosas y poderosas, por ello nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio. Las mujeres juntas nos empoderamos, nos acompañamos y nos inspiramos. Y en esa inspiración decidimos ocupar los espacios públicos y también salir a marchar. Personalmente celebro poder compartir la lucha con mis hijas, mis amigas, mi madre y todas las valientes mujeres que día a día luchan desde sus propias trincheras por un mundo más igualitario y más justo.

Entre nosotras buscamos la transformación social y lo hacemos de todas las formas posibles, le duela a quien le duela, le cueste a quien le cueste. Y no señor Presidente, no nos mueve, ni patrocina, ni manipula nadie. Ninguna fuerza obscura neoliberal o conservadora. Nos une y nos mueve el dolor, la rabia y el hartazgo. Nos mueve la impotencia y la pena de vivir en un país feminicida. Y este 8 de marzo marchamos juntas, por que juntas nos ven, porque juntas somos fuertes y por que juntas vamos a tirar al patriarcado. Y el jueves 9 de marzo todas paramos. Y así lo haremos hasta que nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia sea una realidad.

Y así se irá un 8M más, y nosotras las mujeres nos quedamos en pie de lucha con la esperanza de lo que juntas podemos lograr. Y lo cierto es que nunca más volveremos a guardar silencio porque sabemos que ¡merecemos otra historia, que nos tenemos, nos creemos, nos escuchamos y que el cielo es el límite!