El espectáculo es patético, los ancianos charros del sindicalismo, camisa de fuerza de los trabajadores, se reúnen con el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional. El ritual del viejo régimen se celebra sin el menor rubor.

Están ahí personajes como Francisco Hernández Juárez quien derribó a los antiguos charros hace 47 años y …se mantiene como “líder” de los telefonistas. Este es el charro más simbólico de la inmovilidad de las direcciones sindicales, pese haber surgido de un movimiento de insurgencia que el Estado y los charros sometieron.

También en la reunión palaciega de Charros y el presidente, estuvo  el eterno líder ferrocarrilero Víctor Flores, reelecto varias veces desde 1995 del gremio de los ferrocarrileros de una empresa nacional prácticamente inexistente; el líder petrolero Ricardo Aldana  un hombre de paja del líder eterno Carlos Romero Deschamps, que renunció por estar investigado por fraude y actos de corrupción  ; no faltó el “modelo” de nuevo charro Napoleón Gómez Urrutia; Senador por Morena, demandado por trabajadores por un monto de 54 millones de dólares por lo que huyó a Canadá desde 2006 y regreso protegido por el fuero de senador , puesto que  consiguió postulado por Morena; también estaba Pedro Haces amigo de AMLO, que tuvo la franquicia del partido Fuerza por México con deudas de 33 millones de pesos al INE. La lista es larga, formada por caciques que medran con la representación de los trabajadores. Hay casos que ni siquiera los trabajadores conocen a sus líderes ni sus contratos colectivos, como son los llamados sindicatos de protección.

Este universo de perversión, corrupción y suplantación de los trabajadores ha hecho posible un modelo que prácticamente ha anulado la huelga y la defensa de los salarios. No es extraño que en México, los salarios sean los más bajos de la región continental, dado que los trabajadores no tienen los mínimos instrumentos de defensa de su salario, al estar bajo el dominio de una casta de burócratas protegidos por el Estado y sus gobiernos, sin excluir al actual de la llamada 4 T.

No podrá haber un régimen democrático mientras sobreviva el charrismo sindical en sus diversas variantes.

El gobierno actual tuvo que realizar algunas reformas, por la presión de Canadá y Estados Unidos para poder firmar el TMEC. Algunas parecían abrir ciertos espacios democráticos, como la realización de elecciones por voto universal y directo de las direcciones sindicales y la consulta a los trabajadores para la titularidad de los Contratos Colectivos.

Desgraciadamente el control de los charros es tan poderoso que las planillas de viejos caciques como el de los petroleros, obtuvieron votaciones muy altas, con la casi inexistencia de las planillas opositoras. Eso se debe a que los charros controlan “las plazas”, las llamadas prestaciones laborales como las primas vacacionales, los créditos para la vivienda, la reinstalación de los trabajadores que incumplen con el contrato y muchas más cadenas de control, que hacen a los trabajadores tener una condición cercana a la de la esclavitud, al no tener libertad para vender su fuerza de trabajo y realizar sus labores en las peores condiciones laborales para subsistir con dignidad.

La reelección de los líderes charros, postizos les llamaba Don Rafael Galván, quien fue despedido por el gobierno por intentar democratizar su sindicato y pasó de ser un aparente relevo del charrismo impulsado por Luis Echeverría, como nos decía Francisco Javier Alejo, Secretario de Patrimonio Nacional, a ser su enemigo y sufrir la toma de la industria eléctrica y nuclear por el ejército en 1976.

En aquellos años los trabajadores universitarios realizamos paros de solidaridad con los electricistas y ante eso; Javier Alejo nos citó en su casa de la colonia Florida  para “encontrar una salida”, ahí nos contó que en la mesa de su casa se elaboró la Ley Federal de Electricidad como un paso para que Galván dirigiese al SUTERM, Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, pero “don Rafael se adelantó y quiso sustituir antes de tiempo a Francisco Pérez Ríos “ y el presidente Echeverría no tuvo más remedió que frenarlos.

Ese episodio junto con varias huelgas en diversos sectores de la industria nacional de Sindicatos y corrientes sindicales agrupados en el Frente Nacional De Acción Popular, como varias secciones del Sindicato Minero Metalúrgico en contra del charro Napoleón Gómez Sada, padre de Napito;  sindicatos de la industria refresquera como la Compañía Pascual; varios sindicatos automotrices en Volkswagen, Chrysler; General Motors y Ford; los sindicatos universitarios y otros formaron lo que se llamó la Insurgencia Sindical. Esa Insurgencia Sindical fue la última resistencia al llamado neoliberalismo que impulsó el presidente Miguel de la Madrid, al ser derrotados se impuso un modelo muy dañino para el país y para los asalariados en primer lugar.

Nuevamente el presidente Andrés Manuel López Obrador hace alianza con los charros tradicionales y sus propios engendros para someter a los trabajadores.

Sin eliminar el cáncer del charrismo sindical, no se podrá consolidar un cambio democrático nacional.