El objetivo del gobierno con el subsidio a las gasolinas era claro, que la inflación en el país no llegara a tasas de 14 por ciento y que el precio de las gasolinas no alcanzara los 33 pesos por litro. Medido de esa manera, parece ser que se logró el cometido, la inflación cerró el año en 7.82 por ciento y el precio de la gasolina regular y la premium se ubicaron en la vecindad de los $21.55 y $23.68 pesos por litro, respectivamente, según las estimaciones de PETROIntelligence. Sin embargo, es importante valorar estos resultados considerando el costo que representa el subsidio y los usos alternativos que pueden tener estos recursos.

El monto del subsidio en 2022, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda, fue de poco más de 397 mil millones de pesos, lo que representó 1.4 por ciento del PIB. Este subsidio se cubrió, según la propia autoridad, con el excedente de los ingresos petroleros (5.2 por ciento del PIB), que se generaron del diferencial de $35 dólares en predio por arriba de lo presupuestado.

Para dar una idea del tamaño de los recursos destinados al subsidio, baste señalar que son superiores al presupuesto anual que tuvieron sectores como Salud que recibió aproximadamente la mitad del monto del subsidio, Energía, Infraestructura, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Cultura, Agricultura y Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Recursos Naturales, por enlistar algunos. Si bien el subsidio no implicó quitarles presupuesto a estos rubros, ya que provino de excedentes, cabe señalar que si los mismos contaran son esos montos, especialmente salud y la olvidada por mucho tiempo, inversión en ciencia y tecnología, sin duda se habrían logrado mayores alcances en sus cometidos.

Otra forma de ver el tema es considerar que si bien la idea de subsidiar la gasolina para mantener un precio bajo y así evitar que el incremento se traslade a los consumidores finales a lo largo de la cadena de producción-comercialización es buena en general, el incremento en los precios en productos como alimentos parece no responder a la estrategia del subsidio. De igual forma, y está documentado, el otorgar un subsidio generalizado al precio de la gasolina, beneficia directamente a la población que tiene sus propios vehículos (que no deja de usarlos lo que implica afectaciones medioambientales) y sólo indirectamente o nada a los que utilizan transporte público, en especial si las tarifas de transporte están reguladas y no se ajustan en función de la variación de costos.

Siendo un tema fiscal, debido a que el subsidio se aplica al IEPS, es importante considerar la pérdida de ingresos recaudatorios que esto representa y que en algún momento dado podría significar tener que compensarlos con una mayor recaudación de ISR e IVA e incluso con deuda.

Si como indica Hacienda el recurso provino de excedentes petroleros, hay dos consideraciones a tomar en cuenta; la primera es la dependencia del diferencial entre el precio presupuestado y el registrado. Si para 2023 se mantiene alto, se podrán seguir contando con recursos para el subsidio, pero si se reduce, el margen de operación también lo hará y se tendría que recurrir a otras fuentes para mantener el apoyo.

Por otro lado, siendo excedentes petroleros, existe reglamentación que establece el destino que se les debe dar los cuales son hacia las entidades federativas, hacia proyectos y programas de inversión y a un fondo de estabilización de ingresos presupuestarios. Este último representa un ahorro para contingencias. Casos muy claros fueron la reducción en la actividad económica y la atención a la problemática asociada a la pandemia, los cuales agotaron el 96.4 por ciento del fondo que no se ha recuperado, principalmente por que los excedentes se han utilizado para el subsidio a las gasolinas. Ante esta falta de ahorro, es de advertir que no se cuenta con recursos para atender alguna nueva complicación, lo cual puede ser grave.

Existen algunos precios en la economía que si se incrementan conllevan una importante implicación política: el tipo de cambio, las tasas de interés y el precio de los combustibles son algunos. Ante ello se vuelve estratégico para el gobierno en turno mantenerlos controlados, incluso a costa de subsidiarlos generando desbalances presupuestales. Si bien por el momento no es el caso para nuestro país, si es importante evaluar cuánto más tiempo seguir con el subsidio y a qué costo de oportunidad.

La inflación da señales de ceder, pero todavía mantiene un importante componente producto de los choques de oferta por los conflictos externos, los cuales no se pueden atacar con subsidios a la gasolina. Por otro lado, ya iniciaron las campañas políticas en importantes zonas, amén de que para fines prácticos la elección presidencial también ya arrancó, lo que puede convertir al precio de la gasolina en una bandera política; lo que resalta aún más los costos de oportunidad de continuar con el subsidio.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®